domingo, 19 de septiembre de 2010

Una respuesta



Blogger Cicerón dijo...

Una sola cosa me enlaza con usted amigo Soto y es que conoce a Angel Melo. He andado buscando desde hace años algún "link" con ese excelente y admirado cuatrista pues en mi juventud fue él quien despertó la inquietud de lo brasileño y el jazz con el cuatro. Dije una sola cosa porque difiero con ese tipo de personas que, envenenadas por el odio, son capaces de mentir o seguir una mentira hasta el infinito.
Sin embargo, los que nos hemos movido para no fanatizarnos, llegamos a ver lo cerca que estuvimos del inminente abismo si no hubiera ganado Chávez.
Aún así, creo que nadie es totalmente malo ni bueno. Y gracias a mi madre y padre, juez y parte. Trabajo para las comunidades en donde he habitado con mucho cariño y eso me ha enseñado a ver la esperanza nuevamente en la cara de los venezolanos. Lo invito a que visite el 23, Catia, Caricuao (los barrios), etc. y viva en carne propia lo que le digo.
Si todavía puede darme ese link, eldecoche@yahoo.es es mi correo.

Amigo de Coche:

Le saludo cordialmente. Gracias por leer mis humildes barrabasadas.

Hay más cosas que nos unen que las que nos desunen. No es precisamente el odio lo que nos ha llevado a enfrentar el actual estado de cosas en nuestro país, producto de una descomposición que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo (más del que usted se imagina) y que ha hecho eclosión, con toda la putrefacción imaginable, en estos últimos doce años.

A veces es necesario caer en estos farallones históricos para avanzar. Los males de Venezuela, al igual que el resto de Latinoamérica, se resumen en el exceso de estatismo y su secuela, el caudillismo primitivo. El mismo Simón Bolívar lo advirtió antes de morir: estamos condenados a ser pasto de los demagogos. De los Perón, Getulio Vargas, Trujillo,Somoza, Castro y, por supuesto, del nuestro, aquí y ahora.

Despertar de los ensueños atizados por estos malabaristas del verbo y la ilusión no es fácil. A cada uno le llega su hora de hacerlo, a su manera, de acuerdo a su circunstancia. Mi enemigo no es usted. Es la demagogia,la mentira, la corrupción, el fascismo tanto de izquierda como de derecha.

Me invita usted a recorrer las zonas populares. Yo lo hago constantemente y no solamente en Caracas. Por eso puedo dar fe, resáltandolo en mi artículo, del desengaño, la frustración y la rabia de los venezolanos más humildes ante la desidia, la ineficacia y el robo descarado de los recursos públicos. Esto no es nuevo en nuestro país, pero la escala actual supera todo lo anterior. Las pruebas están ahí, a la vista de todos. "No hay peor ciego..."

Nadie es absolutamente malo ni bueno, en eso concordamos. Pero la contaminación y sobreexposición a las ideas extremistas provocan distorsiones de la realidad (la famosa disociación de acuerdo con los psiquiatras) y por ello estos "amados líderes" se creen ungidos del cielo, únicos e imprescindibles. Todos los autócratas son iguales.

Sé que con estas líneas no he de convencerlo (por ahora). Yo mismo, en alguna época de mi vida, transité por los caminos de la extrema izquierda y constaté lo difícil que es desprenderse de ideas preconcebidas.

Sólo le solicito paciencia y tolerancia. Estos disparates históricos suelen caerse por su propio peso. Hay gente que se desmorona al ver hechas añicos las esperanzas que colocaron en ideas equivocadas. Ideas, por cierto, llenas de odio desde su origen (la "lucha de clases", por ejemplo), como las que solía expresar el Che Guevara, evidentemente un ser perturbado como todos esos líderes que ventean bilis desde la diestra como de la siniestra (los meto a todos en un mismo saco: Hitler, Stalin, Lenin, Mussolini, Mao, Pinochet, Pol Pot, Castro) . Nuestro mensaje evidencia indignación pero, a la vez, propugnamos por la esperanza de ver renacer a esta maltratada tierra nuestra en atmósferas de libertad y ética. Y no estamos hablando de eso que llaman los voceros del oficialismo "volver a la novena república (?)", o algo por el estilo.


