martes, 30 de septiembre de 2008

Math & Music: are they that different?





Dear dude:

Los anglosajones suelen afirmar: We're not getting any younger. El tiempo fluye en nuestra escala perceptiva newtoniana, vale decir, a nuestro nivel cognitivo, aun cuando Einstein y Stephen Hawking han demostrado que el tiempo es otro parámetro más en la urdimbre de las dimensiones y que, como tal, se puede alterar, expandir, contraer y demases.

Relacionando el artículo de tu autoría, dedicado al suscrito, con el bienamado roquete, no pude menos que rememorar "My Generation" de The Who: I hope I die before I get old. Como no nos toca remontar el páramo todavía (al menos eso esperamos), entonces que se hagan válidos tus acertados consejos para mejorar la vivencia, tanto en lo material como en lo intelectual y espiritual. Nadie nos quitará lo bailao.

Math and music? Tengo un pie en ambos mundos y, simultáneamente, me disocio del uno con respecto al otro. Puedo meterle cacumen a las ecuaciones pero creo que el universo subjetivo de la creatividad no es mensurable. Si me estrujan la musa, a lo mejor uno de estos días compongo un divertimento para Stratocaster Fender, Hammond Organ, Vox amps, pizarra, tiza y cuaderno "Caribe", homenajeando a Joe Satriani, a Keith Emerson, a Fermat, a Boole y a Euler. Un recuerdo para el profesor Domingo Rojas Anato (qepd) quien me hizo resolver mi primera ecuación, aquella cuyo planteamiento comenzaba por: "Adios, mis cien palomas..."

Cheers for fears,

The Nickman


La memoria prófuga

Tempus Fugit

por: Degnis Romero

a Nicolás Soto

El tiempo pasa, transcurre de forma tan vertiginosa que se nos antoja parodiar a Joni Mitchell y su Circle Game, aplicando una ligera desviación: "así, el muchacho que soñaba con el mañana ahora tiene sesenta" (como es sabido, el original dice veinte, pero eso fue hace mucho tiempo. Suficiente para que el Alzheimer hiciera estragos).

Nada que hacer, el avance es inexorable, no valen ruegos implorando clemencia. No funcionan intentos de trueque, tratando de negociar algún reino malhabido (no hay otra forma posible, en estos predios sin tradición monárquica) por unos años menos. Tampoco sirven subterfugios como la piedra filosofal, el elíxir de la vida, la panacea universal o la históricamente codiciada fuente de juventud. Estamos fritos!

Tan sólo queda respirar profundo mientras el cuerpo aguante (designio del creador) y envejecer dignamente, atesorando valiosos recuerdos según nos lo permita la progresiva reducción de actividad sináptica en nuestras cada vez más escasas neuronas.

En ese devenir, cobra suma importancia el cuidado que se le ofrezca a ese cuerpo, a la mente y al espíritu; a fin de conseguir el ansiado equilibrio que nos ayude a sobrellevar la pesada carga a la que nos obliga el padre tiempo y lograr atenuar los niveles de deterioro y decadencia que se producen. En concreto, mantener el máximo grado de lucidez para no ser copia fiel del decir de César Vallejo: "Pero el cadáver, ay, siguió muriendo". En contraposición, me valgo del ejemplo de la dinámica de grupo en una transnacional, cuándo a la pregunta: "Qué la gustaría que dijeran de Ud. en su velatorio?", el participante ganador respondió: "Coño, todavía se mueve!".

El cuerpo debe mantenerse en continua actividad física, asumiendo sanas prácticas alimentarias, ejercicios rutinarios de tipo aeróbico y anaeróbico, haciendo énfasis en aquellos que contribuyan a oxigenar el cerebro (motor principal de nuestro vehículo orgánico), incluyendo sesiones frecuentes de sexo (con el opuesto, preferiblemente) y de masajes tonificantes. Evitar, a toda costa, el consumo de fármacos (ninguno es inocuo, promueven efectos colaterales más dañinos, en muchos casos, que la dolencia) y de otros brebajes que basen sus bondades en campañas publicitarias.

La mente, ay la mente…, requiere de importante atención y cuidado, actuando espontánea y diligentemente para preservar la permanentemente amenazada sanidad mental y evitar caer en desgracia y en ridículo (como el caso descrito '*' abajo) o en manos de profesionales del área (psicólogos, psiquiatras, terapistas emocionales, etc.). Para ello es obligante tenerla ocupada, en primera instancia en actividades productivas, es decir, trabajar duro para conseguir cierta comodidad desde la tercera edad en adelante (ya no seremos jóvenes y bellos por lo que habrá que cargar algo de juventud y belleza en la chequera. Dr. Luís Alcocer dixit). Agregar necesarios escapes distractivos (sin excesos tóxicos), momentos que fomenten la liberación de endorfinas por parte del cerebro (la risa, remedio infalible) y otros mecanismos de relajación que prevengan y/o combatan las plagas del moderno estrés y la tradicional depresión. *La peor referencia de qué tan bajo se puede caer en el pantanal del desequilibrio, es cuando se llega a sufrir resentimiento social, inestabilidad emocional, disociación psicótica, megalomanía y delirio de persecución, como el caso harto conocido del inefable tipejo aquél (a quién le recomendamos unirse a la Humor Research Task Force, si es que lo admitieran).

El espíritu, debe nutrirse de manera balanceada, entre otras cosas, con mecanismos de fe, con prácticas religiosas desprovistas de radicalismos o fundamentalismos nefastos, con experiencias esotéricas alejadas de doctrinas anárquicas, con actividades de meditación que nos facilite poner tierra de por medio con la sociedad de consumo y, sobre todo, con el disfrute del culto a las bellas artes, en particular la música, alimento esencial del alma (naque).

Ser melómano implica, sin querer abusar de la hermenéutica filosófica, adentrarse con gran facilidad en un submundo sonoro, acústico, polifónico y adictivo (sin llegar a la procrastinación), compuesto por secuencias de sonidos melódicos y acordes armoniosos agradables al oído, que nos ambientan diferentes pasajes escenográficos relativos a la existencia. La música se incrusta en la memoria humana, a través de la capacidad perceptiva y es capaz de hacer evocar emociones y reconstruir vivencias de forma poderosa.

El placer por la buena música sólo depende de un gusto intuitivo y místico, ese séptimo sentido (el sexto está demasiado trillado) que nos induce a transgredir brechas generacionales y trascender prejuicios de género. Ello explica la tendencia a degustar desde lo clásico, hasta lo contemporáneo y vanguardista, pasando por diferentes ritmos, tonalidades y compases que nos ponen a vibrar en sintonía con el universo. Tanto, que nuestro espíritu se eleva al plano cósmico (viaje astral?) desde dónde nos proyectamos a épocas pasadas (ni mejores ni peores. Únicas!), que refrescan y revitalizan la erosionada memoria. Caso particular el del Rock, sobre todo el progresivo o el sinfónico, cuyos cultores de las décadas 60 y 70 son irrepetibles. Dignos representantes de una secta iluminada (algunos con LSD y demás hierbas, pero el fin justifica los medios) y prolífica, cuyo legado invaluable nos transmite frecuencias sensoriales sublimes y elevadas. Estímulos que sacuden el desgastado organismo, lo reaniman e impulsan la disposición a seguir en la pelea hasta el final. No queda de otra!

