sábado, 20 de diciembre de 2008

Los amantes



Aparte de las vidas y retornos
sólo existen las febriles ecuaciones
de nuestras carnes venciendo a las piedras.

He luchado por la metáfora de tus suspiros,
manchando la lucidez de tu aliento,
y, finalmente, tu despedida me ha quebrantado.
Se me ha quebrado la lealtad,
se me venció tu yerba.




Añoraré tus senos y tus buhardillas:
serán esos mis sueños que interpretarás a deshoras.
Alójate de una vez en mis aspiraciones
y déjate amar con mis discretas filosofías.

Otra vez.

"Gris de tiempo gris", primer capítulo

GONZALO

1973.


Llegó a Miguaque en un destartalado Buick rojo del 62, cuatro puertas, con un sol simoníaco peinándole la espalda.


En vez de tomar hacia la redoma donde daba inicio la avenida Andrés Eloy Blanco, entrada natural para quienes arribaban desde Caracas, enfiló hasta la antigua laguna de “La Chamana”, denominada así todavía por el vulgo. Aminoró la marcha y dobló a la izquierda, por una calle polvorienta. Los niños barrigones de cara frisada con espesas costras de moco lo vieron pasar rumbo al centro del pueblo. Al detenerse para no maltratar los amortiguadores del cacharro con los frecuentes baches que le salían al paso, las hordas de perros realengos, mustia pelambre y atiplados ladridos, lo perseguían en veloz carrera, como reclamando a bocajarro una intrusión fugaz.



La sordidez de las miserables casuchas sin pintar y la hosquedad y palurdez de sus moradores le saetearon el ánimo. Había moscas revoloteando incesantemente alrededor de la basura desechada al aire libre, en extraña danza que se prolongaba hasta el hedor casi sólido de las aguas negras y demás efluvios que corrían paralelamente a las aceras, cual estera inmunda. En ese momento, sintió repulsa por Miguaque.

Y, sin embargo, aun cuando los días más intensos de su vida habían transcurrido en Miguaque y existía, asimismo, una pléyade de cosas que le avivaba recónditas memorias, el hecho de haber regresado se debía a una sola y poderosa razón: Sojito había muerto.



La noticia se la había dado apenas ayer Ivancito Laredo, a quien encontró orinando en un baño cercano al Aula Magna. Procuraba no tropezarse, ni tan siquiera por casualidad, con miguaqueños de la índole de Ivancito pero, dadas las circunstancias y lo abrupto del encuentro, le fue imposible rehuir el saludo.


Con cierta morbosidad de chisme compartido, Ivancito Laredo le refirió el asunto. No cabía duda sobre el particular, la muerte se produjo por sobredosis. Cocaína inyectada en las venas. El episodio venía a perturbar aún más las perspectivas para quienes habían vivido el escándalo en Miguaque. Si en Caracas estaban arrostrando las trompetas hermenéuticas del caso Vegas, con su secuela de dimes y diretes amén de los arrestos y autos de detención, en la pretenciosa pichón de metrópoli que era Santa Narda de Miguaque no se habían quedado atrás. Tuvieron, con todas las de la ley, su “mini–affaire”, sin importarles a quién se llevaron en los cachos.

Y he aquí que el primero en sucumbir fue Sojito. Dentro de poco lo iba a ver, exánime dentro del cajón. Luego de dejar atrás las caricaturas de calles, atragantadas de peñones y albañales; después de pasar por todo el frente de la residencia de los Alvarenga y de rememorar la tristeza silenciosa de María Enriqueta; posterior a dar un rodeo evasivo por las calles Angostura y Libertad para no tener que pasar por el sitio, él lo sabía, donde vivía Julia con “Pájaro Vaco” ya que, si bien él trataba de negárselo a sí mismo, todavía su bruma de colegiala rozagante le ahuecaba el corazón y le profanaba el alma; a continuación de dar un vistazo a tantos sitios impregnados del légamo del tiempo ya ido, fotografía borrosa de un grupo de chicuelos que pretendió recrear en un lejanísimo y perdidísimo rincón del trópico la ilusión de que una saga psicodélica podría ser calcada y reproducida.

Era por eso que Ivancito Laredo y todos los de su calaña lo veían como gallina que mira sal. Les chocaba su pelo largo recogido en cola de caballo, sus blue jeans raídos y desteñidos con los ruedos deshilachados, sus chancletas hindúes en las que el dedo gordo del pie quedaba ensartado en un aro de cuero. Y ahora se aparecía otra vez por el pueblo, en aquel ruidoso camastrón que pasaba el aceite con todo y pote, con la plena certeza de que su aspecto desarrapado, dañado y zumbado, provocaría revuelo en la cuerda de zanahorias que abundaba, como el coquito, en Miguaque. O, a lo mejor, no se atreverían a reconocerlo, buscando evadir las memorias del día en que pareció que se vislumbraban los preliminares del juicio final.

Por fin llegaba a la calle Federación, lugar de residencia de la que alguna vez fue la familia Sojo. Notó cómo los antiguos caserones de bahareque iban cediendo el paso a cajas de concreto: el pasado pobretón, palúdico y famélico escarnecido por el progreso. Un par de edificios nuevos y ¡hasta un semáforo! “¡Uao!”, pensó Gonzalo, “¡Miguaque se está graduando de ciudad!”

Faltando dos cuadras para llegar a la casa de los Sojo se percató de que la fila de carros estacionados se hacía más densa. A pesar de estar venidos a menos, los Sojo conservaban algo del prestigio (“del dudoso prestigio”, silbó entre dientes para sí) de ser una de las familias fundadoras del pueblo, junto con los Alvarenga, los Livorini, los Enrile, los Antilano, los Moros... Recordó a Sojito cuando declaraba: “Somos unos has been, como dicen los gringos”.

Se impacientó buscando un lugar apropiado donde aparcar. No quería hacerlo demasiado lejos. La inmisericordia solar se acrecentaba a medida que avanzaba la “hora del burro”, el fatídico lapso entre la una y las tres de la tarde en que “mono no carga a su hijo”, según la muy gráfica descripción popular. El calor le hacía reverberar la lánguida melena y le producía escozor en la incipiente barba.

“Qué bolas, ¿qué hago yo aquí?”, se preguntó. Hasta le daban ganas de devolverse por la accidentada carretera que comunicaba a Miguaque con la capital, luego de seis horas de automóvil. “Menos mal que este cagajón no me dejó botado en la vía. ¿Tendré igual suerte de regreso?”, pensó, mientras recordaba que la arepera del papá de Pedrarias estaba a la vuelta, en toda la esquina de la plaza Bolívar.

Luego de dejar el cacharro montado sobre una acera colindante con el nuevo edificio de CANTV, se introdujo en la arepera. El apetito lo acuciaba. “Me está matando Ambrosio Plaza... Así decía el pobre Sojito”. El establecimiento comunicaba, a través de una falsa antepuerta de roble, con un bar de ficheras, también propiedad del papá de Pedrarias, a quien no se veía por todo eso. “A lo mejor vendió”, caviló, mordisqueando una de jamón con queso Kraft, rociada con sorbos esporádicos a una lata de Malta Caracas, no tan fría como hubiera sido más de su gusto, deseando replegar el agobiante y pastoso calor magnificado por el desmayado rotar del ventilador de techo que ni siquiera era capaz de espantar las moscas. Una sonrisa de tablero de damas aderezada de una interesada y pícara mirada lo indujo a observar por sobre la antepuerta. Era una delgaducha y avejentada mulata, de senos de chiva, buscando conectar, quizá, su primer cliente del día. “Me vio cara de gandolero”. Esquivó el acoso y se concentró en la arepa. No pudo evitar un eructo bien sonoro matizado con una vulgaridad que hizo que los otros parroquianos se le quedaran viendo, extrañados y como adjetivándolo: “¡Ah bicho raro!”

Ya satisfecho, se aprestó a rendir el postrer adiós a su amigo de adolescencia, ex–condiscípulo en las aulas del padre Carrasco y ex-compañero de correrías en el ruidoso grupo de música progresiva “Los Enigmáticos”. Con casi tres años de ausencia de Miguaque se extrañaba de ir topándose con caras pertenecientes al ayer quienes, ni por asomo, daban muestras de haberle reconocido. No sabía todavía qué le había impulsado a volver a este rincón de los sueños desmembrados de su pubertad. Sobre todas las cosas, temía en lo más recóndito volver a encontrarse, así fuera de lejitos, con Julia. No sabía cómo reaccionaría, si volverían a aflorar las viejas culpabilidades o, si por el contrario, todo estaría ya olvidado y sepultado.

Había bastante gente a la entrada de la vieja casona de resquebrajadas tejas y desconchadas paredes donde siempre habían habitado los Sojo. Siguió identificando rostros del pretérito pero nadie reparaba en él, como si fuera transparente.

Penetró al interior. La atmósfera era sofocante, agravada aún más por los ventiladores de pie provistos, seguramente, por la funeraria, arrojadores impenitentes de chorros de aire candente en impregnado de gotas lívidas de sudor.