Un abrazo y mil disculpas por sincerarme ante usted de esta manera.


NS

jueves, 16 de septiembre de 2010

Los encuesteros



ENTORNO INTERNACIONAL
Jueves, 16 de septiembre de 2010

POLITICAS
-En reunión de la Conferencia de las Américas, Luis Vicente León (Datanálisis) informó que la agresiva campaña realizada por Hugo Chávez en el marco de las parlamentarias le ha dado una sutil ventaja al PSUV para el 26-S, aunque advirtió que el resultado de esos comicios estará en manos de los indecisos o Ni-Ni del país.

Amigos (as):

Desde hace algún tiempo, fuentes muy bien informadas me han subrayado que, prácticamente, ya no existe ninguna encuestadora seria en nuestro país. Aún más, la información es tajante: todas ellas han sido penetradas por la dictadura.

Particular énfasis se nos indica en un conocido vocero de los análisis de opinión, un flaquito picado de viruelas de voz aflautada a menudo engalanando la pantalla de Globovisión. En todos los últimos procesos electorales, este compatrioto ha repetido una pauta de conducta similar.

El personaje de marras comienza sus advertencias señalando, unos meses antes de los comicios, que "la oposición" ha venido recuperando terreno, que tiene chance.

A pocos días de la cita electoral, nos advierte que "nuestro presidente" ha logrado remontar la ventaja en las encuestas dada su agresividad característica y la penetración de sus "políticas sociales".

En vísperas de la elección, el personajillo irrumpe de nuevo señalando que el "presidente" ya pasó al frente, que la "oposición" no logra impactar en las clases populares por falta de punch en su mensaje político (falta de proyección de esperanza, inexistencia de alternativa a "nuestro primer mandatario", dispersión del discurso bla-bla-blá).

Posteriormente, luego del evento, salta nuevamente desde los programas de opinión y su columna en "El Universal" a cacarear que su empresa no erró en sus predicciones pues sus números son congruentes a plenitud con los resultados del denominado "consejo electoral".

Aquí lo tenemos de nuevo. Ganas no faltan de exclamar como decían en las jornadas posteriores al 23 enero 1958: ¡Reconócelo, pueblo!

Las encuestas son un medio fiable de auscultar y fotografiar el estado de la opinión pública, en un momento dado, si y sólo si se realizan con la metodología adecuada patrones estandarizados por George Gallup en la década de los 1930 y, por sobre todas las cosas, si se efectúan en democracia

Únicamente en democracia la gente puede expresar su opinión sin miedo y sin tapujos. Este miedo es un intangible que no puede ser ponderado estadísticamente. Por lo menos hasta ahora no se ha dado con un método confiable para obviarlo como patrón de distorsión en la percepción de la ciudadanía ante el hecho político. A causa del pavor el miedo es libre, reza el viejo adagio popular, la reacción natural de las gentes de a pie es el comportamiento del avestruz. Los encuesteros los llaman ni-ni.

Pero resulta, acontece y sucede que ante el comunismo no existe indiferencia que valga. La gente lo intuye y lo proclama sin ambages en entornos de confianza. No hay indefinición. Nada de eso. Los venezolanos rechazan el comunismo. Los venezolanos desean terminar de una vez por todas con esta sinvergüenzura histórica. Los venezolanos están muy bien plantados ante esto. Bien lo expresaba Joselo (cuando era cómico): "O eres molusco, o eres marisco". 

Las definiciones  tajantes están ahí, a la vista de todos. Pero si me llegan a mi casa unos desconocidos preguntándome por quién voy a votar, dada la precariedad de mi empleo en un ámbito de rebusque y de economía informal generalizados, conociendo de los métodos de terror en las barriadas por parte de los grupos armados y de la delincuencia aliada a la dictadura, adivinen entonces qué voy a opinar de la popularidad de "nuestro presidente". Lo primordial es cuidar el pellejo. Ni que fuéramos pendejos.

