viernes, 14 de abril de 2017

Noventitantos (XV)


Capítulo DDDDDD

Letizia Segovia encabezaba todos los sondeos. Las bisagras, los tornillos, las arandelas y las abrazaderas que sostenían el entarimado de la política nacional parecían desbaratarse por doquier. Acción Democrática, el gran partido apuntalador del sistema, se dividió, si es que podía dividirse más aún, en tres toletes. Una facción, encabezada por el alcalde de Caracas (todo un clon del bicholoco), se escindió alegando trampas en la elección interna. Dicho y hecho, el susodicho se proclamó, ipso facto, contendor por la primera magistratura. Otro rompimiento ocurrió cuando los gobernadores de estado y la corrompida dirigencia sindical de ese partido decidieron, saltándose a la torera el reglamento, proclamar al führer Rovira candidato presidencial. El tercer sector, a la deriva por completo, solicitó al hiperaguajero ex-presidente una señal y nominaron a un apocado tecnócrata corresponsable del desastre neoliberal del período bicholoquiano II. El hombre se presentaba en las concentraciones de masas hablando del producto interno bruto, del déficit de la balanza de pagos y de la sobrevaluación en la paridad del signo monetario, y a los cinco minutos se quedaba más solo que el Ánima Sola. En Copei las cosas tomaron un rumbo similar. Aparecieron precandidatos al por mayor y no lograban ponerse de acuerdo ni siquiera en negociar para ponerse de acuerdo. Se decía que el ex-presidente gordiflón refranero iba a tomar de nuevo las riendas de ese partido. Algo así como autocandidatearse para ser el capitán del "Titanic". El comandante Quiñones no llegaba ni al dos por ciento de la intención de voto. El plato estaba servido para que una mujer, por primera vez en la historia, llegara a ser presidenta del país principal exportador de petróleo de América.
Dice el viejo dicho que dios ciega a quien quiere perder. Los adecos y copeyanos estaban ciegos, sordos, mudos, catatónicos y autistas. Todo indicaba que la superflua y anodina Letizia Segovia iba a ser la beneficiaria de tal desconcierto. Una absurda celebridad de eficiencia la recubría. Desde que había asumido la alcaldía del Hatillo, se había dado a la tarea de crear un reino de cartón piedra y papel maché, asentado en decorados de relumbrón, en policías coquetos ataviados como para un safari, y en buqués de flores colgados en los postes de luz. La soberana de los concursos de belleza estaba a punto de convertirse en la abeja reina que convertiría a Venezuela en un cuento de hadas. Su mensaje edulcorado, su pinta de cisne que atraviesa el pantano sin mancharse el plumaje, su sonrisa de fantástica blancanieves, su cabellera rubia de muñeca Barbie, su higiénica estampa nórdica paseándose por los barrios marginales, su donaire engalanador de paseíllos de fiesta brava, su silueta de maniquí, todo, absolutamente todo, auguraba un reinado de esplendor, un Camelot tropical, una zarzuela brillante. Ni siquiera el recuerdo del incidente ocurrido en el programa nocturno de Benny lograba opacar esa perspectiva de pureza que la rodeaba. La gente, en aquella ocasión, la percibió como víctima. Su imagen de virgen impoluta se remontó hasta los cielos.
Y entonces ocurrió el milagro. O la catástrofe
Una noche, como al mes de iniciada la campaña, asistí con Yosney al programa "Aquí está Fito", que solía competir con "Muy Medias Noches". Su animador, Fito Mendieta, se caracterizaba por el aire banal y hedonista que solía imprimirle a la conversación con sus invitados, tuvieran el rango que tuviesen y provinieran de donde proviniesen. Sus afectaciones y amaneramientos eran uno de los señuelos que atraían a la audiencia insomne a engancharse con la cadena Tele-Tevé. Los participantes con quienes debatiría Yosney eran sus adversarios por la presidencia de la república, el alcalde de Caracas y disidente adeco, Fernando Robles, y la flamante alcaldesa del Hatillo, la bella y virginal Letizia Segovia. La emisión iba al aire en vivo, a las doce de la noche. De maquillaje pasamos directamente al set. Yo me quedé detrás de cámaras.