Por último, es menester precisar que las recomendaciones up supra son necesarias pero no suficientes para obtener y/o resguardar la integridad físico mental espiritual, ya que estamos cotidianamente sometidos a todo tipo de riesgos y amenazas, a causa de la inseguridad social que nos aqueja afianzada por la manifiesta indolencia oficial. En otras palabras, en cualquier momento podemos ser víctimas del hampa desatada y adiós luz que te apagaste. De cualquier forma, natural o inducida, ojala nuestro tiempo haya sido fructífero y nuestra conducta de vida nos haya hecho merecedores (ticket seguro en mano) de una confortable butaca en el anhelado concierto celestial eterno.

Math & Music: two languages as one





La música es matemática pura.


Modelos matemáticos para las señales musicales



En general, la onda de presión sonora se puede representar por una función

donde t es el parámetro tiempo.

En el caso particular de una tonalidad pura, podríamos escribir

donde A y x son parámteros físicos que determinan el diseño de la tonalidad, denominados, respectivamente, amplitud y frecuencia de la onda sonora.

Sin embargo, la música no está totalmente representada por sucesiones de tonalidades puras, ni siquiera por combinaciones lineales de las mismas. Por ejemplo, el modelo del sonido de una campana musical se puede establecer mediante

donde N, Ak, tk y xk, k=1,2,...,N, son parámetros de diseño convenientemente elegidos.

El músico John Chowing, en los primeros años de la década de los 70, sintetizó señales musicales experimentando con funciones de la forma

Además, es necesario añadir componentes estocásticas para disponer de un modelo de ruido, siempre presente en cualquier clase de audición. Finalmente, no se debe olvidar el papel de las funciones fractales en el generación de sonidos: por ejemplo, el movimiento browniano generalizado.

Jean Claude Risset, músico francés experto en síntesis de sonidos, es el autor de un efecto sonoro, un glissando interminable, construido como una función periódica que reproduce un acorde de ocho notas con frecuencia local estrictamente creciente.

La señal

con a=(log(1.5)/8), b=1/256, f=784 Hz, para -32 £ t £ 32 s, genera un sonido con una frecuencia que crece desde 155 Hz, casi inaudible por baja frecuencia hasta 3964 Hz, con la misma propiedad, pero por alta. A partir de s, se construye g por periodización:

Puesto que las traslaciones de s no son audibles durante más de 64 s, resulta un acorde con ocho notas, que produce la sensación de escuchar frecuencias indefinidamente crecientes

PS

Esto es un simple plagio, si no digo que lo saqué de aquí:

http://campus-llamaquique.uniovi.es/virtual/docencia/musica/modelos/modelos.htm

Si les parece muy teórico, en el siguiente se muestran los valores correspondientes a las frecuencias.

El próximo paso es meterle a la composición musical y tratar de ser original.

Tomado de: http://www.musicaperuana.com/espanol/mm.htm

La Música y las Matemáticas

Los sonidos musicales son producidos por algunos procesos físicos que tienen un carácter periódico - una cuerda vibrando, el aire en el interior de un instrumento de viento, etc. Aun siendo muy diferentes entre ellos, estos procesos pueden ser descritos con un mismo modelo matemático. La característica más fundamental de esos sonidos es su "altura" o frecuencia. Imaginémonos una cuerda que al ser tocada vibra, dando oscilaciones en las proximidades de su posición de reposo o equilibrio. Cuanto más oscilaciones da en un período de tiempo, más alta será la frecuencia del sonido producido, y más aguda o "alta" será la nota musical resultante. La magnitud de la frecuencia se mide en Hertz (Hz), que es simplemente el número de oscilaciones o ciclos por segundo. En la música, las frecuencias absolutas no son tan importantes, como sí lo son las relaciones de frecuencia entre diferentes sonidos, las cuales denominaremos intervalos o distancias. Una melodía puede ser tocada con instrumentos de sonido grave o agudo, o en diferentes "octavas", sin dejar de ser la misma melodía, siempre y cuando las distancias entre las notas sean preservadas.
Se puede definir un etalón, o sea, una nota estándard, de la cual podemos derivar todas las otras notas. La distancia musical que separa alguna nota de la del etalón, la denominaremos escala (pitch en inglés). El oído humano es un "instrumento" muy sensible, y en ciertas condiciones es capaz de percibir sonidos en el rango de 20 Hz hasta 20,000 Hz, aúnque el diapasón musical es significativamente menor - hasta unos 4,500 Hz. Los sonidos más agudos, aunque son audibles, se escuchan como ruidos, silbatos o timbres brillantes de los sonidos musicales. Dentro de ese diapasón, el oído puede distinguir los sonidos cuyas frecuencias difieren en un solo Hertz. Podríamos suponer que la música debería contar con unas 4,000 notas... Pero en realidad, las 88 teclas del piano es casi todo lo que tenemos.
El siguiente esquema muestra un fragmento del teclado de piano, a cada tecla le corresponde una nota musical. La última columna indica la frecuencia correspondiente (en Hertz):
Piano
En este esquema se puede ver que las teclas forman grupos de 12 (7 blancas y 5 negras), y estos grupos se repiten de izquierda a derecha. Cada octava tecla blanca cierra un grupo y abre el otro, y por eso la distancia musical entre esas teclas se llama octava (normalmente se llama octava también el mismo grupo de 12 teclas), y su escala es igual a 2:1 - esto es, la frecuencia de la misma nota de siguiente octava es el doble, y la de octava anterior es la mitad. La distancia de dos octavas le corresponde a la relación de frecuencias de 4:1, tres octavas - 8:1 etc.: para sumar distancias tenemos que multiplicar las relaciones de frecuencias. La nota "La" (o "A") es la nota de etalón - su frecuencia es 440 Hz.
Dentro de cada octava, pareciera que las frecuencias de las notas son esporádicas y no siguen ninguna regla... En realidad existe un sistema bien definido. En adelante trataremos de explicar con más detalle este sistema.

Escala natural

El oído humano tiene una "construcción" tal, que los sonidos cuyas frecuencias están en la proporción simple (2/1, 3/2, 4/3 etc), suenan juntos de una manera agradable. Por otro lado, casi todos los procesos físicos que producen sonidos, además de la frecuencia principal (o el tono básico) producen también "armónicas", es decir, las frecuencias que son dos, tres, cuatro -una cantidad entera- veces más altas. El conjunto de las armónicas constituye el timbre que es único para cada instrumento musical.
Escogeremos como base la frecuencia de 55 Hertz (esta frecuencia es absolutamente arbitraria, la única razón es que nos lleve a la frecuencia 440 Hertz que es un etalón musical contemporáneo) y vamos a multiplicarla por 2, 3, 4, etc. Obtendremos la siguiente serie:
55; 110, 165; 220, 275, 330, 385; 440, 495, 550, 605, 660, 715, 770, 825; 880
Colocaremos estas frecuencias en sus octavas correspondientes, y arreglaremos la serie en forma de una tabla:
Octava 1 55