El catafalco se hallaba en el centro del salón, a pocos pasos de donde estaban sentados el tío Cándido, con su expresión lampiña y feminoide, y Elena. “La mamá de mi mejor amigo”, pensó, atisbando su presencia de danta errabunda en jardines ensalmados. Todavía quedaban rastros de aquel ayer esplendoroso. Su faz era inescrutable, como si fuera una esfinge habituada a las notas de la muerte. Sintió unas tenazas en el bajo vientre cuando Elena lo reconoció a través de la maraña capilar. Gonzalo eludió la mirada y se aproximó al ataúd.

Se diría que Sojito dormía, apacible y endeble en el sopor de una cápsula intemporal, aun cuando el rictus le hacía medio mostrar parte de los incisivos. Su tez parecía de cera, contrastando con el fino bigotillo que asomaba por debajo de las fosas nasales. Gonzalo deseó impedir que los ojos se le nublasen. Se apartó del féretro en un intento por dominar la emoción. Elena lo encandiló con sus atmósferas de mimbre. Fue entonces cuando vio a David haciéndole un gesto de saludo y de sorpresa. Se encontraron a la vera del patio central.

—Gonzalito, vale... Gonzalito, hermano — dijo David, al tiempo que lo abrazaba y sentía ondas de choque recorriéndole la arquitectura del organismo. La emotividad se desbordaba. Había lágrimas tímidas en los ojos de ambos.


domingo, 14 de diciembre de 2008

Downloads


Downloads we recommend for this season:


The Great Kat (guitar virtuoso - some of her songs)
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Kraftwerk - Musique non stop (video)


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Ladies WC - Psychedelic venezuelan rock band from 1969
Lucinda Williams - World without tears (Live.mpg)


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Lucinda Willaims - Bleeding fingers (Live.mpg)


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domingo, 7 de diciembre de 2008

Diestras y siniestras, cap. III

El vasallaje del individuo es condición imprescindible tanto para el feudalismo como para el estatismo.

Marx previó el fin del estado, pero sus discípulos terminaron reforzando la estatolatría.


Las rosetas sudorosas


De diestras y siniestras (III)


por: Nicolás Soto

Se cuenta que el gran poeta fray Luis de León, luego de penar durante unos cuantos años en las ergástulas de la inquisición, retomó su cátedra en Salamanca pronunciando su habitual frase: “Decíamos ayer…”, como si nada. Y decíamos ayer que el socialismo ve la luz como la tesis señera de la justicia social y el igualitarismo para devenir, sin solución de continuidad, en el definitivo sustentáculo del estatismo (o estatolatría), la adoración del estado como suprema confluencia de la voluntad de los pueblos. De allí prosigue, sin contradicción aparente, a constituirse como la coartada teleológica y axiológica de la ambición de poder y dominación de un cúmulo de sociópatas ─ Mussolini, Hitler, Lenin, Stalin, Mao, Castro et al ─, amén de ser el granítico pedestal de diestras y siniestras por igual, del fascismo de derecha y del fascismo de izquierda, indistintamente.

Es sabido, asimismo, que en la concepción primigenia marxista, el estado se vería condenado a desaparecer como superestructura forjadora de la dominación y la alienación luego de las fases dictatoriales proletarias. Sin embargo, todas las experimentaciones de implantación de la mentada idea socialista derivan ineluctablemente en el reforzamiento del estatismo, pues sin él se resquebraja la aprehensión de los testículos ciudadanos, valga la metaforita, como clave de la opresión. Te sojuzgo para llevarte al paraíso, es de hecho el leit motiv de los sátrapas socialistas de antaño y de los actuales. Leamos, de seguidas, esta frase escrita a mediados del siglo XIX por el grande Fiodr M. Dostoievski en Los hermanos Karamázov: “(…) el socialismo no es sólo la cuestión obrera o del denominado cuarto estado, sino que es, de preferencia, el problema de la encarnación moderna del ateísmo, el problema de la torre de Babel, que se edifica precisamente sin Dios, no para alcanzar el cielo desde la tierra, sino para traerlo a ella”.

Tomar el cielo por asalto, tal era la promesa bolchevique de 1917, como lo sigue siendo de los recientes intentos de instalar a contra natura el concepto socialista o, para expresarlo sin ambages, la camunina[1] estatista y, aún más allá, el afán de poder por el poder mismo en tanto que avidez barbárica. Para ello hay que revestir la intentona totalitaria con un ropaje litúrgico que la asemeje a las religiones y cosmogonías, llevando al paroxismo a las masas domesticadas. De allí, entonces, los aquelarres nacionalsocialistas magistralmente filmados en Nüremberg por Leni Riefenstahl, los elaborados desfiles milicianos en la Plaza Roja de Moscú para conmemorar la asonada del octubre rojo, las concentraciones arreadas en La Habana para escuchar las interminables peroratas del chivudo (imitadas en Venezuela por el demagogo verrugón), todas ellas fiel refracción de la hora del odio magistralmente descrita por George Orwell en 1984. En suma, el efecto gregario en función de postrarse ante yo el supremo, encarnación altísima del estado, vale decir, de la voluntad del pueblo, el nuevo opio de las masas, el culto a la personalidad.

Por supuesto, el accionar socialista-estatista precisa de anular cualquier tentativa de autonomía ciudadana combatiendo el gravísimo pecado (para los estatólatras) de la descentralización. Es imperativo, entonces, torpedear las iniciativas políticas, sociales, económicas y culturales que conlleven a posicionamientos de independencia frente a la hegemonía estatal. Se las sustituye, por consiguiente, por apariencias de delegación de atribuciones a las colectividades, como es el caso en la Venezuela de la sinvergüenzura de principios del siglo XXI, con el llamado “consejo comunal”, que no es sino un intento de esparcir la corrupción como semilla falaz con la intención de prostituir a tirios y troyanos, al tiempo que se extiende el imperio del oligarca enverrugado, pues es él el Big Brother cuya munificiencia provee los caudales a ser distribuidos y, por ende, desfalcados. La condición necesaria y suficiente para colocarse en los denarios viene a ser la declaración incondicional de sumisión al magnífico del lobanillo.

Estamos en presencia, a no dudar, de la manifestación moderna del feudalismo, con lo cual nos atrevemos a preguntarnos, ¿es el estatismo la representación postmoderna de ese fenómeno que creíamos extinto desde el medioevo? ¿Cómo se compagina la derecha tradicional con este esquema para atrevernos a asimilarla, en sus miras y procederes, con la izquierda tradicional? Tema para una próxima entrega, folks.

El fascismo de izquierda florece a la sombra del estatismo.

Solzhenitsyn, al igual que Dostoievski, criticó duramente la estatolatría y la tiranía.


[1] Venezolanismo por trampa o ardid: “jugar camunina” es meter un fraude.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Sesentera y va que chuta

La pelota es redonda… …y la arepa como que está cuadrada.

Con esta vista de águila que me gasto, no hay bate quebrao que valga.

Te cambio esa cachucha del Caracas por esta que cargo puesta, Zuleidys Yolandita.
El malogrado “Látigo” Chávez perdió la vida en 1969, cuando “El Coloso” de Viasa se estrelló en Maracaibo. Iba rumbo a reportarse con los Gigantes de San Francisco.



Al correr de los juglares

Sesentera (III)

por: Nicolás Soto

Muchacho es sinónimo de actividad física incansable. Nuestras expansiones incluían monear matas, jugar metras, policía librao, perinola en sus diversas modalidades (p’alante, p’atrás y martillo), trompo, gurrufío, volar papagayos, patinar en diciembre sacándole chispas a las ruedas en la bajada de la plaza Bolívar hasta la avenida Táchira por la calle Atarraya y, por supuesto, las caimaneras.

Entre varios lográbamos reunir guantes, mascotas, mascotines (perennemente teníamos déficit de todos ellos para los zurdos, quienes lograban jugar volteándolos), bates a menudo astillados y claveteados “n” veces hasta sacarles el nepe (a falta de buenos toletes no caía mal un cabo de hacha reciclado), y, no faltaba más, la pelota “de Spalding”, la cual casi siempre había perdido la envoltura de cuero cosido original y, por consiguiente, la forrábamos con teipe para que el embobinado de hilo no se deshiciera. Con toda la parafernalia reunida, por fin podíamos cantar ¡Pleybol!

Los sitios donde nos reuníamos eran fundamentalmente tres: el campo Bolívar, en el presente ocupado en buena parte por la prefectura en la avenida Libertador entre Bolívar y Las Flores; el campito del Liceo, donde usualmente nos coordinaban los inolvidables profesores Gustavo Fermín y Coleman Felser[1]; y un lote baldío en los predios de lo que hoy en día es Alfallanos (en aquel entonces, a toda esa zona la llamábamos La Laguna de Baltasar).