(La banda de jazz latino arranca con tema del programa)
LOCUTOR (en Off): Desde Caracas, para toda Venezuela y para quienes nos ven con asiduidad más allá de nuestras fronteras, señoras y señores, damas y caballeros, niñitas y niñitos… ¡ustedes no! ¡Ustedes ya tienen que estar en la cama! … amigas y amigos, ¡aquí está Fiiiiiitooo!
(Aplausos. La banda remata el tema con estruendo)
(Fito entra al set, hace una reverencia, va y se sienta detrás de su escritorio, se acomoda la balita y se prepara para arrancar)
FITO: Gracias, gracias, querido público, son ustedes maravillosos como de costumbre. Si no lo fueran, ténganlo por seguro que mando a desalojar el estudio y meto a otra gente que está ahí afuera reventándose por entrar y aplaudir con más ganas, nada más que por salir en cámara y que los vean en sus casas. Así que no pierdan el puesto: ¡aplaudan más duro! … (Los aplausos suenan con más fuerza)… De lo que es capaz uno con tal de que no lo boten de una pachanga donde se ha colado, ¿verdad? … (Risas)… Eso me hace recordar una vez que me convidaron a un matrimonio. Había un gentío de padre y señor mío. Alguien tomó un micrófono y dijo: "Los invitados de la novia colóquense, por favor, a la derecha. Gracias. Los invitados por parte del novio se me ubican aquí a la izquierda. Gracias". Quedó más de la mitad de la gente en el medio y el tipo les gritó: "Y ustedes que son una pila de colados, ¡pa'fuera!"… (Risas y aplausos)… Gracias, gracias. Y eso que ese cuento es más viejo que la maña de obrar agachado… (Risas)… ¿Ustedes no sabían que a eso lo mientan obrar? Obras son amores, mijitos… (Risas)… Bueno, bueno, ya está bien de guachafita y entremos en materia. Estamos en pleno fragor electoral. Imposible escapar al debate, a la diatriba, a la confrontación. Nosotros hemos querido hoy contribuir un poco a que se despeje el panorama y por eso hemos invitado a los tres principales contendientes. Pero, fíjense bien, les hemos solicitado que esta noche se despojen de ese lado que los políticos saben muy bien cultivar, es decir, la imagen acartonada y mitinesca. Queremos que se presenten como seres humanos comunes y corrientes, para que intercambien con nosotros sus ideas en un plano más distendido y cordial, en una atmósfera, ¿por qué no decirlo?, más campechana y abierta, en fin, más venezolana. También, más adelante en el programa, les tendremos una sorpresa que, estamos seguros, va a dar mucho de qué hablar. Bueno, sin más preámbulos, vamos a presentarlos ¡en orden inverso a como aparecen actualmente en las encuestas! … (Risas)… Caramba, pero qué maquiavélico soy… (Risas)… Ah, pero como dijo Cristo, los últimos serán los primeros… y sino, los ponemos a que atraviesen el ojo de un alfiler con camello y todo… (Risas)… Aquí los tenemos, entonces. Démosle un fuerte aplauso, en primer lugar, al comandante Yosney Quiñones, candidato del Movimiento Libertario República Siete…
(Aplausos… entra Quiñones… Fito lo invita a sentarse)
FITO: En segundo lugar, vamos a darle la bienvenida al actual alcalde de Caracas y candidato del partido Alianza de Demócratas Venezolanos, Fernando Robles…
(Aplausos… Fernando Robles saluda a la audiencia y se coloca en su lugar)
FITO: Y por último, aunque ha debido ser la primera porque las damas primero y a las damas ni con el pétalo de una cosa, aquí tenemos a la alcaldesa del municipio El Hatillo, Letizia Segovia, candidata independiente…
(Aplausos aún más fuertes… Letizia entra, gozosa, lanza besos y se ubica)
FITO: Perfecto, bienvenidos todos. Como ya hemos dicho, queremos que esta conversación sea lo más franca, abierta y humana posible para que, así, el público pueda darse de ustedes una idea diferente. Vamos a comenzar preguntándole una cosa al comandante Yosney Quiñones, a quien vemos ahora más robusto que cuando apareció en cámara diciendo aquella famosa frase que lo catapultó a la celebridad: "Por los momentos". Dicen que la cárcel enflaquece a la gente, pero en el caso suyo como que no fue así. ¿A usted como que le gustan los tres golpes?