Octava 2 110


165


Octava 3 220
275
330
385
Octava 4 440 495 550 605 660 715 770 825
Octava 5 880







A B C D E F G H
Observamos que la segunda octava tiene dos notas, la tercera - cuatro, y la cuarta - ocho, eso es, ¡una octava completa natural! Ahora vamos a calcular las distancias entre las notas:
440 8:9 495 9:10 550 10:11 605 11:12 660 12:13 715 13:14 770 14:15 825 15:16 880
A4
B4
C5
D5
E5
F5
G5
H5
A5
1:1
9:8
5:4
11:8
3:2
13:8
7:4
15:8
2:1
En las celdas superiores intermedias se indica las distancias entre las frecuencias vecinas, y en las celdas inferiores, las distancias con respeto a la frecuencia principal, que en nuestro ejemplo es 440 Hz. La numeración de octavas (4-a o 5-a) corresponde al estándard contemporáneo.
El producto de todas las relaciones intermedias es igual a 2, esto es, a una octava. La serie ordenada de esta manera se conoce como escala. La escala que acabamos de construir se conoce como escala natural.
La distancia musical entre la nota principal y la segunda armónica es 2/1 - una octava. La distancia musical entre la segunda y la tercera armónica en la música se llama quinta, le corresponde la relacion de frecuencias 3/2. En nuestra escala es la distancia entre las notas A4 y E5. La distancia entre la 3-a y 4-a armónica es cuarta -con la relación 4/3-, como entre las notas E5 y A5. Estos son distancias o intervalos fundamentales en la música.

Escala pentatónica

Los músicos antiguos, que no tenían el concepto de escala natural, intuitivamente ajustaban (afinaban) las cuerdas (o en el caso de instrumentos de viento, adecuaban su longitud y grosor, distancia entre agujeros, etc.) de manera que produzcan un sonido lo más agradable posible para el oído humano.
Dentro de una octava, la combinación de sonidos más pura es la quinta, es decir, el intervalo musical entre dos notas cuyas frecuencias se relacionan como 3:2. (En nuestro ejemplo, estas notas son A y E.) Al escoger como la base la nota A4, iremos dos quintas arriba y abajo, tenemos la siguiente serie de 5 sonidos:
195.5556, 293.3333, 440, 660, 990
Estas frecuencias están más cerca de las notas: G3, D4, A4, E5 y B5. Vamos a transportarlas a la misma octava (multiplicando o dividiendo por 2 cuando es necesario) y calcular distancias entre las notas, tenemos:
293.33 8:9 330.00 27:32 391.11 8:9 440.00 8:9 495.00 27:32 586.67
D4
E4
G4
A4
B4
D5
La distancia de 9/8 se llama tono (T). La distancia de 32/27 es igual a 1.5 tonos (TS). Esta serie de cinco intervalos musicales: T-TS-T-T-TS se llama escala pentatónica, y el sistema musical en que se usa esta escala, se llama pentafonía.
La pentafonía se usa en la mayoría de los sistemas musicales tradicionales, ya que es la escala más simple e intuitiva. Este es un ejemplo - un fragmento del tema andino «Sark'inani»:
NOTA: Dar un click sobre el a para escuchar la melodia en formato MIDI.

Cabe mencionar que se puede escoger como base cualquiera de las 12 notas del piano y construir una escala pentatónica. Por ejemplo, las cinco teclas negras forman precisamente una pentafonía.

Escala diatónica

Ya sabemos que dos notas de una quinta producen juntas un sonido muy agradable. Dentro de la quinta, se encuentra un sonido más formando un triplete en que las frecuencias se relacionan como 4:5:6. Este triplete se llama armonía. La escala natural tiene una sola combinación armónica, las notas A-C-E. Al descubrir la armonía, los músicos antiguos empezaron a afinar sus instrumentos de manera que toda la escala musical fue compuesta de armonías continuas, como esta:
352 4:5 440 5:6 528 4:5 660 5:6 792 4:5 990 5:6 1188
F4
A4
C5
E5
G5
B5
D6
Vamos a construir una octava y calcular distancias entre las notas vecinas:
264 8:9 297 9:10 330 15:16 352 8:9 396 9:10 440 8:9 495 15:16 528
C4 D4 E4 F4 G4 A4 B4 C5
do
re
mi
fa
sol
la
si
do
Esta serie de notas o distancias entre ellas se llama escala diatónica. Como habíamos dicho antes, la distancia de 9/8 es un tono. La distancia de 10/9 está muy cerca y se llama tono menor, y la distancia de 16/15 es aproximadamente igual a una mitad del tono, y se llama semitono. La serie de tonos (T) y semitonos (S): T-T-S-T-T-T-S, donde el semitono es el tercer intervalo, se llama tonalidad mayor. Para construir una tonalidad menor tenemos que iniciar esta secuencia desde la nota A: T-S-T-T-S-T-T. Aquí el semitono es el segundo. La diferencia entre estas tonalidades ya había sido descubierta por los músicos antiguos: la misma melodía tocada en tonalidades diferentes (mayor o menor), tiene un carácter diferente, lo que permite expresar sentimientos mediante la variación de la tonalidad de la música. Las canciones que usan una tonalidad mayor son alegres y vivaces, mientras que las que usan una tonalidad menor son tristes y melancólicas.
Como un ejemplo ilustrativo, podemos escuchar este fragmento de la balada folklórica rusa «No Es De Noche» en la tonalidad de «Sol menor» (Gm):
NOTA: Dar un click sobre el a para escuchar la melodia en formato MIDI.

La misma melodía tocada en la tonalidad de «Do mayor» (C) tiene un carácter mucho más alegre y optimista:
NOTA: Dar un click sobre el a para escuchar la melodia en formato MIDI.

Otra vez, podemos escoger como base para construir una tonalidad, cualquiera de las 12 notas, 24 diferentes en total. Estas tonalidades llevan el nombre de la nota principal y la palabra "mayor" o "menor", por ejemplo, «Do mayor» o C, «La menor» o Am, etc.
Las distancias de las notas en una tonalidad mayor respeto a la nota principal y sus nombres:
264 297 330 352 396 440 495 528
C4 D4 E4 F4 G4 A4 B4 C5
1 9:8 5:4 4:3 3:2 5:3 15:8 2
primera segunda tercera cuarta quinta sexta séptima octava

Escala cromática

Al descubrir las tonalidades, los músicos antiguos quisieron tener la posibilidad de pasar libremente entre ellas. Evidentemente, para hacerlo, se necesita construir escalas mayores y menores comenzando con cada una de las siete notas que tenemos. Los resultados de esos cálculos están presentados en la siguiente tabla:
A
275.00 293.33
330.00
366.67
412.50 440.00
495.00
Am 264.00
297.00
330.00 352.00
396.00
440.00
495.00
B
278.44
309.38 330.00
371.25
412.50
464.06 495.00
Bm
278.44 297.00
334.13
371.25 396.00
445.50
495.00
C 264.00
297.00
330.00 352.00
396.00
440.00
495.00
Cm 264.00
297.00 316.80
356.40
396.00 422.40
475.20
D
278.44 297.00
334.13
371.25 396.00
445.50
495.00
Dm 267.30
297.00
334.13 356.40
400.95
445.50 475.20
E
275.00
309.38 330.00
371.25
412.50 440.00
495.00
Em 264.00
297.00
330.00
371.25 396.00
445.50
495.00
F 264.00
293.33
330.00 352.00
396.00
440.00 469.33
Fm 264.00 281.60
316.80
352.00
396.00 422.40
475.20
G 264.00
297.00
330.00
371.25 396.00
445.50
495.00
Gm 267.30
297.00 316.80
356.40
396.00
445.50 475.20