¿Qué decir de la emoción y diversión que nos embargaban? Las anécdotas abundan, pero por ahora me limitaré a evocar dos. El actual pediatra infectólogo Juan Félix García cubría el jardín derecho. El hoy ingeniero Rafaelito González Rojas descargó un potente elevado hacia esa zona y la bola parecía que bañaba a Juan Félix, quien corría y corría, quitándose la gorra para tapar el sol y mejorar la visibilidad. Cuando ya comenzábamos a celebrar el jonrón, ¡zuás!, la pelota le cayó dentro de la cachucha a Juan Félix… ¡y se armó la sampablera! ¡Chepa!, ¡Lechudo!, fueron los gritos que más se oyeron.

La otra. Veníamos un domingo en la tarde, después de una caimanera, con el sol inclemente del llano atarrayando, muertos de la sed por la calle Guasco diagonal a la catedral. Alguno exclamó: “Si hubiera alguna bodega abierta, me tomaría quinientos frescos”. De repente se abrió una ventana y emergió el bigote hirsuto del turco Kifa: “Baisano, base adelante. Mí no cierra nunca”. Y a beber colita Grappette se dijo.

De esa época proviene también mi devoción por la pelota. Recuerdo la primera Serie Mundial que oí por radio: 1964, los Yankees de Mickey Mantle y Roger Maris caen ante los Cardenales de San Luis, con Bob Gibson (quien ya había jugado en Venezuela) en plan de verdugo desde la lomita. La narración de Buck Canel y Musiú Lacavalerie llegaba, gracias a La Cabalgata Deportiva Gillette, a través de Radio Rumbos con el típico güergüereo y los pillidos de las transmisiones de aquella época. Pero uno gozaba un puyero escuchándolas e intercambiando las barajitas de los peloteros.

Estando en Caracas, importunaba a mis hermanos mayores para que me llevaran al estadio de la Ciudad Universitaria. Eché mis dientes beisboleros viendo en acción a Luis “Camaleón” García, Isaías “Látigo” Chávez, Pete Rose (en su año de novato jugó segunda con el Caracas), Ken Harrelson, Luis Aparicio, Diego Seguí, Vitico Davalillo, César Tovar, Luis Tiant, entre otros, y empecé a cogerle cariño a la reaparecida nave turca. En la temporada 1964-65 fue dirigida, primero, por Sparky Anderson (¡lo despidieron por haber perdido como diez partidos seguidos!) y, luego, por el “Chico” Carrasquel. Si mal no recuerdo, llegamos de úuuuuultimos. Pero no importa. El cariño seguirá siendo el mismo y la pelota seguirá siendo redonda.

Así se pone “El Pollo” Arturo Coronil cuando canta el tercer strike y el ponchao no quiere aceptarlo.

[1] Coleman Felser llegó al Liceo “José Gil Fortoul”, junto a la profesora Judy Nelson, a mediados de los sesenta. Ambos eran profesores de educación física y miembros del Cuerpo de Paz, creado por John Kennedy al igual que la Alianza para el Progreso, en una especie de continuación de la política del “Buen Vecino” de Franklin Delano Roosevelt. Después de su estadía aquí entre nos, supuestamente sirvió en la guerra de Vietnam donde falleció.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Dueto de mociones

Todos los dictadores adoran el armamentismo


Parieron los artrópodos


Dueto de mociones


por: Nicolás Soto


Binomio de proposiciones. Duodeno de propuestas para el debate. Venzo la abulia y escrituro.


Primo, tomemos las recientes experiencias electorales, auspiciadas por la dictadura de nuevo cuño entronizada en la patria de Andrés Bello, y analicemos. La disposición de que basta con disponer de una mayoría relativa precaria, escuálida cuando mucho, implica que los cargos otorgados supuestamente a través del sufragio no alcancen un nivel de representatividad que avale el nombramiento. De ser ciertas las cifras del consejo electoral chavetón, impregnadas como están de timo y dolo, ningún funcionario electo cuenta con un amplio cimiento de legitimación. ¿Son suficientes un veinte por ciento de la votación efectiva, si acaso un treinta por ciento, cuando mucho un cuarenta por ciento, para suscribir la legitimidad del aspirante pretendidamente electo? Ahí están los jumentos de la denominada “asamblea nacional” como paradigma de la no representatividad.


Esta dispersión de la voluntad del electorado ha provocado la irrupción de aspiraciones irracionales que socavan el principio de la necesaria unidad para vapulear los cada día más graves problemas que afrontamos. Alrededor de la retreta de candidatos (muchos de ellos no muy santos que digamos) se han sedimentado mesnadas de veteranitos y bichitos, habilísimos calentadores de oreja y gorreros de grueso calibre, con las pezuñas en stand by para ponerse “donde haiga”.


¿Una posible solución? Después de sobrevivir al actual disparate (que finalizará tarde o temprano, por re o por fa), habrá que implementar, en el nuevo orden institucional que sustituya a ese monumento a la piratería hermenéutica que es la constitución chavetona, la elección uninominal y a doble vuelta para todos los cargos, ejecutivos y legislativos. Así, pongamos por caso, en la primera vuelta podrán lanzarse todos quienes se sientan llamados a la liza electoral, con posibilidades o no de cautivar la atención del electorado. Si nadie logra mayoría absoluta, entonces, los dos más votados pasan a la segunda vuelta y privará el principio de “la mitad más un voto” para ser ungido. Por el lado parlamentario, esto acarreará el definitivo fallecimiento de los pavosísimos métodos de listas, planchas, morochas, kinos y demás arquetipos de la tracalería en función política. Asimismo, con la elección uninominal los partidos y demás movimientos proselitistas deberán agudizar sus antenas para ubicar y captar a los líderes natos en cada comunidad específica, y no al revés, como viene sucediendo hasta ahora.


Secondo, agárrense duro los partidarios de la salida inmediata del demagogo ignorante y corrompido (d.i.c.). Viene rodando con más fuerza cada día la siguiente tesis (a ver qué opinan ustedes): ahora que la crisis provocada por el despilfarro y la ladronería del d.i.c. se torna inocultable (“nos agarró con los calzones abajo y las nalgas peladas”, como dicen en el llano), dejémoslo que se cocine en su propia salsa. Que le reviente en su cara hinchada y verrugona todo el tifón del desnalgue que, hasta ahora, estaba camuflado tras los ascendientes precios del petróleo. Es previsible que, dada la archiconocida cobardía del interfecto, cuando los nubarrones se tornen bien negros (presumiblemente después de la elección y la navidad), pretenderá huir, hacia atrás (¡sóbalo ahí, capitán Alfredo!) o hacia delante, lanzando espumarrajos contra los golpistos y golpistas, escuálidos y escuálidas, imperialistos e imperialistas, bla bla blá.

Sería labor nuestra, pues, atribuir las culpas a quien verdaderamente corresponde. De esta forma, quedaría maculada para siempre la supuesta “popularidad” del reyezuelo, constituyéndosele en pesado lastre para un anhelado comeback político (como el experimentado en abril 2002) y, por supuesto, prueba irrefutable para su comparecencia ante la justicia. Esta bancarrota general, sobre todo en el orden ético y moral, debe quedar autenticada como hija legítima del tiranuelo. Y sólo de él.

Mientras tanto, a arremangarse los calzones y las pantaletas que el joropo es vergajiao. He dicho.

jueves, 23 de octubre de 2008

¿Presidente o presidenta?

- ¿De quién es esa chivita que me "rajuña" tan sabrosito, mi presidiente?
- ¿Y de quién es esa verruguita con sabor a maletincito, mi presidienta?


Lo que sigue es un mail que anda circulando por ahí. La Nota Bene es de mi autoría. Ahí les va...



¿Presidente o presidenta?

En castellano existen los participios activos como derivados verbales:
El participio activo del verbo atacar, es atacante.
El de sufrir, es sufriente.
El de cantar, es cantante.
El de existir, existente.

¿Cuál es el participio activo del verbo ser? El participio activo del verbo ser, es 'el ente'. El que es, es el ente. Tiene entidad. Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final ' ente'. Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independiente del sexo que esa persona tenga. Se dice capilla ardiente, no ardienta. Se dice estudiante, no estudianta.
Se dice adolescente, no adolescenta. Se dice paciente, no pacienta.

La Sra. Cristina Fernández de Kirchner no sólo hace un mal uso del lenguaje por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua castellana.Pasemos el mensaje a todos nuestros conocidos argentinos con la esperanza que el mismo llegue finalmente a la Casa Rosada, para que de una vez termine de corregir a todas las personas que, correctamente, la llaman Presidente.

Mal ejemplo:
La pacienta era una estudianta adolescenta sufrienta, representanta e integranta independienta de las cantantas y también atacanta, y la velaron en la capilla ardienta existenta. Qué mal suena ahora Presidenta... no? Es siempre bueno aprender de qué y cómo estamos hablando.