(Risas y aplausos)
QUIÑONES (sonrisa un tanto forzada): El desayuno, el almuerzo y la cena. Pero esos no son los únicos golpes que me gustan.
FITO: ¡Ah no! Por favor, propaganda subversiva no, que me cierran el programa… (Risas)
QUIÑONES (se soba la nariz y ronca): No, Fito, lo que quería decirte es que me gustan también el golpe tuyero, el golpe de tambor que se baila en la costa y el golpe recio que se canta en el llano… (Aplausos)
FITO: ¿Y los golpes de pecho?
QUIÑONES: Esos quienes tienen que dárselos son los que nos han llevado a esta situación de hambre y desespero que el pueblo venezolano, que el soberano no está dispuesto a seguir tolerando por más tiempo.
FITO: Pero usted sí se mete sus tres golpes diarios entre pecho y espalda, ¿verdad?
QUIÑONES: A veces no nos queda tiempo ni para eso, con esta campaña tan recia. Que vamos a ganar, Fito. Esta campaña va a ser nuestra, Fito. Para que así nuestro pueblo, para que así el soberano pueda meterse los tres golpes completos y para darle un golpe a este sistema corrupto y envilecido, el sistema de AD y Copei (Algunos aplausos).
FITO: Caramba, comandante, habíamos quedado en que ese lenguaje de mitin se iba a quedar afuera… por los momentos (risas). ¿Qué opina usted  de eso, alcalde Robles?
ROBLES: A veces es difícil despojarse de esa manera de conducirse. La dinámica de las campañas es totalizante. Uno respira esa energía desde que se levanta hasta que se vuelve a acostar. Si es que te dejan volverte a acostar…
FITO: Pero ustedes gozan un puyero con esto. Dicen que sarna con gusto no pica.
ROBLES: En Apure, mi tierra natal, aseguran que al que le guste la ñema que aguante el caracaqueo (Risas).
FITO: Eso me suena a cierto expresidente que se la pasaba diciendo refranes.
ROBLES: Yo no tengo sarna porque me baño todos los días (risas).
FITO: Cuando lo dejan, porque me imagino que con esta campaña tan acelerada…
ROBLES: Uno busca su tiempito para ir al baño y darse con un cedazo (risas).
FITO: ¿Y tú, Letizia? ¿Cómo haces para ir al baño? ¿Te dejan tus asesores ir al baño?
LETIZIA: Una tiene que gerenciar su tiempo bajo cualquier eventualidad. Todo es cuestión de control de gestión y así lo hemos demostrado en la alcaldía del Hatillo, donde con mucho amor y mucho denuedo le hemos dado un vuelco a las cosas para convertirlo en el municipio más lindo y agradable de Venezuela.
FITO: ¿En qué se parece Letizialandia a Disneylandia?
LETIZIA: Nosotros hemos trabajado con un sentimiento inmenso por El Hatillo. Esa comparación no me disgusta, porque si tú vas a Disneylandia o a Disneyworld te darás cuenta que son sitios muy limpios y ordenados, donde los niños ocupan un lugar muy especial. En la Venezuela que yo quiero, los niños serán lo más importante.
FITO: ¡Niña! ¿A usted le gustan los niños, comandante? Se lo pregunto porque de usted se comenta que tiene mucha simpatía por Fidel Castro y por ahí se dice que los comunistas comen muchacho chiquito (Risas).
QUIÑONES: En mi gobierno los niños serán el objeto de la más absoluta prioridad. Les vamos a dar salud, protección y una educación supervisada por el estado para que, desde pequeños, aprendan a apreciar el legado inmarcesible de nuestro glorioso padre El Libertador. Y a los niños que hoy deambulan desamparados por ahí, a esos niños de la calle, los vamos a convertir en niños de la patria.