C
D
E F
G
A
B
Esta tabla tiene 25 sonidos diferentes, ¡18 nuevos! Y no es todo, porque cada uno de esos nuevos sonidos puede engendrar su propia escala, tanto mayor como menor - ¡la octava al final va a tener cerca de 100 notas! Sería sumamente difícil tocar un instrumento de tantas teclas. Los griegos antiguos hicieron un compromiso: introducir notas "extra" sólo donde el intervalo entre las notas vecinas sea un tono entero (C-D, D-E, F-G, G-A, A-B), de manera que la distancia mínima dentro de una octava sea igual a un semitono. Como resultado de esto, las notas adicionales obtenidas ocupan las posiciones donde se encuentran las teclas negras del piano.
Recordemos al famoso matemático y filósofo griego Pitágoras, quien fue a la vez un buen músico. Esa combinación de talentos le permitió descubrir la escala natural, los principios básicos de la acústica musical y construir un sistema sintónico que ha existido por más de 2,000 años.
Pitágoras propuso derivar todas las 12 notas de puras quintas (de la misma manera que nosotros lo hicimos para construir una escala pentatónica). Vamos a empezar otra vez con la nota A4 que tiene la frecuencia de 440Hz, pasar quinta-a-quinta 6 veces arriba, sucesivamente multiplicando la frecuencia por 3/2, y 6 quintas abajo, dividiendo por 3/2:
38.63 57.94 86.91 130.37 195.56 293.33 440.00 660.00 990.00 1485.00 2227.50 3341.25 5011.88
D#1 A#1 F2 C3 G3 D4 A4 E5 B5 F#6 C#7 G#7 D#8
La primera y la última nota de esa escala es la misma nota D#, aúnque de diferentes octavas, la D#8 está a siete octavas arriba de l # . Aquí surge un problema: en esta escala no es posible pasar directamente de D#1 a D#8 octava-a-octava (multiplicando por 2 la frecuencia). ¡Las 7 octavas no son iguales a las 12 quintas! Esta discrepancia (que es igual a (3/2)12 : 27 = 1.013643 aproximadamente, o sea, 0.2346 de semitono) lleva el nombre de coma pitagoreana. Si queremos preservar pura la quinta, tenemos que cambiar la octava, que es una distancia aún más fundamental en la música.
La última reforma musical fue inspirada por un organista alemán, Andreas Werckmeister, a fines del siglo XVII. Él propuso hacer todos los semitonos iguales. El problema planteado así tiene una única solución: la distancia musical entre cada una de las notas vecinas debe ser igual a la raíz doceava de 2, o sea, 21/12. Este sistema por lo general se denomina sintonización bien temperada o temperamento igual. La escala de 12 semitonos iguales se llama escala cromática. Cada semitono a su vez se divide en 100 partes iguales que se llaman centavos de semitono. El temperamento asimismo altera la quinta, que llega a ser un poco más corta, y modifica también las demás distancias naturales, quedando pura únicamente la octava. Las ventajas obtenidas son evidentes: ahora se puede pasar libremente entre tonalidades, y de esta manera, se logró eliminar la coma pitagoreana.
Finalmente vamos a comparar la escala natural, la escala pitagoreana y la escala cromática:
Natural
275.00
302.50 330.00 357.50
385.00 412.50 440.00
495.00
Pitagoreana 260.74 278.44 293.33 309.03 330.00 347.65 371.25 391.11 417.66 440.00 463.54 495.00
Cromática 261.63 277.18 293.66 311.13 329.63 349.23 369.99 392.00 415.30 440.00 466.16 493.88

C C# D D# E F F# G G# A A# B
Para calcular la frecuencia de cada nota en la escala cromática, dada su escala (a cuantas teclas está de la nota de etalón La), se usa la siguiente fórmula:
Fi = 440 * 2i/12
Aquí i es la escala o la distancia de la nota de etalón. Si es negativa, la tecla está a la izquierda. Ejemplo: la frecuencia de la nota Do (que está a 9 teclas a la izquierda) es:
440 * 2-9/12 = 261.63

domingo, 21 de septiembre de 2008

De diestras y siniestras

La mordiente rastra
De diestras y siniestras
por: Nicolás Soto
Seguramente recordarán ustedes el mote de “cadáver insepulto” expelido por algún memorable líder venezolano a cierto colega suyo cuyo discernimiento consideraba extraviado. La analogía sirvió de acicate a sesudas reflexiones sobre la pertinencia de considerar sobrepasadas, al menos en lo político, no sólo a protagonistas de ese ámbito, sino también a ideas y conductas atávicas que resurgen insólitamente luego de habérseles creído muertas y enterradas, cuando no cremadas. Recordemos, valga el dechado, la prolongada lejanía del poder del general De Gaulle tras haber encabezado la liberación de Francia de las garras nazis, para luego resucitar de resultas de la crisis de Argelia y estimular la instauración de la V república francesa (la cinquième république) de acuerdo a su ideario de estadista. O, para no ir más lejos, el exilio, que en su momento se consideró iba a durar toda una eternidad, sufrido por Rómulo Betancourt durante la corruptocracia perezjimenista para, de seguidas, implantar la república civil en Venezuela, hoy en día menoscabada por el oprobio de una autocracia de nuevo cuño. Se trata, pareciera ser, de ciclos de avances y retrocesos, de resurrecciones à la carte y por lapsos imprevisibles de anacrónicos procederes y vetustas visiones que se niegan a morir, soliviantándonos con pancadas de ahogado que nos recuerdan, en muchas formas, cierta animalidad que los humanos nos negamos a abandonar en muchos aspectos de nuestro discurrir vital.
Quizá obnubilados por la sorprendente implosión del imperio soviético, concordábamos, en aquellos postreros años del siglo XX, en que, aparentemente, había llegado el “fin de la historia”, a la manera de Fukuyama, evidenciando el wishful thinking (“deseo que no empreña”, para decirlo a lo venezolano) de creer finiquitado el viejo debate entre derecha e izquierda. Las nuevas realidades de la globalización ─ que, en cierto sentido, se han asemejado a los excesos del capitalismo incubado tras la primera revolución industrial y que fueran magistralmente denunciados y evidenciados por voces de la talla de Dickens, Víctor Hugo y Zola más que por toda la pléyade de ideólogos de la ralea de Marx, Bakunín y compañía ─ trajeron aparejados consigo los efectos de acción y reacción, como en la física newtoniana, al surgir nuevos esquemas de pugilato entre aquellos sectores que desde diversas posturas se oponen a estas dinámicas de cambios económicos, sociales, políticos y culturales y quienes abogan por su implementación, aun considerando inevitables sus contradicciones inherentes, como todo lo relativo al quehacer humano.
El recule incoado en buena parte de Latinoamérica, cuyo portaestandarte más patético son las dictaduras venezolana y cubana, ha remolcado hasta la superficie del camposanto ideológico la vieja diatriba entre diestras y siniestras. Al sentirse criticados por la manifiesta ineficiencia y desvergonzada corrupción de estos regímenes (acompañados en esta tribulación histórica por sus pupilos de Bolivia y Nicaragua), de inmediato brincan el idiamindadá venezolano y sus alabarderos tarifados tildando a las voces más sensatas, indicadoras de sus gigantescas metidas de pata, de “personeros de la derecha”. Pero se da el caso, tal como leyéramos recientemente en la revista Letras Libres (por descuido no anoté el nombre del autor) que “hasta que no comprendamos y asumamos que el mundo ya no se divide en derecha e izquierda, sino en demócratas y totalitarios, nuestros problemas no tendrán solución”.
La modernidad parteada por las revoluciones norteamericana y francesa del siglo XVIII trajo consigo la definición de los posicionamientos en el espectro político. En la primera, los loyalists, partidarios del mantenimiento del status quo colonial se confrontaban a los patriots, ganados a la causa de la independencia y el federalismo. En la segunda, luego del debilitamiento del monarca Luis XVI tras los sucesos de 1789, se constituyeron dos bloques: los monárquicos constitucionales, quienes se sentaban a la derecha en el escenario de la asamblea, y el de los girondinos, adeptos del gradualismo y la prudencia a la hora de asumir los cambios, aunados a los jacobinos, émulos del radicalismo, ubicados a la izquierda. De allí surge la acepción prevaleciente en estos doscientos y pico de años: la derecha conlleva a la defensa de las jerarquías y el orden establecido, la izquierda implicando el progreso a través de la igualdad y el humanismo. Pareciese, entonces, que tales significantes no hubiesen perdido validez a pesar del tiempo transcurrido, pues, de hecho, aún permanecen insatisfechas muchísimas aspiraciones humanas en el campo de la justicia y la equidad (izquierda), en contraposición a la necesidad de estabilidad y sistematización del cuadro social para evitar la anomia (derecha).
Hasta aquí, todo proseguiría de la manera usual: la derecha desacelerando los cambios, la izquierda impulsándolos. El detalle se presenta al escudriñar el comportamiento de ambas tendencias frente a la hipertrofia del estatismo (o estatolatría), sobre todo en predios latinoamericanos y, más específicamente, venezolanos. ¿Pecan la derecha y la izquierda tradicionales (tildémoslas así) de estatistas? Continuemos este debate en próxima entrega.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Declaraciones exclusivas del más galán de los mapurites