Nota Bene: Esta acotación viene como anillo al dedo con respecto al bodrio constitucional que nos ha remachado la actual dictadura venezolana. Por estarse adecuando a la corriente "políticamente correcta", el citado esperpento leguleyérico abunda en términos redundantes para ambos géneros (por no hablar de faltas de ortografía y de sintaxis, propias de cagatintas piratas). Exagerando un tanto la nota, no sería de extrañar que aparecieran en ese pasticho hermenéutico términos como "hipócritas e hipócritos", "idiotas e idiotos", "adolescentos y adolescentas", y así por el estilo.


Si se sostiene al principio de que no se admiten discriminaciones por género, raza, religión, status socioeconómico, preferencias sexuales, etc., bastaría con utilizar el genérico correspondiente en cada aspecto legal. Si hablamos de ciudadanos, por ejemplo, se sobreentenderá que podrán ser mujeres, hombres, negros, blancos, aborígenes, etc. Si hablamos del conjunto de los individuos, no habrá que decir "los individuos y las individuas", "la ciudadanía y el ciudadanío", "los indígenos y las indígenas", "los afrodescendientos y las afrodescendientas", valga el caso.

Esta es otra muestra más de la piratería conceptual, profesional y vital de los extremistas (de derecha o izquierda) que, por disparates de la historia humana, llegan a hacerse del poder en países y sociedades reputadas, hasta ese entonces, con algo de seriedad, tal como aconteció en Alemania e Italia con el fascismo de derecha, y como lo sufrimos actualmente en Venezuela con el fascismo de izquierda.


He dicho, panitas y panitos.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Sesentera por cuentagotas

A lomo de relumbrones

Sesentera (II)

por: Nicolás Soto



Luego del Kinder en la “Julita Hernández”, con la maestra Antonieta Zamora, recibí el agua bautismal de la lectura en la Escuela “Monseñor Álvarez”, calle González Padrón sur, entre Las Flores y Descanso, Valle de La Pascua, Guárico, República de Venezuela (el verdadero nombre de este país), de manos de la maestra Ana Julia Guerra de Díaz y de la maestra Tula, quien, si mal no recuerdo, era la esposa del inolvidable profesor Cuenza. Como vehículos inductores, los libros “Upa” y el manual de alfabetización de adultos “Abajo Cadenas”: Juan Camejo tiene calentura. Ala, casa, maraca, tapa. Perro que come manteca no mete la lengua en tapara. El que madruga coge agua clara. Juan Camejo dejó el conuco. Juan Camejo ahora trabaja en los campos petroleros. Las letras se amoldarían a mi espíritu para siempre, gracias a mis profes. Gratitud eterna.

El padre Chacín puso en marcha su sempiterno proyecto docente en 1961. La casa parroquial sirvió de sede inicial, albergando tercero, cuarto y quinto grados, con puros varones. Allí recibíamos clases, según el máximo nivel de exigencia que siempre requirió el presbítero trujillano, y, durante los recesos, se podía ver a aquel tropel de chipilines disputando caimaneras con pelotica de goma o jugando metras en el reducido patio de la sede parroquial: “¡Pichigüeca! ¡Barajo monte! ¡Todo ahí! ¡Barajo tornique! ¡Barajo pujinche! ¡Boto tierrita y no juego más!” No había Nintendo ni Play Station, pero gozábamos un puyero.

El padre era estricto y había que caminarle derechito, siendo la justicia y equidad partes inseparables de su tutela. La totalidad de mis condiscípulos de entonces concuerda en que ─ si bien la chillaban al encajar los palmetazos, regaños y coscorronazos ─, después de adultos llegamos a agradecer la mano firme que señalaba el derrotero de la conducta intachable. Con o sin Lopna. Por mi lado, aprendí a tirar la piedra y a esconder la manito, para que no me sobaran con La Milagrosa. Aparte de uno que otro con ínfulas de guapetón ─ nunca faltan los bullies, como dicen los anglosajones ─, nosotros no pasábamos de nimias travesuras y, más bien, competíamos sanamente en el campo del aprendizaje.

Uno veía el mundo exterior, lógicamente, con ojos de mozuelo. Pero, de alguna manera, intuíamos que las cosas se estaban acelerando al percibir el desasosiego de nuestros mayores, tal como lo expresaría, a posteriori, el Mayo Francés de 1968: “Arrêtez le monde, je veux descendre! ¡Detengan al mundo, que me quiero bajar!” Para la chiquillería, sea cual sea la generación a la que pertenezcan, los cambios se suceden de forma natural. Nosotros no seríamos la excepción.

Los acontecimientos abruptos, con los giros de apreciación que acarrean aparejados consigo, jalonan toda existencia. Mis padres trabajaron duro desde muy temprano en la vida para asegurar el sustento y nunca pudieron completar su educación formal, pero en mi casa siempre abundaron los libros y la prensa. En agosto de 1962 falleció sorpresivamente Marilyn Monroe. Todos los periódicos se hicieron eco. Yo me extasiaba contemplando las fotografías de aquella belleza hipnótica, muerta en extrañas circunstancias. Ahí se me destapó la conciencia de que las mujeres eran otra cosa, portadoras del misterio y el embrujo. La diva rubia se me grabaría como el epítome de la hermosura, hasta hoy.

Todos los domingos asistíamos a misa de nueve en uniforme de gala. De este lado, nosotros, los del “Juan Germán Roscio”. En la otra nave, las alumnas del colegio de las monjas. Nunca olvidaré la primera mirada furtiva que me prodigaron unos ojos avellanados, acompañada de una sonrisa esquiva que me ruborizó los cachetes y las orejas, me hizo temblequear los jarretes y se me arrellanó en el alma con ínfulas de fiebre profana. En algún momento me armé de valor, me le acerqué a tan exquisita criatura y, ¡ah mundo!, me sentí presa de una borrachera vehemente: mi cerebro ordenaba decir algo y mi boca se anegaba con vocablos inconexos. Ella me obsequió con un mohín adorable y me dejó al descampado con mi síncope prepúber. Como decía el gran Germán Valdés, “Tin Tan”: ¡Jíjole, yo y las mujeres!

Noviembre de 1963, quinto grado, viernes en la tarde, casa parroquial. Llegó alguien con la noticia: “¡Mataron a John Kennedy, el presidente de Estados Unidos!” A la hora de salida, un gentío se aglomeraba en predios del establecimiento de don Ernesto Alayón en la que, por supuesto, siempre hemos conocido como la esquina de Alayón (Atarraya con Real, frente a la plaza Bolívar). Desde un potente radio transoceánico, los detalles del magnicidio irrumpían con su carga planetaria y un sinfín de güergüereos típicos de las transmisiones de onda corta. No lo sabíamos aún, pero ya convivíamos en una aldea global. Todo estaba cambiando, para bien o para mal.

El profesor Zerpa imponiéndole una medalla a este escribidorzuelo vuestro. Observan, en primer plano, monseñor Chacín, y desde el fondo, entre otros, Octavio Loreto, César Delgado, Norton Barreto, Manuel Contreras, Rubén Darío Díaz (qepd) y Gerardo Camero Calcurián.
Marilyn Monroe, primor imperecedero.

Kennedy y Jackie en Dallas, minutos antes de la tragedia.

lunes, 13 de octubre de 2008

¿A qué se deberá esta predilección de izquierdas y derechas por la preponderancia del estado?

Dios los crió...





Sibilinos peinillazos


De diestras y siniestras (II)


por: Nicolás Soto


"Tutto nello Stato, niente al di fuori dello Stato, nulla contro lo Stato”
Il duce Benito Mussolini
"Dentro de la revolución, todo. Fuera de la revolución nada"
Un par de duces caribeños, uno chivudo, el otro verrugón


¿A qué se deberá esta predilección de izquierdas y derechas por la preponderancia del estado? Habría que remontarse, quizá, a la génesis de la necesidad organizativa en lo social y a la perenne animalidad que nos negamos a abandonar, con todo y las “n” centurias transcurridas desde el albor del género humano. Expliquémonos, a ver si atinamos.