En el Iraq de Saddam Hussein las encuestan siempre le otorgaban noventa y pico por ciento largo de popularidad. ¡Qué mantequilla!

Existen ejemplos clásicos para visualizar este aserto. En el referendo chileno de mediados de los ochenta, todas las encuestas daban como ganador absoluto al dictador Pinochet... y se equivocaron de cabo a rabo. Bajo la satrapía corrupta del sandinismo en la Nicaragua de 1990, los sondeos indicaban un triunfo abrumador del pedófilo Ortega... y ganó la viuda Chamorro. Lo mismo aconteció en Filipinas bajo la tiranía de Ferdinand Marcos... y fue vencido por Corazón Aquino. 

¿El corolario? En dictadura las encuestas no valen.

En dictadura las encuestas vienen controladas por el mandamás de turno.

En dictadura hay que desconfiar de los encuesteros.

Lo único que vence a las dictaduras es la pérdida del miedo a través de la unidad de la mayoría abrumadora de los ciudadanos.

No rompamos la unidad ni caigamos en ensueños provocados por cantos de sirena.

¿Quieren encuestas? Hagan las suyas propias. En los mercados populares, en los taxis, en los por puesto, en los terminales de pasajeros, en los comederos públicos, en las paradas de autobuses, en los campos, en las ciudades, en los pueblos. A diferencia de 1998 (última elección verdaderamente limpia realizada en Venezuela), no se consigue casi a nadie defendiendo al tiranuelo.

¿En cuál país viven los encuesteros?

¿A quién creen que engañan?

¿Encuesteros a mí? Basirruque murió tosiendo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Peregrinando entre ceras