(Transcripción, con desodorante, del programa moderado por la licenciada Jarelys Aquino correspondiente al 51 de noviembre de 1774)
Entrevista al perfumado Pepe Glamour

Pepe Glamour se graduó de galán mofeta estudiando en la misión “Violín Peludo”. Desde entonces, sólo ha conocido el grato olor del éxito. Aquí lo vemos cogiendo pa’l monte, en busca de su nueva consorte, Lady Mapuritek. (Foto: Paco Zorrilla)

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Ja: ¿Ha perecido el romanticismo o, por el contrario, existe todavía con otras vestimentas? Muchas veces hemos escuchado a nuestros mayores decir que ahora se ha perdido esa sutileza, esa dulzura, esa delicadeza, a la hora de enamorarse. Para ilustrarnos sobre este tópico de perenne actualidad, hemos contactado, vía telefónica, a un reputado experto en las artes amatorias, estudioso y, a la vez, practicante del elegante juego de la seducción. Nuestro invitado ha logrado una pléyade de títulos académicos (doctorísimo en amores de estudiante, premio Nóbel en amores perros, graduado con sus macundales en La Sobrona de París, estado Cojedes, en psicología del guayabo negro, entre otros logros) y, asimismo, se ha labrado una bien merecida fama de conquistador de corazones y de casanova violinista, por no decir violinudo. Nos referimos al galán perfumado de las comiquitas de Warner Brothers, el simpar Pepe Glamour. Pero dejemos que sea él mismo quien se presente. Buenas tardes y la primera pregunta: ¿quién carrizo es Pepe Glamour?
PG: (acento galo) Ah, bon soir, muy buenas tardes, ma chère licenciada Jarelys. Je suis Pepe Glamour, soy Pepe Glamour, el mapurite (o zorrillo o mofeta, como usted prefiera llamarme) que siempre sale en las caricaturas del Conejo de la Suerte, le grand Bugs Bunny, persiguiendo a una deliciosa gatita a la que, por casualidades del destino, le han pintado una raya blanca en el lomo. Alors, entonces, yo la confundo con una hembra de mi especie, la tomo por una deliciosa mapuritica (o zorrillita o mofetica), y procuro hacerla mía. La estrecho fuertemente entre mis brazos, musitándole dulces palabras de amor en francés: Ah, mon amour, que je t’aime tellement, ah, ma chérie, que tu es délicieuse! Yo te amo tanto, querida, porque eres tan deliciosa (suspiro).
Ja: Todos lo hemos visto, profesorísimo Pepe Glamour. Usted intenta seducirla y la gata, a la cual usted toma por una hembra mapurite, huye despavorida de sus abrazos y besos. ¿A cuál razón atribuye usted esa escapatoria?
PG: Es que el juego de la seducción resulta plus délicieux encore, más sabroso aún, cuando hay un tanto de rechazo previo, de esa resistencia que hace que el ardor de la conquista se haga más preciado.
Ja: ¿No será más bien ─ y me disculpa por si acaso, doctorísimo Pepe Glamour ─ a causa del violín?
PG: ¿Qué sería del amor sin la música de violines, de mandolinas, del vino y de las rosas?
Ja: ¿Cree usted que el amor despierta en los amantes algún olor en particular?
PG: Mais oui, ma petite! ¡Claro que sí, mijitica! He comprobado, tanto en mis estudios científicos como en mis correrías de levante por todo el globo terráqueo, que el acto del amor envuelve una serie de aromas y esencias que le son característicos, de acuerdo a los amantes involucrados, al ámbito que pertenecen y a un sin número de variables.
Ja: ¿Por ejemplo?
PG: Fíjese usted, en Tokio, Japón, se ha comprobado que los amantes despiden un aroma a smog, a polución ambiental, por el alto grado de contaminación en esa urbe. Es más, los amantes deben usar mascarilla obligatoriamente cuando van a empiernarse, lo cual ocasiona que los besos tengan cierto saborcito a quirófano de brujildo nipón comiendo sushi. Oh la là!
Ja: ¿Y en China, maestrísimo Pepe Glamour?
PG: En la milenaria China, ma jolie licenciada Jarelys, los amantes agarran un olorcito a chop suey de cochino y camarones con salsa agridulce y lumpia. Por cierto, que para acrecentar hasta el infinito el placer amatorio, en la China aconsejan fumarse una lumpia antes de encamarse con el ser amado. Como a las chinitas les gusta faire l’amour, hacer el amor sin nada de ropa y, además, como a todas las mujeres, una vez que sienten que ya ese hombre con quien comparten el lecho les pertenece, entonces, les jurungan la cartera y si no encuentran biyuyos, le dicen al chinito: “Si no hay lial no hay lopa”. Los chinitos, como son medio sordos, creen que les están ofreciendo comida y piden una lopa cantonesa, que es una sopa que lleva pato laqueado, pato baleado, pargo oriental y mucho caracolito para poder levantar el piripicho. Y si la chinita queda insatisfecha con la brega amatoria, de seguidas le cae a chinazos al chinito.
Ja: ¿Y en su nativa Francia, sapientísimo Pepe Glamour, a qué huelen los amantes?
PG: Huelen a Stradivarius, ma belle licenciada Jarelys, huelen a Jean Luc Ponty, a Pablo Canela, a Paganini, todos ellos grandes ejecutantes del violín. Por cierto, hablando de Paganini, ¿cuándo es el baje de mula de este programa?
Ja: No me cambie el tema, machetísimo Pepe Glamour, que los invitados a este programa no cobran naiboa. ¿A qué huelen los amantes aquí, en nuestro país?
PG: Es que cuando il n’y pas d’argent, cuando no hay money como dicen los gringos, la nariz se me tapa y no huelo nada. Pero como soy Pepe Glamour, rey del levante y as del amor, le contestaré su pregunta, ma douce, mi dulce licenciada Jarelys. Aquí en Venezuela los amantes despiden un aroma que es una mezcla a varias cosas autóctonas, por ejemplo, a arepa con chicharrón con pelos, a cachapita rellena de mondongo, a chicha pasada, a tumbarrancho maracucho, a dulce de coco, pero también a petróleo, a petrodólares (¡qué olor tan chévere parchita!) y, últimamente, a siliconas y a eso que llaman bótox. ¿Usted no anda con siliconas y con bótox, mi querida licenciada?
Ja: Nada que ver con siliconas y los únicos bótox que cuentan son los electorales. Además, ¿qué preguntas son esas, don Pepe Glamour?
PG: Es que también quería saber qué va a hacer usted después de salir de aquí. ¿No quisiera usted cenar conmigo y, luego, salir a pasear por esos caminos llenos de huecos para maullarle a la luna? C’est si romantique! ¡Es tan romántico!
Ja: Basirruque no monta en coche. Zapatee pa’otro lado y déjese de esas cosas, mire que yo no salgo ni con becerros ni con mapurites.
PG: Es que mapurite sabe a quien jota…
Ja: Negativo, que yo no soy ninguna gatica con el lomo rayado de pintura blanca.
PG: Ah pero mon amour
Ja: Se acabó la entrevista, señoras y señores. Chao, chigüire, qué digo, chao, mapurite. Lo más importante, para que ustedes, queridos oyentes, se den cuenta, es que el romanticismo sigue siempre vigente. El detalle es que este señor Pepe Glamour lo vive con ese tufo que nadie aguanta. Y nos despedimos de él exclamándole: ¡tranca, muchacho! ¡Limón y bicarbonato con ese golpe de ala, por el amor de Dios, para que no se pierda el glamour!