La exigencia de protegerse a sí mismos contra ingentes factores externos llevó a los primeros conglomerados humanos a confiarse en algunos de sus miembros para la dirigencia, usanza que hemos heredado de las bestias (todas las manadas cuentan con su respectivo papaúpa). Estos elementos poseían, a no dudar, ambición de liderazgo y, de esta forma, lograrían afianzar la supervivencia del grupo como excusa para empinarse por encima de sus congéneres. En algunos casos, esa bandería se impondría gracias al consentimiento tácito de los dirigidos, pero, a medida que las comunidades se acrecentaban en número y complejidad, la capacidad de violencia se convertiría en el fiel de la balanza. El aura de la supremacía de los unos sobre los otros iría labrando ese meollo inefable y terriblemente opresivo que hemos conocido, a lo largo y ancho de la historia, con la denominación de poder: todo por el poder, temámosle al poder, arrodillémonos ante el poder, ¡ah carajo con el poder! Aunado a lo anterior, la innata apetencia humana por dotarse de explicaciones acerca de la infinitud del universo y sobre la naturaleza de la vida misma generaría el fenómeno religioso, the ultimate explanation, la expresión que lo abarca todo, la dilucidación de todos los misterios, la base de sustentación que nos asienta y nos centra ante lo desconocido, suministrándonos toda repuesta para toda interrogante: ¿qué somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿qué hay después de la muerte? A posteriori aparecerían la filosofía y la ciencia con finalidades similares, pero primero fue lo primero: las religiones, las cosmogonías, las mitologías…



Sería de esta forma, entonces, como los aguzados conductores sociales mezclaron intuitivamente el ansia de resguardo contra las amenazas exteriores ─ verbigracia, las fieras y las amenazas provenientes de la naturaleza silvestre, amén de los otros grupos humanos enfrascados en el afán de conquistarnos ─, la obligación de armonizarse para afianzar la supervivencia ─ traducida en división del trabajo para la producción económica aunada a la jerarquización de la sociedad, en tanto que correa de transmisión de las directrices ─, y, last but not least, el espíritu religioso en el rol de drenaje del temor ancestral hacia lo desconocido y, voilá!, presto!, emerge de la manera más natural el poder: la facultad de disponer de vidas y erarios ajenos, de encausarlo todo, enmarcarlo todo y dirigirlo todo hacia el derrotero que fije el ungido, el supremo, das führer, recipiente solitario de la inobjetable sapiencia que confiere el poder.



Nótese que es prácticamente imposible conseguir una contextura social, bien sea en la antigüedad o en agrupaciones específicas de la contemporaneidad, donde el poder político no vaya emparejado, siamésicamente hablando, con la hegemonía religiosa. Los faraones egipcios, los emperadores romanos y hasta los caciques de las tribus aborígenes encarnaban la esencia divina de este lado de la existencia. Los monarcas medievales occidentales hubieron de recurrir a pensadores de neto ascendiente aristotélico para que desarrollaran la doctrina del derecho divino, quizá para expiar algún ratón[1] moral ante el claro mandato de Jesús de separación de las esferas política y religiosa: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Por ende, el rey, emperador, kaiser, mandarín, o lo que fuese, siguió representando lo excelso, lo insuperable, la voluntad inapelable e infalible, pues, si dejó de pertenecer al club de las divinidades, su autoridad ostentaba el sello de aprobación por parte del Supremo Hacedor. Pero, como a todo cochino le llega su sábado, a esta realidad de siglos le dio matarile la modernidad, principalmente con las revoluciones norteamericana y francesa (ya se los conversamos en capítulo anterior), aunadas a “nuestras matazones republicanas” ─ Laureano Vallenilla Lanz dixit ─ de este lado del charco, que, si bien guardaban un resabio de belicismo semibarbárico e inmaduro, sirvieron, en alguna medida, para difundir nociones de cambio y movilidad sociales.


Mas he aquí, entonces, que en vía de franco ocaso el esquema monárquico tradicional, no podía perderse el acicate del disfrute sensual y adictivo del poder por el poder mismo. Se requería, por lo tanto, de argumentos de peso que justificasen a aquellas individualidades ansiosas de ponerle la pata en el pescuezo al resto de los mortales por causa de cualesquiera cargas psicopáticas o de cuentas por cobrar al prójimo, carburante sine qua non de estos sociópatas para encaramarse en las mieles del poder, ese poder que los ha desvelado[2] desde que el mundo es mundo.


Caídas (o en vías de debilitamiento) las monarquías, se genera la noción de estado[3], como suprema confluencia del sentir del pueblo, en tanto que masa informe a la cual hay que inocularle la conveniencia de seguir a pie juntillas las indicaciones de los “estamentos esclarecidos” que detentan, o buscan detentar, el poder. Nace, en consecuencia, la tesis socialista, tronco común del fascismo y del comunismo, pero, por sobre todas las cosas, pilar fundamental del estatismo (o estatolatría).
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[1] Venezolanismo por resaca o cruda.
[2] Aclaratoria lingüística: me llama sobremanera la atención el uso que el verbo desvelar ha venido tomando últimamente en algunas zonas de España como sinónimo de lo que aquí, en América, denotamos como develar, descubrir, destapar o revelar. Desvelar, caros míos, significa, aquí y ahora, perder el sueño, quedarse mirando pa’l techo (como fémina insatisfecha luego del amor). Y si no, escuchen a Toña La Negra con su “Desvelo de amor”. Ahí queda eso.
[3] Así, con minúsculas, para deslastrar a este concepto de su carácter de Moloch, de Baal, de deidad ante la cual prosternarse (y prostituirse).

viernes, 3 de octubre de 2008

Miss America & me on Math & Music

Maripepa, me volviste a coger la plancha prestada para comer arepa de mechada y no me convidaste. ¡Maluca!


Dear América:

Esto me hizo recordar -- no sé por qué, vainas de la memoria -- varios grafitti de mi época ucevista, a saber:

- "Caminante no hay camino: ¡párale un peo al MOP!

- "La vida es una barca" (fdo.) Calderón de La Mierda

- "Cristo viene. Tres únicas presentaciones. Y por Venezuela: ¡Trino Mora!"


No te desconsueles por les Mathémathiques. En el llano tenemos un dicho: "Dios no le da cacho a burro". O, lo que es lo mismo, somos unos machetes para unas cosas, y, para otras, más brutos que una mula. Por ejemplo, este servidor tuyo es totalmente nulo con las manos. Hasta para enroscar un bombillo en un sócate me vuelvo un desastre, lo cual ha ocasionado que más de una fémina ha botado tierrita y cogido las de Villadiego conmigo (no las culpo). Y ahora, de viejo, voy de mal en pior.En fin, ni que reencauchemos el carapacho nos salvamos de la pelona. ¡Que dios nos coja...!

Abrazos,

The Nickman

---------- Forwarded message ----------

From: America Ratto-Ciarlo -- Date: 2008/9/30

Subject: las Matemáticas y la música..

To: Nicolas Soto

Querido Nikman,

Esto se me hace muy pesao de leer..! Soy pésima para la ecuaciones. Siempre "arrastré" las MAT.

Por otra parte lo escrito por tu amigo, es pura paja (digo´, que todas esas recomendaciones no sirven`pa´na) Simón (creativo y musical, gran improvisador) y la Tacher ( mucha tomas de decisiones) tienen Alzheimer.. Ergo: al que le toca, le toca..!

o sea: El infierno es la vejez..! (ver attacho)
liguémosla pa´pasar lisos..

cambio y fuera

miss América


La vida es ansí XII


El infierno es la vejez. Una ancianita muy sabia me dijo un día, ¡El infierno es la vejez..! y cuanta razón tenía. Yo eso del cielo y purgatorio no lo creo pa´na´, pero en el infierno sí porque se vive aquí mismito en la tierra. Yo me di cuenta que envejecí, no por las celebraciones de los cumplesiglos sino porque comencé a tomar un pastillero horroroso. La vejez transcurre en recordar cuales pastillas y a cual hora tomar: para la dispepsia, para la flebitis, para el climaterio, para el corazón, para la próstata (si no se ha extirpado todavía), para la artritis y ¡hay coño!, se me pasó la capsula de la tensión… o sea que el riego también falla. Por más bien que uno pretenda sentirse, no le faltará un achaque.


Después de pasar la cincuentena, preocúpese si no le aqueja algún dolor. ¡Significa que está muerto! En una de esas premiaciones cinematográficas le escuché decir al actor Sean Connery: ¡La vida es una bella obra, pero el tercer acto es una mierda! y si lo dice él –el inveterado 007- que quedará para el resto de los mortales.


Otros que tenían razón eran los griegos para quienes los elegidos de los Dioses morían jóvenes. En definitiva la vida -o el Creador que supuestamente la diseño- te cobra carísimo por unos años más de permanencia terrenal. Creo que en ese aspecto hubo una falla de diseño:la juventud es corta y la vejez muy larga. No costaba nada mejorarlo y permitirte vivir más y mejor, física y mentalmente. No le veo la gracia a estar tanto tiempo por aquí, convertido en vegetal: ocupando espacio y consumiendo el aire de otros más jóvenes y que le sacarán mejor provecho. No hay ejercicios, cirugías plásticas, hobby, ni tratamiento que valga. Es como una lechada que siempre se desteñirá: la belleza pasa, pero la silicona queda. Se remoza el exterior y la procesión va por dentro. Por allí hay mucha vieja y viejo con el carapacho parapeteao, pero en cuanto hablan no logran hilar una oración completa, lo que sutilmente denota que son unos carcamales.

Ningún ser viviente trasciende a su organismo, éste acaba por vencerlo. Si lo sabrán los médicos que nos aplican sus paliativos, para hacer un poco menos cuesta arriba el envejecimiento: sueros rejuvenecedores, oxigenación de la sangre, tratamiento de la Dra. Aslam, dietas bajas en calorías y pare usted de contar. Ahora se llaman médicos anti-aging. Cuando mis abuelitos se les decía geriatras.Las únicas ventaja que le veo a llegar a eso que ahora se ha dado en llamar eufemísticamente tercera edad o juventud prolongada, son: que como ya estás medio sordo, no escuchas todas las pendejadas que habla la gente; que pagas medio pasaje, medio ticket en el cine y los espectáculos; que no te calas una cola y te puedes colear en todas partes con tu cara muy lavada y arrugada. Eso, si no eres de esos tontos que se les ve el chuchumeco a leguas, que prefieren una cola abusiva antes de confesar su verdadera edad.