FITO: Usted tiene fama de playboy, alcalde Robles. Como estamos hablando de niños, ¿qué opina usted del viejo dicho aquel: "dejad que las niñas vengan a mí"? (Risas y aplausos).
ROBLES: Es mi deseo ferviente que todas las venezolanas y venezolanos de bien vengan a mí…
FITO: ¡Ven a mí que tengo flor! (Risas) Acaba de hablar usted igualito a cierto expresidente que está cumpliendo arresto domiciliario (Fito mueve los brazos como aspas de ventilador, gesto típico del aludido) (Risas).
ROBLES: Yo tengo mi propia personalidad, Fito, sin que por ello reniegue de mis vinculaciones políticas y afectivas (Se escuchan algunos abucheos en el público).
QUIÑONES: Usted fue cómplice, usted es coautor de este estado de cosas, de esta corrupción que ha dejado sin castigo a tantos malhechores y sinvergüenzas (se restriega la nariz y muge). Y ahora pretende presentarse, deslastrándose de su pasado adeco, marcando distancia con su pasado corrupto, jugando al engaño y a la amnesia (Algunos aplausos).
ROBLES: Usted es responsable de la muerte de incontables venezolanos…
QUIÑONES: ¡Esos muertos claman por justicia y castigo para los corruptos! (Rumor entre el público)
FITO: Un momento, un momento, taima, taima (Fito lanza un silbido como si fuera un árbitro llamando al orden)… Vamos con calma. Vamos a respirar hondo como en el yoga porque, precisamente, la finalidad del programa es debatir con ponderación. Por cierto, Letizia, bastante se ha corrido la bola en toda Caracas de que todo está listo para que Copei te brinde su apoyo. Hasta ahora tu éxito ha estado centrado en tu independencia. ¿No crees que esto logre perjudicarte?
LETIZIA: Yo estoy dispuesta a recibir el sostén…
FITO: ¿Qué talla?
LETIZIA: ¿Perdón?
FITO: ¿De qué talla el sostén? (Risas)
LETIZIA: Decía que estoy en la mejor disposición de recibir el concurso de todos los venezolanos y venezolanas que estén dispuestos a brindarle su cariño a esta patria nuestra que tanto se lo merece. Sin discriminaciones de ningún tipo. No le vamos a estar exigiendo a nadie cartas de buena conducta ni avales. Mis brazos y mi corazón están abiertos para todos.
FITO: O sea que sí vas a recibir el apoyo de Copei.
LETIZIA: Quienes deseen venir tras de mí, bienvenidos sean (Letizia extiende los brazos… se oyen pitas aisladas).
FITO: ¿Quién se puede resistir a un abrazo así? (Risas) Por cierto, Letizia, como sabemos que eres muy cristiana…
LETIZIA: Soy católica devota de la virgen de La Candelaria.
FITO: Eso mismo. Como buena católica debes estar dispuesta al perdón.
LETIZIA: Esa es una de las enseñanzas de nuestro señor.
FITO: Precisamente. Aprovechando, entonces, esa nota tan caritativa, hemos invitado esta noche al programa y esta es la sorpresa que les teníamos a uno de los personajes más polémicos de la actualidad venezolana. Señoras y señoras, o como le gusta a él decir, léidis and yéntelmen, ¡Benny Miller, el Doctorísimo Chancleto!
(Benny irrumpe desde detrás de un backing. Aplausos)
(Close up a Letizia. No sabemos si quiere sonreír o disgustarse. Sin embargo, guarda muy bien la compostura)
FITO: Bienvenido, rival.
(Benny se sienta inmediatamente al lado de Fito y enfrente de los otros invitados)
BENNY: ¿Tonce? (saluda a Fito con un high five).
FITO: La gente debe estar confundida al verte aquí. ¿Será que sintonizan Tele-Tevé o, por el contrario, están con CSTV?