Sesentera

En clave de ortopedia
Sesentera
a mis padres
por: Nicolás Soto

Las siguientes líneas no pretenden en modo alguno certificar el vetusto aserto (devenido en lugar común) “Todo tiempo pasado fue mejor”. A cada generación le toca lo suyo en la batahola de la vida. Si acaso proseguimos en la escribanía de lo que ahora nos ocupa es por responder, en cierto grado, a nuestros menores quienes, cansados a no dudar de escucharnos por enésima vez relatar nuestros periplos vitales, replican, con algún mohín de fastidio: “¡Y dale otra vez con los sesenta!”

Comienzo con una remembranza, una de las primeras con impacto afilado en nuestra infantil conciencia. Me imagino que me hallaría en compañía de Arturo, mi hermano inmediatamente mayor, y de Ana Milagros, la menor de mis hermanas, yo con apenas seis almanaques de edad, disfrutando en la TV de Rintintín, del Cisco Kid o del “Club de Los Nietos” (vaya usted a saber), cuando interrumpieron la programación, pasaron a cadena y emergió en pantalla la faz picada de viruela de Rómulo Betancourt, diciendo con su característica voz atiplada algo así como: “Aquí me encuentro, vivito y coleando, con las manos enguantadas como el Morocho Hernández, sin doblegarme después del atentado”. La expresión adusta de mis padres y de Héctor, el mayor de mis hermanos, voceaba la seriedad del asunto: le habían colocado al mandatario esa mañana una bomba llegando a Los Próceres. Años después, conocería de las andanzas del avieso Chapita Trujillo y su autoría intelectual. La violencia palpable irrumpía en nuestras vidas. ¿Cómo olvidar, de seguidas, El Carupanazo y El Porteñazo? Recuerdo vívidamente, el concurrido sepelio, en mi pueblo natal, de un militar fallecido en una de esas asonadas. La preocupación de mis mayores se cartografiaba en la ansiedad de sus rostros cuando miraban a través del Observador Creole los cruentos enfrentamientos o la fotografía del padre Padilla recogiendo al soldado moribundo en el sector La Alcantarilla de Puerto Cabello. O cuando leían ávidos en El Nacional, El Universal o La Esfera las incidencias del bloqueo aeronaval a Cuba y el subsiguiente temor a una conflagración nuclear. A esa edad, este escribidorzuelo vuestro era más inquieto que el anacobero intérprete de “Yo no he visto a Linda” y me le arrimaba a los mozos de la época que escuchaban a escondidas Radio Habana Cuba. En Valle de La Pascua no acaecía nada que perturbara cierta paz bucólica y provinciana, pero cuando venía a Caracas se olisqueaba la tirantez de la violencia, máxime cuando visitaba a mis hermanos mayores, Ana Mercedes y Manuel, en las residencias de hembras y varones de la Ciudad Universitaria, hoy en día predios de Humanidades, Letras y Comunicación Social. El nido de la insurrección “castrocomunista”, al decir de aquellos tiempos.

Contraste manifiesto entre la quietud de un pueblo con apenas treinta o cuarenta mil habitantes, donde veíamos pasar los arreos de burros cargados de leña por la calle Atarraya rumbo a la plaza Bolívar, y la capital con algo más de un millón de almas reluciendo por las obras heredadas de la recién caída dictadura perezjimenista (muchos creyeron que sería la última autocracia aquí entre nos), aunque la aspereza urbana del Helicoide despoblado (un protomall) llamara tanto la atención de un carajito fisgón como yo. En VLP los teléfonos se accionaban con manigueta y una pila de seis voltios. El operador de la central resultaba amigo y confidente de todo el mundo, mientras que en la Sultana del Ávila los aparatos funcionaban con discado y hacia el Este los números ya constaban de seis dígitos en vez de cinco, válgame Dios. En mi pueblo, los policías, uniformados de caqui con unas correas atravesándoles la pechera, se quedaban adormilados por el calorón a la hora del burro, espantando la plaga con resoplidos laterales y recostando, con equilibrio de maromero de circo, sus silletas de cuero contra la pared de la prefectura frente a la plaza Bolívar, mientras el popular Jopo se aposentaba en la esquina del Hotel Venezuela aguaitando al vehículo que lo llevaría al aeropuerto a esperar el vuelo de Avensa, en la mañana, o el de Aeropostal, en la tarde. En Caracas, algunos polichinelas ya usaban casco (prefigurando a la Metropolitana) y miraban de reojo a todo el mundo: los extremistas se les acercaban por mampuesto y los acribillaban sin mediar argumentos, mientras a lo lejos se escuchaban las sirenas que me hacían recordar al Escuadrón Tacamajaca (¡loor al inolvidable Chuchín Marcano!) y los mayores comentaban la última bola: “Pusieron una bomba en Sears, ¿te enteraste?”.