Hasta ahora el único placebo que funciona para soportar el envejecimiento y sobrellevarlo medianamente, es el buen humor. Asumir el barranco, burlarse de uno mismo y cometer las locuras que antes no te permitiste: por ejemplo, si aún te aventuras a manejar y algún asomaó en la cola te grita: ¡Vieja quítate del medio! Bájate, le das dos tiros y te largas muy oronda que viejo no paga cárcel…Cuando algún amigo te consiga por la calle y te diga ¡Que bien te conservas!, !cuidado...! no es un halago. Lo que te dice es que pareces que estuvieras en formol. Recuerda que eso jamás se le ocurrirá decírselo a una moza o mozo.


Caracas, agosto 2007
Publicado en: http://www.rattcia.blosgpot.com
Iustracion: Quino

martes, 30 de septiembre de 2008

Math & Music: are they that different?





Dear dude:

Los anglosajones suelen afirmar: We're not getting any younger. El tiempo fluye en nuestra escala perceptiva newtoniana, vale decir, a nuestro nivel cognitivo, aun cuando Einstein y Stephen Hawking han demostrado que el tiempo es otro parámetro más en la urdimbre de las dimensiones y que, como tal, se puede alterar, expandir, contraer y demases.

Relacionando el artículo de tu autoría, dedicado al suscrito, con el bienamado roquete, no pude menos que rememorar "My Generation" de The Who: I hope I die before I get old. Como no nos toca remontar el páramo todavía (al menos eso esperamos), entonces que se hagan válidos tus acertados consejos para mejorar la vivencia, tanto en lo material como en lo intelectual y espiritual. Nadie nos quitará lo bailao.

Math and music? Tengo un pie en ambos mundos y, simultáneamente, me disocio del uno con respecto al otro. Puedo meterle cacumen a las ecuaciones pero creo que el universo subjetivo de la creatividad no es mensurable. Si me estrujan la musa, a lo mejor uno de estos días compongo un divertimento para Stratocaster Fender, Hammond Organ, Vox amps, pizarra, tiza y cuaderno "Caribe", homenajeando a Joe Satriani, a Keith Emerson, a Fermat, a Boole y a Euler. Un recuerdo para el profesor Domingo Rojas Anato (qepd) quien me hizo resolver mi primera ecuación, aquella cuyo planteamiento comenzaba por: "Adios, mis cien palomas..."

Cheers for fears,

The Nickman


La memoria prófuga

Tempus Fugit

por: Degnis Romero

a Nicolás Soto

El tiempo pasa, transcurre de forma tan vertiginosa que se nos antoja parodiar a Joni Mitchell y su Circle Game, aplicando una ligera desviación: "así, el muchacho que soñaba con el mañana ahora tiene sesenta" (como es sabido, el original dice veinte, pero eso fue hace mucho tiempo. Suficiente para que el Alzheimer hiciera estragos).

Nada que hacer, el avance es inexorable, no valen ruegos implorando clemencia. No funcionan intentos de trueque, tratando de negociar algún reino malhabido (no hay otra forma posible, en estos predios sin tradición monárquica) por unos años menos. Tampoco sirven subterfugios como la piedra filosofal, el elíxir de la vida, la panacea universal o la históricamente codiciada fuente de juventud. Estamos fritos!

Tan sólo queda respirar profundo mientras el cuerpo aguante (designio del creador) y envejecer dignamente, atesorando valiosos recuerdos según nos lo permita la progresiva reducción de actividad sináptica en nuestras cada vez más escasas neuronas.

En ese devenir, cobra suma importancia el cuidado que se le ofrezca a ese cuerpo, a la mente y al espíritu; a fin de conseguir el ansiado equilibrio que nos ayude a sobrellevar la pesada carga a la que nos obliga el padre tiempo y lograr atenuar los niveles de deterioro y decadencia que se producen. En concreto, mantener el máximo grado de lucidez para no ser copia fiel del decir de César Vallejo: "Pero el cadáver, ay, siguió muriendo". En contraposición, me valgo del ejemplo de la dinámica de grupo en una transnacional, cuándo a la pregunta: "Qué la gustaría que dijeran de Ud. en su velatorio?", el participante ganador respondió: "Coño, todavía se mueve!".

El cuerpo debe mantenerse en continua actividad física, asumiendo sanas prácticas alimentarias, ejercicios rutinarios de tipo aeróbico y anaeróbico, haciendo énfasis en aquellos que contribuyan a oxigenar el cerebro (motor principal de nuestro vehículo orgánico), incluyendo sesiones frecuentes de sexo (con el opuesto, preferiblemente) y de masajes tonificantes. Evitar, a toda costa, el consumo de fármacos (ninguno es inocuo, promueven efectos colaterales más dañinos, en muchos casos, que la dolencia) y de otros brebajes que basen sus bondades en campañas publicitarias.

La mente, ay la mente…, requiere de importante atención y cuidado, actuando espontánea y diligentemente para preservar la permanentemente amenazada sanidad mental y evitar caer en desgracia y en ridículo (como el caso descrito '*' abajo) o en manos de profesionales del área (psicólogos, psiquiatras, terapistas emocionales, etc.). Para ello es obligante tenerla ocupada, en primera instancia en actividades productivas, es decir, trabajar duro para conseguir cierta comodidad desde la tercera edad en adelante (ya no seremos jóvenes y bellos por lo que habrá que cargar algo de juventud y belleza en la chequera. Dr. Luís Alcocer dixit). Agregar necesarios escapes distractivos (sin excesos tóxicos), momentos que fomenten la liberación de endorfinas por parte del cerebro (la risa, remedio infalible) y otros mecanismos de relajación que prevengan y/o combatan las plagas del moderno estrés y la tradicional depresión. *La peor referencia de qué tan bajo se puede caer en el pantanal del desequilibrio, es cuando se llega a sufrir resentimiento social, inestabilidad emocional, disociación psicótica, megalomanía y delirio de persecución, como el caso harto conocido del inefable tipejo aquél (a quién le recomendamos unirse a la Humor Research Task Force, si es que lo admitieran).

El espíritu, debe nutrirse de manera balanceada, entre otras cosas, con mecanismos de fe, con prácticas religiosas desprovistas de radicalismos o fundamentalismos nefastos, con experiencias esotéricas alejadas de doctrinas anárquicas, con actividades de meditación que nos facilite poner tierra de por medio con la sociedad de consumo y, sobre todo, con el disfrute del culto a las bellas artes, en particular la música, alimento esencial del alma (naque).

Ser melómano implica, sin querer abusar de la hermenéutica filosófica, adentrarse con gran facilidad en un submundo sonoro, acústico, polifónico y adictivo (sin llegar a la procrastinación), compuesto por secuencias de sonidos melódicos y acordes armoniosos agradables al oído, que nos ambientan diferentes pasajes escenográficos relativos a la existencia. La música se incrusta en la memoria humana, a través de la capacidad perceptiva y es capaz de hacer evocar emociones y reconstruir vivencias de forma poderosa.

El placer por la buena música sólo depende de un gusto intuitivo y místico, ese séptimo sentido (el sexto está demasiado trillado) que nos induce a transgredir brechas generacionales y trascender prejuicios de género. Ello explica la tendencia a degustar desde lo clásico, hasta lo contemporáneo y vanguardista, pasando por diferentes ritmos, tonalidades y compases que nos ponen a vibrar en sintonía con el universo. Tanto, que nuestro espíritu se eleva al plano cósmico (viaje astral?) desde dónde nos proyectamos a épocas pasadas (ni mejores ni peores. Únicas!), que refrescan y revitalizan la erosionada memoria. Caso particular el del Rock, sobre todo el progresivo o el sinfónico, cuyos cultores de las décadas 60 y 70 son irrepetibles. Dignos representantes de una secta iluminada (algunos con LSD y demás hierbas, pero el fin justifica los medios) y prolífica, cuyo legado invaluable nos transmite frecuencias sensoriales sublimes y elevadas. Estímulos que sacuden el desgastado organismo, lo reaniman e impulsan la disposición a seguir en la pelea hasta el final. No queda de otra!

Por último, es menester precisar que las recomendaciones up supra son necesarias pero no suficientes para obtener y/o resguardar la integridad físico mental espiritual, ya que estamos cotidianamente sometidos a todo tipo de riesgos y amenazas, a causa de la inseguridad social que nos aqueja afianzada por la manifiesta indolencia oficial. En otras palabras, en cualquier momento podemos ser víctimas del hampa desatada y adiós luz que te apagaste. De cualquier forma, natural o inducida, ojala nuestro tiempo haya sido fructífero y nuestra conducta de vida nos haya hecho merecedores (ticket seguro en mano) de una confortable butaca en el anhelado concierto celestial eterno.