BENNY (marcando un ritmo raposo sobre el escritorio): Se ve como se ve la ve de la tevé, la tele se va a ve, se va a ve se va a ve, avé, avé, avé, avé, si como se ve a vé pa'vé, pa'vé Yavé pa'vé Yavé pa'vé Yavé pa'vé Yavé pa'vé Yavé, la tele de tevé, telé tevé, telé tevé, telé tevé, té-té-té-té, té-té-té-té, té-té-té-té, té-té-té-té, té-té-vé-vé-véeeeeeeeeeeeeeee… (Aplausos)
FITO: No has perdido un ápice de tu ingenio, aun estando a tiempo completo en "Los senderos…" donde, por cierto, te la estás devorando. Pero fíjate bien, Benny, esta noche estás aquí (la mano del coordinador entra a cuadro y le entrega a Fito algo que asemeja a una revista. Fito la toma)… ¿Qué es esto? Gracias… Benny, aquí está Letizia.
BENNY (con humor apagado y viendo a Letizia): Albricia, qué misia.
(Letizia permanece inmutable)
FITO (sin dejar de hojear la revista): Letizia, aquí está Benny.
LETIZIA (neutra): Buenas noches.
FITO: Es la primera vez que ustedes se ven desde el incidente, ¿verdad?
BENNY (con actitud de muchacho penoso): Sí.
(Letizia, toda grave, asiente con un ligero gesto)
FITO: ¿Y entonces, Benny?
BENNY: Bueno, yo… estee… Yo quisiera decirle a Letizia en esta oportunidad que… Bueno, todo el mundo cree que yo siempre ando bromeando… Pero les aseguro que en este momento soy de una seriedad absoluta.
*** Benny con pierde el habla por un segundo. Ha visto la silueta de LauraÉ al lado de la cámara 2 ***
FITO (con los ojos fijos en la revista): Benny, adelante. ¿Dónde se encuentra la imponderable labia del Doctorísimo Chancleto?
(Letizia lucha por no mostrar su impaciencia y su molestia)
BENNY (tragando grueso): Cuando uno mete la pata debe saber enmendar la plana. La plana, sí, como aquellas planas que le ponían a uno en la escuela. Bueno, estee, yo me siento como en la carraplana y… y quisiera decirle a Letizia que… esta noche, Letizia que… lo que pasó aquella noche…
(Silencio embarazoso. Fito está absorto en la revista)
(El público comienza a murmurar. Letizia mira hacia ninguna parte. Quiñones otea el panorama. Robles parece pintado en la pared)
(Repentinamente, Fito se repone e interrumpe el bochorno)
FITO: Esto es increíble. Estoy recibiendo en este instante, como recién salido del horno, el número de esta semana de la revista "Apasionantísimo" que, como ustedes saben, tiene un batallón de papparazzi, un escuadrón de fotógrafos furtivos a la caza de imágenes insólitas y comprometedoras. Y miren lo que estoy viendo aquí. ¿Con qué cámara lo podemos mostrar, señor director? ¿Con la uno?
(Vemos el plano detalle de la revista sostenida por Fito. El camarógrafo corrige el encuadre y el foco sobre la marcha. Fito gira el impreso para evitar el brillo de las luces sobre el papel)
FITO: ¿Ustedes dicen que no se veían desde aquella noche? Aquí en esta foto, asegura la revista "Apasionantísimo", están ustedes dos, Letizia Segovia y Benny Miller, y fíjense ahora ustedes, querido público, Letizia aparece ¡sin sostén! La leyenda dice textualmente: "La candidata favorita en las elecciones de Venezuela, Letizia Segovia, aparece aquí con el popularísimo Benny Miller, ambos en el yate del multimillonario colombiano Laureano Londoño Caycedo, de quien se dice vive un tórrido romance con la venezolana". Esta foto se ve medio granulosa, quizá porque fue tomada con el zoom del lente en su máximo alcance. Pero veamos esta otra, mucho más nítida. ¡Eres tú, Letizia! Topless nuevamente, con Benny y este otro señor de quien me imagino que es el potentado de la hermana república. Dice aquí que las gráficas fueron tomadas en Saint Marteen la semana pasada. ¿Qué tienes que decir de todo esto, Letizia?
(Los rumores del público se hacen más ostensibles)
LETIZIA: Esto… esto… no puede ser…
FITO: Nosotros estamos aún más sorprendidos. Benny, a ver, coméntalo con uno de tus retruécanos.