Una de las ventajas de temperar en la Caracoles era que la televisión se veía clarito. Llegábamos al Hotel Comercio, en Puente Soublette, a cuadra y media del canal 2. Mi papá compraba repuestos de cocina a kerosén en la Comercial Prosperi, en el extremo sur de Bárcenas a Río, y aprovechábamos para acercarnos a las puertas de Radio Caracas TV para atisbar a Víctor Saume, al pájaro chogüí Néstor Zavarce, o al doctor Albertico Limonta (nadie se salva de ser farandulero o de aspirante a paparazzo, dígalo ahí). En cambio, disfrutar del huésped alienante en Pascuita resultaba la mar de azaroso pues los caprichos atmosféricos podían aguarle la fiesta hasta al paciente Job en lo mejor de la Novela Palmolive o del combate máscara contra cabellera entre El Tigrito del Ring y Jaime El Fantasma: de repente se alborotaban un rayero digno de la más atrevida pintura abstracta y un grillerío sónico con tesitura de música avant garde (a lo mejor de ahí proviene mi gusto por Pink Floyd y Frank Zappa, entre otros). Ni elevando aún más y reorientando las antenas con forma de parrillera o palmera aliviabas la cacofonía.

Ley de la vida es que debes seguir creciendo. Para el año escolar 1961-62 nos tocó inaugurar el colegio Juan Germán Roscio, el “colegio del padre”, como siempre se le ha conocido en VLP. Arrancamos operaciones con los siguientes docentes: en tercer grado, mi bella prima Nelly Arbeláez García; en cuarto, el profesor Olivieri; y en quinto, el profesor Zerpa. Pero me detengo aquí por cuestiones de espacio. Esta historia continuará (si no me atacan la abulia y la flojera).

Nicolás Soto Martínez (06/12/1911-07/12/1990) y Ana Arbeláez de Soto (25/11/1919- 20/11/2006)

El padre Padilla y el soldado moribundo en La Alcantarilla. Esta foto ganó el Premio Pulitzer.

Presidente enguantado como el Morocho Hernández.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Entrevista Lengüeto Comadreja

(Transcripción ajustada a derecho del programa con la licenciada Jarelys Aquino del 42 de diciembre de 3948)
Entrevista al profesor Lengüeto Comadreja


El profesor Lengüeto Comadreja nos asegura que la mejor manera de darle a la lengua impunemente, sin que lo tilden a uno de perro, es disfrazarse de guau-guau, como lo demuestra en esta gráfica su aventajado discípulo Rin Tin Tin Alviárez (a) “Lengua’e Trapo”. (Foto: Lassie Chávez F.)

Ja: …y para ilustrarnos sobre este interesante tema, hemos contactado, vía telefónica, a uno de los expertos mundiales más reputados. Nos referimos al doctorísimo en Chismología Nuclear, PhD de la universidad de Chismelandia, catedrático y premio Nóbel en Chismetown, el profe Lengüeto Comadreja, con quien vamos a iniciar el diálogo preguntándole por los referentes históricos del chisme. Buenas tardes, profe Lengüeto Comadreja, díganos, ¿cuál fue el primer chisme de la historia?

Le: Buenas tardes, licenciada Jarelys, gracias por invitarme a este programa tan prestigioso que, de no ser por un chisme grado 33 que me contaron, jamás me habría enterado que existía. Respondiendo a su chismográfica pregunta, el primer chisme de la historia resultó ser el que le metió la serpiente a la jeba Eva, la jeba de Adán, el de Adán y jeba, qué digo, Eva.

Ja: ¿Se refiere usted a lo acontecido en el Edén, el paraíso terrenal?

Le: Precisamente, venía la víbora arrastrándose por ese terronal, llenándose de malas vibraciones, cuando se encontró con la jeba Eva, que se encontraba jugando con unas pelotas…

Ja: Querrá usted decir, profe Lengüeta, que se encontraba en pelotas, porque es fama que esa primera pareja andaba por el paraíso terrenal en cueros, ¿no es así?

Le: No, mi licenciada, se encontraba jugando la jeba Eva con unas pelotas que no puedo decir de quién eran porque sino nos ponen el pitico y nos trancan el programa, unas pelotas, por cierto, hechas de un cuero medio chimbón, pero como le venía diciendo, la culebra venía arrastrándose con la intención de meter una culebra y por eso le contó a la jeba Eva el chisme de que la manzana no era ninguna fruta prohibida, sujeta a regulación. La jeba Eva se dejó convencer por la culebra que, por cierto venía de un humor enculebrado porque no le habían podido curar una culebrilla con diarrea endógena en Barrio Afuera, y ahí fue cuando se armó la sampablera y la culebrera, porque el camino es culebrero.
Ja: ¿Eva comió, entonces, de la fruta prohibida como consecuencia de un chisme?
Le: Exactamente. El chisme de la culebra rompió el encanto, entonces el gran jefe de la chivita los expulsó del paraíso terrenal, condenándolos a ganarse el pan con el sudor de las verijas y para que no siguieran parándole a los chismes de la culebra con culebrilla. La jeba Eva, fíjese usted, se dio cuenta de que estaba desnuda e, inmediatamente, concibió la idea de meterse a estríper con lo cual se puso rápido en unos churupos.
Ja: ¿Y Adán qué hizo, profe Lengüeto Comadreja?
Le: Adán se dio cuenta de que tenía talento para la escritura y, entonces, inventó el culebrón que, como usted bien sabe, es la máxima expresión del chisme llevado al terreno del melodrama, o como le dicen los gringos, las óperas de jabón, the soap operas, porque esas culebras son más resbalosas que político en campaña ofreciendo lo que no va a cumplir. Por eso dicen que la vida es un culebrón que no se acabará nunca mientras el mundo sea mundo, ¡ah mundo, Raymundo!
Ja: ¿Cuáles son los campos de la actividad humana donde se nota más la presencia de la chismografía, profe Lengüeto?
Le: Después de una catajarria de años estudiando el chisme con todos sus vericuetos, mi querida licenciada, puedo afirmarle categóricamente que el chismorreo está presente en todos lados, a toda hora, en todas las circunstancias. Quien diga que no le gusta el chisme, quien sostenga que jamás ha estado involucrado en una chismeada (una chis-meada), que arroje la primera guaratara, pues…
Ja: Eso es discutible, profe, pero insisto con la interrogante porque deben existir esferas de la vida donde se note más el chismorreo que en otras. Por ejemplo, en la política, ¿no le parece?
Le: ¿Qué sería de la política sin la sin hueso? La política, mi querida licenciada, filosóficamente hablando, ontológicamente hablando, chismorreicamente hablando, es una función social donde prevalece quien hable más gamelote. Y como gamelote es familia de cizaña, y la cizaña es un componente consubstanciado con el chisme, entonces en la política prevalecen la maledicencia, el comentario soterrado, la puñalada trapera, la entrepitura, la hipocresía y la mala vibra, porque jamás se ha visto un chisme para poner a alguien en la buena, sobre todo con una doña que esté bien buena.
Ja: Pero esto es terrible, profe Lengüeto, porque de ahí podría inferirse que el género humano no tiene redención alguna, puesto que todo el mundo afirma: “No me gusta el chisme, pero me entretiene”. ¿Estamos condenados a sufrir del chisme per secula seculorum?
Le: Tan es así, mi licenciatura, que existen cantidades y cantidades de personas que viven por y para el chisme. Le doy un ejemplo ejemplarizante: la farándula, el show business. Si se acabaran, por ejemplo, los chismes sobre Michael Jackson y sus gustos pedofílicos, ¿cuántos compatriotos y compatriotas no pasarían a engrosar las filas de los desempleados? Si finalizaran los chismes sobre las operaciones quirúrgicas de Lila Morillo, si cortaran de un tajo los comentarios sobre quiénes se soltaron el moño o salieron del clóset en el mundo del espectáculo, si se acabaran las especulaciones sobre los empates o desempates de la gran Maradona (la reina del disco music), si se terminaran las lenguaradas acerca de los piconazos de Britney Spears (debiera estar jugando short stop para los Yankees de Nueva Cork), si dejaran de hablar sobre los últimos videos de las estrellas de la farándula haciendo maromas en la cama sin tenerle miedo a una escoliosis por las contorsiones que hacen que ni los maromeros del Cirque du Soleil, si le prohibieran ─ en fin ─ a las gentes que dejaran de interesarse en las aventuras y desventuras de los miembros de la realeza entonces, mi querida licenciada, quebrarían sopotocientas empresas dedicadas única y exclusivamente a averiguarle las menudencias y las andanzas a toda esta gente tan chinvengüenchona. Como dice el tío Simón, ¡caracha, negro!
Ja: Definitivamente, profe Lengüeto, el chismorreo es parte inseparable de la naturaleza humana. Donde haya hombres y mujeres, allí estará también el chisme, ¿cierto?
Le: Tan es así que no puedo finalizar esta conversa tan amena sin un chisme bien picante que acaban de captar mis camataguas. ¿Y sabe de quién se trata el chisme, licenciada Jarelys?
Ja: No sé, dígame, profe Lengüeto.
Le: Es un chisme sobre usted, licenciada. Y como yo no me guardo nada, como que me llamo Lengüeto Comadreja, de Lengua Suelta, estado Cojedes, ya se lo voy a contar a los oyentes suyos, para que gocen una ola y parte de la otra.
Ja: Como lo que es igual no es trampa, yo me vine prevenida con información de última hora sobre su vida y milagros, profe Lengüeto, que, por cierto, usted se las echa de que nunca ha roto un platico, pero me he enterado que tiene usted un prontuario más largo y prolijo que el de Al Capone. Voy a comenzar diciendo de usted que…
Le: Ejem ejem ejem, vamos a dejarlo de este tamaño, licenciada. Mire que tigre no come tigre, y si lo come lo eruta…
Ja: Gracias, entonces, al profe Lengüeto Comadreja, y cuidándonos mucho la lengua lo dejamos de este tamaño por la tarde de hoy, porque, como dijo el profeta Zacarías: “Con la vara que midas serás medido”. Vamos al corte comercial mientras el profe y yo nos caemos a chismes. ¡Jesús, manita!