Claridades
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Clarencio[1] es mi amigo —mi carnal, como dicen en México; mi alto pana, como decimos a la venezolana— desde hace una chorrera de años. Juntos fatigábamos los pasillos de la UCV, escaldándonos las pestañas con rumas de abstrusas ecuaciones, requisando la biblioteca central en busca de las mejores álgebras, desguazando kilos de tiza bajo la vaporosa luz de los pasillos sobre pizarras propicias. Compartíamos, por supuesto, los idealismos de aquellos años febriles. La izquierda, compadre, era nuestra santa Meca. Cuántas conversaciones sostuvimos criticando la guanábana adecopeyana, cuántos libros y periódicos compartidos:Reventón, Al Margen, Deslinde, Problemas del Socialismo, Granma, Revolución. Pasaron los tiempos y cada cual cogió su rumbo. Yo me desencanté de la zurdería. Clarencio permaneció incólume en sus convicciones, con alguna que otra crítica hacia mi alejamiento, pero respetándome, respetándonos, guareciendo la amistad contra cualquier cisma.
***
Debo sincerarme. Me desvinculé de esos predios por varias razones. Llegué a considerar, a la par del historiador británico Arnold Toynbee, que “la ideología comunista derivó del cristianismo y, a decir verdad, es una herejía cristiana de naturaleza no teísta”. Es decir, para ponerlo en cristiano, que el socialismo no es sino un eufemismo, una palabrita substituta, un antifaz edulcorado  disfrazando al comunismo puro y duro, a su vez una religión materialista, o mejor aún, un fundamentalismo aparentemente piadoso y justiciero que esconde la ambición de algunos seres por dominar, sojuzgar y someter totalmente a sus semejantes, léase, a todos nosotros, los pendejos, los escuálidos. En suma, es un cuadro patológico ejercitándose política, social, económica y hasta culturalmente. Una sociopatía camuflada en esperanzas de equidad. A diferencia de su congénere, el fascismo tradicional de derecha que se forja desde pasiones altamente repugnantes como el racismo y la xenofobia, el comunismo, o socialismo real, o fascismo de izquierda, nos seduce con su canto de sirena al son de una pretendida lucha contra la opresión. Pero, subráyenlo con lápiz rojo, el zurdofascismo adolece de una verruga tan nauseabunda como el racismo y la xenofobia: el clasismo. La discriminación por tu supuesto “origen de clase”. La excusa perfecta para que un ser lleno de complejos y disipaciones como Karl Marx[2] enunciara su evangelio cardinal: la lucha de clases, el odio de clases, la saña y la cizaña entre los seres humanos. De allí a aliarse con la delincuencia, cohonestar genocidios y excusar cualquier clase de crímenes no hay mucho trecho. La plataforma ideológica “científica” y “dialéctica” te aprovisiona de justificaciones. ¿Cuál es la diferencia, entonces, entre Stalin y Hitler, el Che Guevara y el doctor Hannibal Lecter, Fidel y Pinochet? Paso y gano. Lo mío es la comprensión y la colaboración entre las gentes. La violencia es el arma de los equivocados. De quienes están más pelados que rodilla’e chivo.
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Volvamos con Clarencio. Su constancia para con la vieja “ideología” me producía, por un lado, recato y nostalgia por las épocas ya idas y, por el otro, curiosidad ante tanta porfía. Mas hete aquí que en nuestra Tierra de Gracia se monta, por una de esas carambolas de la Historia, un régimen de extrema izquierda. Clarencio revivió como una crisálida solemne. Volví a visitarlo en su casa, un verdadero devocionario de la liturgia zurdosa. En los anaqueles, no faltaba más, rebosaban los viejos textos: Las venas abiertas, Los desheredados de la tierra, Diario de la guerra revolucionaria y demases conviviendo con Eva Golilla, qué digo, Golinger, Heinz Dietrich, Ignacio Ramonet, los discos de Silvio Milanés cantando Los ranchos de cartón, y demás simbología del comunismo del siglo 21. Toda una pagoda dedicada a la vieja utopía. Un ánima del Pica Pica antiimperialista. Un ánima del Taguapire roja rogelia. Pero eso sí, Clarencio es honesto a carta cabal. Clarencio es un austero irredento y crédulo. Cuando le refiero, un tanto sibilinamente, las hazañas de la boliburguesía, los choreos del amado líder y su familia, Clarencio traga grueso y noto su esfuerzo para no ponerme de paticas en la calle. La añeja amistad todavía pesa algodón pajarillo. Como no es bueno abusar de la paciencia, cojo la calle, asegurándole que, pase lo que pase, el compañerismo y el cariño permanecen inalterables. Clarencio asiente con algo de timidez.
***
Le mataron el hijo a Clarencio. Varios disparos a quemarropa. Me aparezco en la funeraria para darle el pésame. Está desencajado, ojeroso, avejentado. Me recibe con un estoicismo zombi. El dolor es grande, insoportable. Pero no es otra víctima más de la violencia desatada en estas calles nuestras. A los pocos días, me reúno con amigos de los antaños días ucevistas y escucho impávido la reláfica: el muchacho se había enlistado en un conocido frente con nombre de precursor de la independencia. El muchacho creía halagar a su viejo metiéndole el pecho a lo más zumbao de la “revolución”. Campos de entrenamiento con fichas de Eta, las Farc y movimientos antisionistas del medio oriente. Seminarios ideológicos con los cubanos. Preparación para la guerra asimétrica. Labor de campo con los grupos del 23 de enero, La Vega y similares. Pero el muchacho era hijo de su padre. Había en él un sustrato de honradez y altruismo. Andando en esas andanzas con las andaderas andadas y heredadas, vio, oyó y presenció cosas. Actividades non sanctas, para nombrarlas decentemente. Un secuestrado por aquí. Un atraco por allá. Por ese lado, nada fuera de lo normal en un proceso “de cambios”. Cuando Stalin era conocido como Koba, en su juventud georgiana, desvalijó más de un banco a instancias del chivuíto Lenin. Parte del botín revolucionario. Pero ahora hay tráfico de armas. Tráfico de blancas con mafias de la antigua cortina de hierro. Tráfico de alcaloides y conexos. Tráfico de elementos para bombazos atómicos. El muchacho se lo dijo al papá. El muchacho luego lo comentó por aquiles y porayala, por donde no debía. Al muchacho lo despacharon al más allá.
***
Refiere la Biblia que Yavé le pidió a Abraham sacrificarle al primogénito. El de Ur no vaciló. Era la prueba máxima de lealtad hacia el Creador. Era la génesis de una religión destinada a transformar al género humano alrededor del canon del altruismo y la virtud. Pero Clarencio no es Abraham. El comunismo no es Yavé. Clarencio comenzó a dudar y la fe se le está volviendo añicos. Clarencio me confesó, delante de un güisqui nacional él, yo carraspeando un Cacique pecho cuadrao, el fin de su esperanza. A Clarencio se le agrietó el comunismo, la pretérita “ideología” de la crueldad, la violencia y el enfrentamiento estéril entre los seres humanos. Clarencio llora en silencio a su hijo, víctima del odio sembrado irresponsablemente. Clarencio sólo desea ahora que la vida se imponga y la muerte se extinga, llevándose a estos profetas desquiciados hacia derroteros donde sean juzgados y castigados en base a la justicia que le denegaron a su hijo. Clarencio y yo nos abrazamos. Seguimos siendo hermanos.