Math & Music: two languages as one





La música es matemática pura.


Modelos matemáticos para las señales musicales



En general, la onda de presión sonora se puede representar por una función

donde t es el parámetro tiempo.

En el caso particular de una tonalidad pura, podríamos escribir

donde A y x son parámteros físicos que determinan el diseño de la tonalidad, denominados, respectivamente, amplitud y frecuencia de la onda sonora.

Sin embargo, la música no está totalmente representada por sucesiones de tonalidades puras, ni siquiera por combinaciones lineales de las mismas. Por ejemplo, el modelo del sonido de una campana musical se puede establecer mediante

donde N, Ak, tk y xk, k=1,2,...,N, son parámetros de diseño convenientemente elegidos.

El músico John Chowing, en los primeros años de la década de los 70, sintetizó señales musicales experimentando con funciones de la forma

Además, es necesario añadir componentes estocásticas para disponer de un modelo de ruido, siempre presente en cualquier clase de audición. Finalmente, no se debe olvidar el papel de las funciones fractales en el generación de sonidos: por ejemplo, el movimiento browniano generalizado.

Jean Claude Risset, músico francés experto en síntesis de sonidos, es el autor de un efecto sonoro, un glissando interminable, construido como una función periódica que reproduce un acorde de ocho notas con frecuencia local estrictamente creciente.

La señal

con a=(log(1.5)/8), b=1/256, f=784 Hz, para -32 £ t £ 32 s, genera un sonido con una frecuencia que crece desde 155 Hz, casi inaudible por baja frecuencia hasta 3964 Hz, con la misma propiedad, pero por alta. A partir de s, se construye g por periodización:

Puesto que las traslaciones de s no son audibles durante más de 64 s, resulta un acorde con ocho notas, que produce la sensación de escuchar frecuencias indefinidamente crecientes

PS

Esto es un simple plagio, si no digo que lo saqué de aquí:

http://campus-llamaquique.uniovi.es/virtual/docencia/musica/modelos/modelos.htm

Si les parece muy teórico, en el siguiente se muestran los valores correspondientes a las frecuencias.

El próximo paso es meterle a la composición musical y tratar de ser original.

Tomado de: http://www.musicaperuana.com/espanol/mm.htm

La Música y las Matemáticas

Los sonidos musicales son producidos por algunos procesos físicos que tienen un carácter periódico - una cuerda vibrando, el aire en el interior de un instrumento de viento, etc. Aun siendo muy diferentes entre ellos, estos procesos pueden ser descritos con un mismo modelo matemático. La característica más fundamental de esos sonidos es su "altura" o frecuencia. Imaginémonos una cuerda que al ser tocada vibra, dando oscilaciones en las proximidades de su posición de reposo o equilibrio. Cuanto más oscilaciones da en un período de tiempo, más alta será la frecuencia del sonido producido, y más aguda o "alta" será la nota musical resultante. La magnitud de la frecuencia se mide en Hertz (Hz), que es simplemente el número de oscilaciones o ciclos por segundo. En la música, las frecuencias absolutas no son tan importantes, como sí lo son las relaciones de frecuencia entre diferentes sonidos, las cuales denominaremos intervalos o distancias. Una melodía puede ser tocada con instrumentos de sonido grave o agudo, o en diferentes "octavas", sin dejar de ser la misma melodía, siempre y cuando las distancias entre las notas sean preservadas.
Se puede definir un etalón, o sea, una nota estándard, de la cual podemos derivar todas las otras notas. La distancia musical que separa alguna nota de la del etalón, la denominaremos escala (pitch en inglés). El oído humano es un "instrumento" muy sensible, y en ciertas condiciones es capaz de percibir sonidos en el rango de 20 Hz hasta 20,000 Hz, aúnque el diapasón musical es significativamente menor - hasta unos 4,500 Hz. Los sonidos más agudos, aunque son audibles, se escuchan como ruidos, silbatos o timbres brillantes de los sonidos musicales. Dentro de ese diapasón, el oído puede distinguir los sonidos cuyas frecuencias difieren en un solo Hertz. Podríamos suponer que la música debería contar con unas 4,000 notas... Pero en realidad, las 88 teclas del piano es casi todo lo que tenemos.
El siguiente esquema muestra un fragmento del teclado de piano, a cada tecla le corresponde una nota musical. La última columna indica la frecuencia correspondiente (en Hertz):
Piano
En este esquema se puede ver que las teclas forman grupos de 12 (7 blancas y 5 negras), y estos grupos se repiten de izquierda a derecha. Cada octava tecla blanca cierra un grupo y abre el otro, y por eso la distancia musical entre esas teclas se llama octava (normalmente se llama octava también el mismo grupo de 12 teclas), y su escala es igual a 2:1 - esto es, la frecuencia de la misma nota de siguiente octava es el doble, y la de octava anterior es la mitad. La distancia de dos octavas le corresponde a la relación de frecuencias de 4:1, tres octavas - 8:1 etc.: para sumar distancias tenemos que multiplicar las relaciones de frecuencias. La nota "La" (o "A") es la nota de etalón - su frecuencia es 440 Hz.
Dentro de cada octava, pareciera que las frecuencias de las notas son esporádicas y no siguen ninguna regla... En realidad existe un sistema bien definido. En adelante trataremos de explicar con más detalle este sistema.

Escala natural

El oído humano tiene una "construcción" tal, que los sonidos cuyas frecuencias están en la proporción simple (2/1, 3/2, 4/3 etc), suenan juntos de una manera agradable. Por otro lado, casi todos los procesos físicos que producen sonidos, además de la frecuencia principal (o el tono básico) producen también "armónicas", es decir, las frecuencias que son dos, tres, cuatro -una cantidad entera- veces más altas. El conjunto de las armónicas constituye el timbre que es único para cada instrumento musical.
Escogeremos como base la frecuencia de 55 Hertz (esta frecuencia es absolutamente arbitraria, la única razón es que nos lleve a la frecuencia 440 Hertz que es un etalón musical contemporáneo) y vamos a multiplicarla por 2, 3, 4, etc. Obtendremos la siguiente serie:
55; 110, 165; 220, 275, 330, 385; 440, 495, 550, 605, 660, 715, 770, 825; 880
Colocaremos estas frecuencias en sus octavas correspondientes, y arreglaremos la serie en forma de una tabla:
Octava 1 55






Octava 2 110


165


Octava 3 220
275
330
385
Octava 4 440 495 550 605 660 715 770 825
Octava 5 880







A B C D E F G H
Observamos que la segunda octava tiene dos notas, la tercera - cuatro, y la cuarta - ocho, eso es, ¡una octava completa natural! Ahora vamos a calcular las distancias entre las notas:
440 8:9 495 9:10 550 10:11 605 11:12 660 12:13 715 13:14 770 14:15 825 15:16 880
A4
B4
C5
D5
E5
F5
G5
H5
A5
1:1
9:8
5:4
11:8
3:2
13:8
7:4
15:8
2:1
En las celdas superiores intermedias se indica las distancias entre las frecuencias vecinas, y en las celdas inferiores, las distancias con respeto a la frecuencia principal, que en nuestro ejemplo es 440 Hz. La numeración de octavas (4-a o 5-a) corresponde al estándard contemporáneo.
El producto de todas las relaciones intermedias es igual a 2, esto es, a una octava. La serie ordenada de esta manera se conoce como escala. La escala que acabamos de construir se conoce como escala natural.
La distancia musical entre la nota principal y la segunda armónica es 2/1 - una octava. La distancia musical entre la segunda y la tercera armónica en la música se llama quinta, le corresponde la relacion de frecuencias 3/2. En nuestra escala es la distancia entre las notas A4 y E5. La distancia entre la 3-a y 4-a armónica es cuarta -con la relación 4/3-, como entre las notas E5 y A5. Estos son distancias o intervalos fundamentales en la música.

Escala pentatónica

Los músicos antiguos, que no tenían el concepto de escala natural, intuitivamente ajustaban (afinaban) las cuerdas (o en el caso de instrumentos de viento, adecuaban su longitud y grosor, distancia entre agujeros, etc.) de manera que produzcan un sonido lo más agradable posible para el oído humano.
Dentro de una octava, la combinación de sonidos más pura es la quinta, es decir, el intervalo musical entre dos notas cuyas frecuencias se relacionan como 3:2. (En nuestro ejemplo, estas notas son A y E.) Al escoger como la base la nota A4, iremos dos quintas arriba y abajo, tenemos la siguiente serie de 5 sonidos:
195.5556, 293.3333, 440, 660, 990
Estas frecuencias están más cerca de las notas: G3, D4, A4, E5 y B5. Vamos a transportarlas a la misma octava (multiplicando o dividiendo por 2 cuando es necesario) y calcular distancias entre las notas, tenemos:
293.33 8:9 330.00 27:32 391.11 8:9 440.00 8:9 495.00 27:32 586.67
D4
E4
G4
A4
B4
D5
La distancia de 9/8 se llama tono (T). La distancia de 32/27 es igual a 1.5 tonos (TS). Esta serie de cinco intervalos musicales: T-TS-T-T-TS se llama escala pentatónica, y el sistema musical en que se usa esta escala, se llama pentafonía.
La pentafonía se usa en la mayoría de los sistemas musicales tradicionales, ya que es la escala más simple e intuitiva. Este es un ejemplo - un fragmento del tema andino «Sark'inani»:
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Cabe mencionar que se puede escoger como base cualquiera de las 12 notas del piano y construir una escala pentatónica. Por ejemplo, las cinco teclas negras forman precisamente una pentafonía.