Entrevista Cuernelio Cachú

(Transcripción ad verbatim del programa con la licenciada Jarelys Aquino del 39 de septiembre de 1914)
Entrevista al doctorísimo Cuernelio Cachú



Así le quedó el globo ocular al doctorísimo Cuernelio Cachú cuando la licenciada Jarelys le preguntó por el cachito pa’ güelé. (Foto Cachón).

Ja: Y, precisamente, para hablarnos de este tema, hemos establecido contacto telefónico con todo un erudito, estudioso y experto en el tema. Nos referimos al doctor en Cachología y Ciencias Cornudas de la universidad de Cuernosvacas, el profesor Cuernelio Cachú, a quien vamos a comenzar preguntándole, profesor: ¿los cuernos duelen? Buenas tardes, doctor Cachú.
Ca: Gracias, licenciada Jarelys, por su invitación a través del cuernófono de Platino 102.3FM, la emisora más cachonda de este mundo cornúpeto. La respuesta a su pregunta es muy concreta: ¡depende!
Ja: ¿De qué depende?
Ca: Del lugar donde haya sido la cornada. Me explico. Cuando a uno le ponen los cachos, la gente usualmente cree que los cachos afectan el corazón, lo cual es cierto si la víctima todavía cree que la luna es de pan de horno y que los niños vienen de parir, qué digo, de París. Pero los cachos pueden doler en muchas otras partes: en el bolsillo, en el fundamento, en el amor impropio, en la rabadilla y, ¿por qué no decirlo?, en la caramera.
Ja: ¿Eso significa que los cachos duelen en los mismos cachos?
Ca: Claro que yes, sobre todo si la víctima es multicachuda.
Ja: Pero ya eso es masoquismo y pasa a otra esfera psicológica.
Ca: En mis múltiples estudios al respecto he podido comprobar que los cachos pueden crecer sobre otros cachos anteriores. Y encima de ellos, en una especie de evolución multietápica, pueden retoñar azucenas y jazmines para que no se diga que un hombre sin cachos es como un jardín sin flores.
Ja: ¿Quién pone más cachos? ¿Ellos o ellas?
Ca: Es igual por donde uno meta el cacho, mi licenciada. Aquí no hay diferencias de sexo, raza o preferencias sexuales. Todo es una gran ponedera de cachos.
Ja: ¿Cuál es el sitio favorito para montar cachos?
Ca: ¿Para montar cauchos? Yo no sabo nada de mecánica.
Ja: No, doctor Cachú, de montar cachos.
Ca: Definitivamente en La Vuelta’er Cacho, gloria a Dios. ¿Y sabe usted, mi dilecta licenciada, cuál es la canción favorita de los montadores de cachos?
Ja: Dígame usted.
Ca: Aquella que decía “Cachito cachito, cachito mío…”
Ja: ¿Cuál es la mejor hora para montar cachos?
Ca: Definitivamente la hora del burro, por razones de tamaño y envergadura, en-verga-dura, más que obvias, y, además, porque Dios no le dio cacho a burro.
Ja: ¿Cuál es el ámbito profesional donde hay más cuernos?
Ca: Sin duda alguna entre los toreros porque, como dicen ellos, (acento andaluz) “más cornás da el hambre”. Hablando de hambre, tengo ganas de montar cachos comiéndome una lumpia (¿o mejor me la fumo?).
Ja: ¿Cómo evitar los cuernos, doctor Cachú?
Ca: ¿Y para qué evitarlos si igualito te los van a poner, mijita? En vez de amargarte la vida canturreando aquella canción que decía “celos, malditos celos, ¿por qué me matan”?, mi consejo es: lánzate tú también al ruedo y reparte cacho por aquiles, cacho por ayala, cachito pa’mí, cachito pa’ti, cachito pa’toiticos. Mientras más cacho, más te cacho y más cachirulo me pongo con el cachondeo.
Ja: ¿No hay nada qué hacer, entonces? ¿Cacho para todo el mundo?
Ca: Cacho cacho, cachondo, y si no sabes nadar, no te metas en lo jondo.
Ja: ¿Y si uno no quiere montar el cuerno?
Ca: Que te capture el la policía ésa que llaman el cipicipi con el cuerno del delito y mándalos a toditos al cuerno.
Ja: Finalmente, doctor Cachú, ¿quién inventó los cuernos?
Ca: Satanás, mijita, ¿o acaso no se le ven los cachos? Aunque, desde hace un tiempo para acá, el patrono de los cornudos, asegún me informa Víctor Figueroa, es el Santo Cachón. Y el sitio turístico favorito de todos ellos es el Gran Cachón del Colorado. ¡Cacho en la manga del flux! ¡Jesús, manita! Chupa, cachete, qué digo, cacho, cachete.