BENNY (casi inaudible y con gesto de trágame tierra): ¡Mierda!
LETIZIA: ¡Esto es un ultraje! ¡Esto es una celada! ¡Una trampa!
FITO: Te aseguro que no, Letizia. Ni siquiera sabía que…
(Letizia se levanta de golpe y se abalanza sobre ellos)
LETIZIA (abofeteando a Fito): ¡Maldito marico! ¡Sucio! (Le arrea unos manotazos a Benny, quien los esquiva)… ¡Y tú! ¡Charlatán, psicótico sexual! ¡Par de cabrones!
(La sorpresa y el impacto han obligado a Fito a buscar refugio debajo del escritorio)
(Benny se recuesta del backing, todo sudoroso)
(Los aplausos y las pitas se entremezclan)
(De repente, Letizia parece darse cuenta del papelón que ha hecho. Se voltea trémula hacia la cámara 3)
LETIZIA (compungida): Amigos y amigas de mi Venezuela amada, yo… yo no tengo palabras para describir esto. Yo… yo he sido víctima esta noche de una emboscada diabólica que busca desprestigiarme en lo que tengo más preciado en la vida: mi honra (Full close up. Letizia tiene los ojos húmedos)… Voy a demostrarles que todo esto no es más que una calumnia vil para enlodar mi reputación. Ustedes me conocen, yo me debo a ustedes, mi gente venezolana a la que amo con toda mi alma… (Llorando abiertamente) Mi honor saldrá intacto de todo esto, nada ni nadie podrá aplastar este afecto inmenso que siento por mi pueblo. La virgencita de la Candelaria que está en el cielo es mi testigo de que nada de esto es cierto. Por favor, pueblo venezolano de mi corazón, ¡créanme!
(Intempestivamente, Letizia se lleva la mano a la boca y abandona, presurosa, el set. No se escucha ni un murmullo)
FITO (emergiendo): Yo… nosotros no esperábamos esto. Nada de esto fue planeado. Estee, ¿dónde está Benny?
(Benny ha desaparecido)
ROBLES: Verdaderamente, esto no viene sino a demostrarnos la imposibilidad de establecer un marco referencial donde…
QUIÑONES (imponiéndose): ¡Silencio! (Se manosea la nariz, resopla y mira hacia la cámara con ceño severo) Han presenciado ustedes, connacionales, uno de los actos postreros de esta comedia falaz a la que hemos sido sometidos en cuarenta años de esta mal llamada democracia. Más que una comedia de equivocaciones, ha sido la comedia de la falsedad, la comedia de la mentira, la comedia de la inmoralidad, la comedia desnuda de la hipocresía. Algunos comentarán, sin duda alguna influenciados por los titiriteros ocultos, que los aquí presentes no son sino actores menores en el reparto. Pues no. ¡Mil veces no! Esta es la realidad nauseabunda de esta cloaca, de esta hiedra venenosa que nosotros vamos a cortar con la espada del Libertador que estamos heredando por obra y gracia del soberano. Para ello necesitamos ganar esta elección con una mayoría aplastante para, de esta forma, convocar una magna Asamblea Constituyente que nos dote de un nuevo instrumento legal que, a su vez, nos permita derogar y derrocar toda esta institucionalidad fétida (Se toca la nariz y respira como un fuelle). Esta es una guerra, connacionales, una guerra santa, una guerra revolucionaria. La violencia, dicen algunos académicos, es la partera de la historia. Pero esta violencia nuestra, esta violencia del soberano, va a estar dirigida contra las camarillas corruptas que esta noche se han quitado el antifaz. ¡Ya basta de engaños! ¡Ya basta de componendas! Las campanas están doblando un canto fúnebre por estas cuatro décadas de desvergüenza (Se manosea la nariz y jadea). Vamos a enterrarlos vivos con toda su suciedad y vamos a asistir al alumbramiento de la Séptima República, la definitiva, la séptima república de la libertad,  de la Revolución. Aquí está mi mano, connacionales, la mano que una vez empuñó el fusil en una Noche de Febrero cumpliendo un sagrado juramento. Yo ahora les juro, por la patria sagrada, por los huesos de nuestro padre Libertador, que mi músculo no tendrá descanso hasta ver instaurada, en todo su esplendor,  la verdadera república independiente y libertadora de Venezuela. ¡Viva la patria! ¡Viva nuestro sagrado padre Libertador! ¡Viva la Revolución! (alza el puño con vehemencia).