[1] Nombres ficticios, personajes reales.
[2] Al igual que cierto sandinista seguidor suyo, le dio por el incesto y la pedofilia. ¡Albricias!

Talleres ornitológicos

Viramundo
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La necesidad suele ser la madre de las invenciones, afirman los anglosajones, en su civilización procreadora de adminículos, tecnologías y corrientes de pensamiento. Listo, ya me catalogaron de pitiyanqui, cosa muy cierta pues soy fan de los pitiyanquis de Nueva York en Grandes Ligas, y aquí, en la estropeada Tierra de Gracia, de los escualos (que no escuálidos) de La Guaira. Pero basta de pelota y a lo nuestro. La estrechez nos obliga a soportar las mil y una, sin derecho a pataleo.

Me explico. La susodicha necesidad me lleva a una oficina pública nuestra en procura de una documentación. La cantidad de requisitos abruma al más pintado. Kafka no tarda en aparecer en la memoria. Que si copias certificadas de esto, que si solvencias de aquello, que si no sé cuánto en timbres fiscales, que si sopotocientas fotocopias. ¡Madre de Dios, ampárame! Hace unos cuantos años rodaba por ahí un chiste asegurando que Hitler, Stalin, Mao Zedong, Idi Amín, Atila el bárbaro y otros semejantes no reencarnaron en cucarachas, bachacos culones o congorochos, sino en burócratas exigidores de papeles y trámites. Sádicos hasta en otras vidas a pesar de la Ley del Karma. ¡Na guará!

Pero a toda regla le sale su excepción. Mi antigua compañera de liceo Éukarys1 trabaja en uno de esos despachos. Al reconocerme, luego del saludo afectuoso de rigor, procura aliviarme la carga. Su asesoría me resulta valiosa para navegar a través de las aguas pichacosas de la burocracia estéril, hinchada y metastasiada.

Éukarys me revela algo ya sospechado por mí, aunque en términos más filosóficos. Confieso que me las doy de pensador profundo, aunque quizás no pase de ser otro hablador más de gamelote. La naturaleza profunda de esta clase de regímenes se nutre del burocratismo. A los caudillos les gusta controlarlo todo. Les encanta vejar a la gente. Que les rindan pleitesía. Que los perfumen con el incienso del culto a la personalidad. Que les jalen mecate por los siglos de los siglos. De ahí germina la necesidad de una burocracia aplastante y ladilla. Éukarys me corona el razonamiento con esta perla: son vainas de los cubanos, Renny. Los tenemos metidos hasta en la sopa. Fregando la paciencia.