Escala diatónica

Ya sabemos que dos notas de una quinta producen juntas un sonido muy agradable. Dentro de la quinta, se encuentra un sonido más formando un triplete en que las frecuencias se relacionan como 4:5:6. Este triplete se llama armonía. La escala natural tiene una sola combinación armónica, las notas A-C-E. Al descubrir la armonía, los músicos antiguos empezaron a afinar sus instrumentos de manera que toda la escala musical fue compuesta de armonías continuas, como esta:
352 4:5 440 5:6 528 4:5 660 5:6 792 4:5 990 5:6 1188
F4
A4
C5
E5
G5
B5
D6
Vamos a construir una octava y calcular distancias entre las notas vecinas:
264 8:9 297 9:10 330 15:16 352 8:9 396 9:10 440 8:9 495 15:16 528
C4 D4 E4 F4 G4 A4 B4 C5
do
re
mi
fa
sol
la
si
do
Esta serie de notas o distancias entre ellas se llama escala diatónica. Como habíamos dicho antes, la distancia de 9/8 es un tono. La distancia de 10/9 está muy cerca y se llama tono menor, y la distancia de 16/15 es aproximadamente igual a una mitad del tono, y se llama semitono. La serie de tonos (T) y semitonos (S): T-T-S-T-T-T-S, donde el semitono es el tercer intervalo, se llama tonalidad mayor. Para construir una tonalidad menor tenemos que iniciar esta secuencia desde la nota A: T-S-T-T-S-T-T. Aquí el semitono es el segundo. La diferencia entre estas tonalidades ya había sido descubierta por los músicos antiguos: la misma melodía tocada en tonalidades diferentes (mayor o menor), tiene un carácter diferente, lo que permite expresar sentimientos mediante la variación de la tonalidad de la música. Las canciones que usan una tonalidad mayor son alegres y vivaces, mientras que las que usan una tonalidad menor son tristes y melancólicas.
Como un ejemplo ilustrativo, podemos escuchar este fragmento de la balada folklórica rusa «No Es De Noche» en la tonalidad de «Sol menor» (Gm):
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La misma melodía tocada en la tonalidad de «Do mayor» (C) tiene un carácter mucho más alegre y optimista:
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Otra vez, podemos escoger como base para construir una tonalidad, cualquiera de las 12 notas, 24 diferentes en total. Estas tonalidades llevan el nombre de la nota principal y la palabra "mayor" o "menor", por ejemplo, «Do mayor» o C, «La menor» o Am, etc.
Las distancias de las notas en una tonalidad mayor respeto a la nota principal y sus nombres:
264 297 330 352 396 440 495 528
C4 D4 E4 F4 G4 A4 B4 C5
1 9:8 5:4 4:3 3:2 5:3 15:8 2
primera segunda tercera cuarta quinta sexta séptima octava

Escala cromática

Al descubrir las tonalidades, los músicos antiguos quisieron tener la posibilidad de pasar libremente entre ellas. Evidentemente, para hacerlo, se necesita construir escalas mayores y menores comenzando con cada una de las siete notas que tenemos. Los resultados de esos cálculos están presentados en la siguiente tabla:
A
275.00 293.33
330.00
366.67
412.50 440.00
495.00
Am 264.00
297.00
330.00 352.00
396.00
440.00
495.00
B
278.44
309.38 330.00
371.25
412.50
464.06 495.00
Bm
278.44 297.00
334.13
371.25 396.00
445.50
495.00
C 264.00
297.00
330.00 352.00
396.00
440.00
495.00
Cm 264.00
297.00 316.80
356.40
396.00 422.40
475.20
D
278.44 297.00
334.13
371.25 396.00
445.50
495.00
Dm 267.30
297.00
334.13 356.40
400.95
445.50 475.20
E
275.00
309.38 330.00
371.25
412.50 440.00
495.00
Em 264.00
297.00
330.00
371.25 396.00
445.50
495.00
F 264.00
293.33
330.00 352.00
396.00
440.00 469.33
Fm 264.00 281.60
316.80
352.00
396.00 422.40
475.20
G 264.00
297.00
330.00
371.25 396.00
445.50
495.00
Gm 267.30
297.00 316.80
356.40
396.00
445.50 475.20

C
D
E F
G
A
B
Esta tabla tiene 25 sonidos diferentes, ¡18 nuevos! Y no es todo, porque cada uno de esos nuevos sonidos puede engendrar su propia escala, tanto mayor como menor - ¡la octava al final va a tener cerca de 100 notas! Sería sumamente difícil tocar un instrumento de tantas teclas. Los griegos antiguos hicieron un compromiso: introducir notas "extra" sólo donde el intervalo entre las notas vecinas sea un tono entero (C-D, D-E, F-G, G-A, A-B), de manera que la distancia mínima dentro de una octava sea igual a un semitono. Como resultado de esto, las notas adicionales obtenidas ocupan las posiciones donde se encuentran las teclas negras del piano.
Recordemos al famoso matemático y filósofo griego Pitágoras, quien fue a la vez un buen músico. Esa combinación de talentos le permitió descubrir la escala natural, los principios básicos de la acústica musical y construir un sistema sintónico que ha existido por más de 2,000 años.
Pitágoras propuso derivar todas las 12 notas de puras quintas (de la misma manera que nosotros lo hicimos para construir una escala pentatónica). Vamos a empezar otra vez con la nota A4 que tiene la frecuencia de 440Hz, pasar quinta-a-quinta 6 veces arriba, sucesivamente multiplicando la frecuencia por 3/2, y 6 quintas abajo, dividiendo por 3/2:
38.63 57.94 86.91 130.37 195.56 293.33 440.00 660.00 990.00 1485.00 2227.50 3341.25 5011.88
D#1 A#1 F2 C3 G3 D4 A4 E5 B5 F#6 C#7 G#7 D#8
La primera y la última nota de esa escala es la misma nota D#, aúnque de diferentes octavas, la D#8 está a siete octavas arriba de l # . Aquí surge un problema: en esta escala no es posible pasar directamente de D#1 a D#8 octava-a-octava (multiplicando por 2 la frecuencia). ¡Las 7 octavas no son iguales a las 12 quintas! Esta discrepancia (que es igual a (3/2)12 : 27 = 1.013643 aproximadamente, o sea, 0.2346 de semitono) lleva el nombre de coma pitagoreana. Si queremos preservar pura la quinta, tenemos que cambiar la octava, que es una distancia aún más fundamental en la música.
La última reforma musical fue inspirada por un organista alemán, Andreas Werckmeister, a fines del siglo XVII. Él propuso hacer todos los semitonos iguales. El problema planteado así tiene una única solución: la distancia musical entre cada una de las notas vecinas debe ser igual a la raíz doceava de 2, o sea, 21/12. Este sistema por lo general se denomina sintonización bien temperada o temperamento igual. La escala de 12 semitonos iguales se llama escala cromática. Cada semitono a su vez se divide en 100 partes iguales que se llaman centavos de semitono. El temperamento asimismo altera la quinta, que llega a ser un poco más corta, y modifica también las demás distancias naturales, quedando pura únicamente la octava. Las ventajas obtenidas son evidentes: ahora se puede pasar libremente entre tonalidades, y de esta manera, se logró eliminar la coma pitagoreana.
Finalmente vamos a comparar la escala natural, la escala pitagoreana y la escala cromática:
Natural
275.00
302.50 330.00 357.50
385.00 412.50 440.00
495.00
Pitagoreana 260.74 278.44 293.33 309.03 330.00 347.65 371.25 391.11 417.66 440.00 463.54 495.00
Cromática 261.63 277.18 293.66 311.13 329.63 349.23 369.99 392.00 415.30 440.00 466.16 493.88

C C# D D# E F F# G G# A A# B
Para calcular la frecuencia de cada nota en la escala cromática, dada su escala (a cuantas teclas está de la nota de etalón La), se usa la siguiente fórmula:
Fi = 440 * 2i/12
Aquí i es la escala o la distancia de la nota de etalón. Si es negativa, la tecla está a la izquierda. Ejemplo: la frecuencia de la nota Do (que está a 9 teclas a la izquierda) es:
440 * 2-9/12 = 261.63