(Cinco segundos de absoluto silencio)
UNA VOZ DEL PÚBLICO: Quiñones, Quiñones, Quiñones… (Varias voces se van sumando)
TODA LA AUDIENCIA: ¡Quiñones, Quiñones, Quiñones…!
(Fito abraza al comandante. Fanfarria de la banda)

No vi a Benny marcharse. La carne se me erizó toda cuando el público comenzó a corear. De allí en adelante no nos quedaba más que aguardar por el triunfo irreversible. La audiencia quería abrazar a Yosney y cargarlo en vilo. Algunos miembros del equipo de seguridad del canal nos abrieron paso, llevándonos a toda prisa hasta la oficina de Óscar Zavala. Valentín Vergara y Lucky, don Golindano y numerosos dirigentes del movimiento estaban allí. Zavala, don Golindano y Yosney se reunieron aparte. El hombre de negocios, olisqueando la victoria, prometió apoyo total e irrestricto.
Lo que vino a continuación fue una avalancha.

Letizia Segovia terminó de recibir el beso de a muerte al día siguiente cuando el expresidente gordito refranero maniobró para ungirla con la nominación copeyana, a pesar del fiasco de programa de Fito Mendieta. El grueso de la gente mostró, sin equívocos, síntomas de hallarse hasta la coronilla del predominio bipartidista, estigmatizado por innumerables escándalos de corrupción y componendas. La doncella de plástico perdió el himen. Peor aún, fue desvirgada por el purulento ogro prevaricador al tiempo que el resto del país contemplaba esfumarse sus ahorros en la debacle de los bancos. La doncella de hielo perdía la honra al hacerle ojitos a uno de los partidos en cuyo seno se guarecían los asaltantes del erario. La estocada final fue el escándalo de sus fotos topless en la revista escandalosa. Letizia acudió a todos los canales y todas las radios, ante todas las cámaras y todos los micrófonos, exhibiendo un mohín y unos pucheros que, en otras circunstancias, habrían ablandado el olvidadizo corazón de los venezolanos y le hubieran concedido un perdón sin restricciones. Se confesó víctima de una celada. Responsabilizó a Benny, de quien alegó que se la tenía jurada, que era el ariete de inconfesables maniobras. "Soy una víctima", repitió toda compungida en los programas de opinión. Pero ya el daño estaba hecho. Su caída fue en barrena, arrastrando con ella a Copei. El gordiflón coplero echó mano a su infinito repertorio de gracejos. Nada que ver. RIP. Amén.
Mientras tanto, el precio del barril de petróleo proseguía su marcha cada vez más hacia las profundidades, como si una impía ley de gravedad lo halara por una patibularia solapa con destino a las catacumbas de la inquina. La sensación de que entrábamos en graves aprietos se agudizaba.
Benny también estaba pasando por un mal trance. La junta directiva del canal, en ausencia del desaparecido y jamás localizado Ronnie, decidió rescindir su contrato. Rojitas también fue despedido. Ornela no volvió a hablar de boda y se vino a vivir conmigo, rehusándose a contestarle las llamadas.
Yo tampoco tenía tiempo para hablar con él. Al caerse la opción de Letizia, el resentimiento y la indignación por los  desmanes perpetrados durante tanto tiempo, más la caída abrupta del precio del petróleo con el amargo sabor de boca que ello conllevaba, hicieron que la candidatura del comandante Quiñones subiera como la espuma. El poder estaba al alcance de la mano. Los años de sueños, luchas y sacrificios tendrían, por fin, justificación.
Valdemar se me acercaba todos los días. Empezó a inspirarme lástima porque la madurez no le sentaba bien. Parecía tener una edad  de cincuenta y dele largo, a pesar de los dineros que se gastaba en afeites y potingues.