Los antillanos fidelistas medran en registros, notarías, tribunales, oficinas públicas. Habitualmente no se dejan ver por los infelices mortales ciudadanos de este ex–país, para fusilarle el léxico al profesor Blanco Muñoz. Pero los funcionarios de mediano y alto nivel sí tienen que lidiar con ellos. Éukarys me afirma —y yo le creo, ciertamente— que algunos se pliegan perrunamente a los dictámenes empatucados de altanería de los cubanos. Sin duda, se trata de seres reptilíneos, de reptiles alineados, de esos que abundan en las novelas sobre dictaduras tipo Arthur Koestler por acullá. O tipo José Rafael Pocaterra, más poraquiles.

Hay quienes sobrellevan la carga del abuso y del maltrato prodigados opíparamente por los cubanos. Necesitan del sueldo pues tienen familias, compromisos, cargas, y saben de la no existencia de oportunidades laborales allá afuera. El desempleo cunde, Éukarys y sus compañeros de la administración pública bien lo saben. Ellos callan ahí adentro. Pero nos cuentan a nosotros —quienes aún podemos escribir, hablar y desplegar un hilillo tenue de libertad de expresión—, para que hagamos saber al resto de los venezolanos las humillaciones que viven a diario. Por parte de los cubanos del chivudo.

La olla de presión está cogiendo presión.

***

La información me llega por conducto de Pedro Luis1. Su hijo labora en una base aérea. Un antiguo sargento técnico. Ahora le dicen coronel, pero le rebajaron los beneficios. De vez en cuando les lanzan unas bonificaciones, carcomidas por la hiperinflación, pero si se llegan a enfermar él o su familia, cero hospital militar, cero clínica privada, como antes. Ahora los mandan donde los cubanos. Y dale con los cubanos.

El hijo de Pedro Luis empieza a contarme, dándose ánimo meneando un escocés. Lo acompaño con un caballo frenao (me da menos ratón, aunque usted no lo crea). Cuatro aviones rusos despegaron en un ejercicio de rutina. Piloteados por venezolanos, cosa rara pues ni los eslavos ni los antillanos le tienen confianza a los del patio. Ya en el aire, sin haber transcurrido ni diez minutos, los bichos cogen con un beriberi. Humo por aquí, temblequeos por allá, cual camastrones, cual katanares.

El hijo de Pedro Luis me describe lo atrasado de la aviónica de esos cagajones (sus propias palabras). Mientras en los F-16 y Mirage todo era computarizado y automatizado, en los pajarracos moscovitas abundan las maniguetas, los manubrios, las chancletas. Al iniciarse lapatulequera, los pilotos venezolanos deciden abortar el operativo. Los cubanos se desgañitan desde la torre de control, ordenándoles permanecer en el aire so pena de graves consecuencias. Caso omiso. Trabajosamente regresan a la pista.

Al descender de las naves, los cubanos se les enciman, gritándoles improperio tras improperio. Los pilotos venezolanos conocen el riesgo para sus carreras pero, luego de aguantar durante varios minutos cualquier clase de insultos, la paciencia se agota. Una cosa es que te vocifere encima un superior, algo típico en el ámbito castrense, y otra lavativa es que te veje un forastero comunista. En tu propia patria.

Uno de los venezolanos, sin más ni más, le arrea unos pescozones a un fidelista. Salen a relucir armas cortas. El comandante de la base se interpone, en medio de una tensión más gruesa que un hueso de gallina atravesado en el gaznate. La sangre no llega al río, por ahora. Los castristas abordan unas camionetotas último modelo y se marchan de las instalaciones, amenazando con informar de todo esto al gran jefe. Ellos tienen acceso directo al jefe grande. Ellos tienen los dólares. Ellos mandan aquí.

El hijo de Pedro Luis no quiere seguir hablando. Los venezolanos como que no queremos seguir hablando. ¿Nos resignaremos a que la planta insolente del extranjero nos pisotee en nuestra propia tierra?

1  Nombres ficticios, personajes reales.