Parieron los artrópodos
Dueto de mociones
por: Nicolás Soto
Binomio de proposiciones. Duodeno de propuestas para el debate. Venzo la abulia y escrituro.
Primo, tomemos las recientes experiencias electorales, auspiciadas por la dictadura de nuevo cuño entronizada en la patria de Andrés Bello, y analicemos. La disposición de que basta con disponer de una mayoría relativa precaria, escuálida cuando mucho, implica que los cargos otorgados supuestamente a través del sufragio no alcancen un nivel de representatividad que avale el nombramiento. De ser ciertas las cifras del consejo electoral chavetón, impregnadas como están de timo y dolo, ningún funcionario electo cuenta con un amplio cimiento de legitimación. ¿Son suficientes un veinte por ciento de la votación efectiva, si acaso un treinta por ciento, cuando mucho un cuarenta por ciento, para suscribir la legitimidad del aspirante pretendidamente electo? Ahí están los jumentos de la denominada “asamblea nacional” como paradigma de la no representatividad.
Esta dispersión de la voluntad del electorado ha provocado la irrupción de aspiraciones irracionales que socavan el principio de la necesaria unidad para vapulear los cada día más graves problemas que afrontamos. Alrededor de la retreta de candidatos (muchos de ellos no muy santos que digamos) se han sedimentado mesnadas de veteranitos y bichitos, habilísimos calentadores de oreja y gorreros de grueso calibre, con las pezuñas en stand by para ponerse “donde haiga”.
¿Una posible solución? Después de sobrevivir al actual disparate (que finalizará tarde o temprano, por re o por fa), habrá que implementar, en el nuevo orden institucional que sustituya a ese monumento a la piratería hermenéutica que es la constitución chavetona, la elección uninominal y a doble vuelta para todos los cargos, ejecutivos y legislativos. Así, pongamos por caso, en la primera vuelta podrán lanzarse todos quienes se sientan llamados a la liza electoral, con posibilidades o no de cautivar la atención del electorado. Si nadie logra mayoría absoluta, entonces, los dos más votados pasan a la segunda vuelta y privará el principio de “la mitad más un voto” para ser ungido. Por el lado parlamentario, esto acarreará el definitivo fallecimiento de los pavosísimos métodos de listas, planchas, morochas, kinos y demás arquetipos de la tracalería en función política. Asimismo, con la elección uninominal los partidos y demás movimientos proselitistas deberán agudizar sus antenas para ubicar y captar a los líderes natos en cada comunidad específica, y no al revés, como viene sucediendo hasta ahora.
Secondo, agárrense duro los partidarios de la salida inmediata del demagogo ignorante y corrompido (d.i.c.). Viene rodando con más fuerza cada día la siguiente tesis (a ver qué opinan ustedes): ahora que la crisis provocada por el despilfarro y la ladronería del d.i.c. se torna inocultable (“nos agarró con los calzones abajo y las nalgas peladas”, como dicen en el llano), dejémoslo que se cocine en su propia salsa. Que le reviente en su cara hinchada y verrugona todo el tifón del desnalgue que, hasta ahora, estaba camuflado tras los ascendientes precios del petróleo. Es previsible que, dada la archiconocida cobardía del interfecto, cuando los nubarrones se tornen bien negros (presumiblemente después de la elección y la navidad), pretenderá huir, hacia atrás (¡sóbalo ahí, capitán Alfredo!) o hacia delante, lanzando espumarrajos contra los golpistos y golpistas, escuálidos y escuálidas, imperialistos e imperialistas, bla bla blá.
Sería labor nuestra, pues, atribuir las culpas a quien verdaderamente corresponde. De esta forma, quedaría maculada para siempre la supuesta “popularidad” del reyezuelo, constituyéndosele en pesado lastre para un anhelado comeback político (como el experimentado en abril 2002) y, por supuesto, prueba irrefutable para su comparecencia ante la justicia. Esta bancarrota general, sobre todo en el orden ético y moral, debe quedar autenticada como hija legítima del tiranuelo. Y sólo de él.
Mientras tanto, a arremangarse los calzones y las pantaletas que el joropo es vergajiao. He dicho.
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