— ¿Es que no me vas perdonar nunca, LauraÉ? —me reclamaba plañideramente, y yo ni siquiera le concedía el sosiego de una contestación. Mi silencio lo encofró con un incienso cromosómico. Por esos días, leí una frase de Graham Greene que me vino como anillo al dedo: "La venganza es innecesaria cuando uno cree en el cielo".
Tomé bajo mi responsabilidad la confección y coordinación de la agenda diaria de Quiñones. De Yosney. Las más de las veces, partía con él a recorrer los pueblos, ciudades y campos de la costa, del llano, de los Andes, de la selva. La emoción de la gente era genuina. Yosney se crecía cada día más y más. Su verbo encendido iluminaba los rostros curtidos de aquellos que habían sufrido en carne propia los rigores de la pobreza a la que los había condenado el saqueo de las riquezas de Venezuela. Yosney Quiñones despertaba la pasión de las masas y las hacía reverberar. Los adecos se asustaron cuando prometió freírles la cabeza en aceite. El que va ganando puede darse el lujo de soliviantar el alicaído humor del pueblo, que ya no era más el pueblo. Ahora era el soberano, el dueño de su propio destino. Venía el cambio total y de raíz. Yosney se comprometió a convocar la Asamblea Constituyente y a revivir el ideal de Simón Bolívar. Yosney le declaró la guerra a muerte a la corrupción. Venezuela y Yosney Quiñones eran un solo ente. El olor a pueblo, a soberano, se esparcía por doquier.
La campaña se aceleró con una sinergia de ecos rutilantes. Sin embargo, en medio de la algarada incesante, de las horas sin dormir, del clamor desbordante y del entusiasmo del soberano, Yosney y yo conseguíamos charlar a solas, durante intervalos y espacios prolongados. Le hablaba de mis sueños y mis esperanzas. Yo quería una patria con oportunidades para todos. Deseaba una patria sin niños mendigando en las calles. Suspiraba por una patria donde los ancianos no se vieran apartados y preteridos. Yosney asentía, me tomaba de las manos y me dejaba hablar. Decía que mi rostro se hacía más resplandeciente y que era inevitable que nadie, absolutamente nadie, escapara al entusiasmo de mis ensueños de justicia. Él estaría allí, para hacerlos realidad. Yo bosquejaba con mi verbo una patria de espíritus empalmados en atolones luminosos. Yosney sonreía y me señalaba del otro lado de la ventanilla del avión en que volábamos, por debajo de las nubes que parecían unos rebaños de cetáceos con alas, la tierra ocre, la tierra verde, la tierra amarilla de nuestra patria, de la que el ardor de nuestros afanes moldearía un territorio de futuros con mayúsculas para quienes soñaran al unísono con nosotros. Y yo dejé que Yosney tomara mi mano, a cinco mil metros sobre el nivel del mar.

Faltando quince días para las elecciones, Yosney y yo nos casamos, en secreto, ante el prefecto de la parroquia El Recreo. Ornela fue mi testigo, madrina y dama de honor.
Yosney obtuvo casi el sesenta por ciento de la votación. La noche de la elección fue de un ajetreo inefable. Al triunfo presidencial hubo que añadirle la victoria de los otros comandantes insurgentes de la Noche de Febrero que obtuvieron victorias clamorosas en provincia. De ellos, el más notorio resultó el éxito de Clarencio Rincón en la gobernación de Carabobo con más del setenta y cinco por ciento de los sufragios. A las ocho y tantas de la noche, luego de que Letizia Segovia y Fernando Robles (al führer Rovira parecía habérselo tragado la tierra) reconocieran públicamente su derrota, una legión de regocijados partidarios se concentró en las inmediaciones del ateneo y del Teresa Carreño. Yosney pronunció una pieza oratoria donde sentenció el nacimiento de la nueva patria. La multitud, al divisarme al su lado, coreó con alegría de niño juguetón: "¡Que se besen, que se besen!"
Nos besamos delante de todos.
Esa noche podríamos consumar el matrimonio.
¿Dónde estaba Benny?

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