(Transcripción ajustada a derecho del programa con la licenciada Jarelys Aquino del 42 de diciembre de 3948)
Entrevista al profesor Lengüeto Comadreja
Entrevista al profesor Lengüeto Comadreja
El profesor Lengüeto Comadreja nos asegura que la mejor manera de darle a la lengua impunemente, sin que lo tilden a uno de perro, es disfrazarse de guau-guau, como lo demuestra en esta gráfica su aventajado discípulo Rin Tin Tin Alviárez (a) “Lengua’e Trapo”. (Foto: Lassie Chávez F.)
Ja: …y para ilustrarnos sobre este interesante tema, hemos contactado, vía telefónica, a uno de los expertos mundiales más reputados. Nos referimos al doctorísimo en Chismología Nuclear, PhD de la universidad de Chismelandia, catedrático y premio Nóbel en Chismetown, el profe Lengüeto Comadreja, con quien vamos a iniciar el diálogo preguntándole por los referentes históricos del chisme. Buenas tardes, profe Lengüeto Comadreja, díganos, ¿cuál fue el primer chisme de la historia?
Ja: …y para ilustrarnos sobre este interesante tema, hemos contactado, vía telefónica, a uno de los expertos mundiales más reputados. Nos referimos al doctorísimo en Chismología Nuclear, PhD de la universidad de Chismelandia, catedrático y premio Nóbel en Chismetown, el profe Lengüeto Comadreja, con quien vamos a iniciar el diálogo preguntándole por los referentes históricos del chisme. Buenas tardes, profe Lengüeto Comadreja, díganos, ¿cuál fue el primer chisme de la historia?
Le: Buenas tardes, licenciada Jarelys, gracias por invitarme a este programa tan prestigioso que, de no ser por un chisme grado 33 que me contaron, jamás me habría enterado que existía. Respondiendo a su chismográfica pregunta, el primer chisme de la historia resultó ser el que le metió la serpiente a la jeba Eva, la jeba de Adán, el de Adán y jeba, qué digo, Eva.
Ja: ¿Se refiere usted a lo acontecido en el Edén, el paraíso terrenal?
Le: Precisamente, venía la víbora arrastrándose por ese terronal, llenándose de malas vibraciones, cuando se encontró con la jeba Eva, que se encontraba jugando con unas pelotas…
Ja: Querrá usted decir, profe Lengüeta, que se encontraba en pelotas, porque es fama que esa primera pareja andaba por el paraíso terrenal en cueros, ¿no es así?
Le: No, mi licenciada, se encontraba jugando la jeba Eva con unas pelotas que no puedo decir de quién eran porque sino nos ponen el pitico y nos trancan el programa, unas pelotas, por cierto, hechas de un cuero medio chimbón, pero como le venía diciendo, la culebra venía arrastrándose con la intención de meter una culebra y por eso le contó a la jeba Eva el chisme de que la manzana no era ninguna fruta prohibida, sujeta a regulación. La jeba Eva se dejó convencer por la culebra que, por cierto venía de un humor enculebrado porque no le habían podido curar una culebrilla con diarrea endógena en Barrio Afuera, y ahí fue cuando se armó la sampablera y la culebrera, porque el camino es culebrero.
Ja: ¿Eva comió, entonces, de la fruta prohibida como consecuencia de un chisme?
Le: Exactamente. El chisme de la culebra rompió el encanto, entonces el gran jefe de la chivita los expulsó del paraíso terrenal, condenándolos a ganarse el pan con el sudor de las verijas y para que no siguieran parándole a los chismes de la culebra con culebrilla. La jeba Eva, fíjese usted, se dio cuenta de que estaba desnuda e, inmediatamente, concibió la idea de meterse a estríper con lo cual se puso rápido en unos churupos.
Ja: ¿Y Adán qué hizo, profe Lengüeto Comadreja?
Le: Adán se dio cuenta de que tenía talento para la escritura y, entonces, inventó el culebrón que, como usted bien sabe, es la máxima expresión del chisme llevado al terreno del melodrama, o como le dicen los gringos, las óperas de jabón, the soap operas, porque esas culebras son más resbalosas que político en campaña ofreciendo lo que no va a cumplir. Por eso dicen que la vida es un culebrón que no se acabará nunca mientras el mundo sea mundo, ¡ah mundo, Raymundo!
Ja: ¿Cuáles son los campos de la actividad humana donde se nota más la presencia de la chismografía, profe Lengüeto?
Le: Después de una catajarria de años estudiando el chisme con todos sus vericuetos, mi querida licenciada, puedo afirmarle categóricamente que el chismorreo está presente en todos lados, a toda hora, en todas las circunstancias. Quien diga que no le gusta el chisme, quien sostenga que jamás ha estado involucrado en una chismeada (una chis-meada), que arroje la primera guaratara, pues…
Ja: Eso es discutible, profe, pero insisto con la interrogante porque deben existir esferas de la vida donde se note más el chismorreo que en otras. Por ejemplo, en la política, ¿no le parece?
Le: ¿Qué sería de la política sin la sin hueso? La política, mi querida licenciada, filosóficamente hablando, ontológicamente hablando, chismorreicamente hablando, es una función social donde prevalece quien hable más gamelote. Y como gamelote es familia de cizaña, y la cizaña es un componente consubstanciado con el chisme, entonces en la política prevalecen la maledicencia, el comentario soterrado, la puñalada trapera, la entrepitura, la hipocresía y la mala vibra, porque jamás se ha visto un chisme para poner a alguien en la buena, sobre todo con una doña que esté bien buena.
Ja: Pero esto es terrible, profe Lengüeto, porque de ahí podría inferirse que el género humano no tiene redención alguna, puesto que todo el mundo afirma: “No me gusta el chisme, pero me entretiene”. ¿Estamos condenados a sufrir del chisme per secula seculorum?
Le: Tan es así, mi licenciatura, que existen cantidades y cantidades de personas que viven por y para el chisme. Le doy un ejemplo ejemplarizante: la farándula, el show business. Si se acabaran, por ejemplo, los chismes sobre Michael Jackson y sus gustos pedofílicos, ¿cuántos compatriotos y compatriotas no pasarían a engrosar las filas de los desempleados? Si finalizaran los chismes sobre las operaciones quirúrgicas de Lila Morillo, si cortaran de un tajo los comentarios sobre quiénes se soltaron el moño o salieron del clóset en el mundo del espectáculo, si se acabaran las especulaciones sobre los empates o desempates de la gran Maradona (la reina del disco music), si se terminaran las lenguaradas acerca de los piconazos de Britney Spears (debiera estar jugando short stop para los Yankees de Nueva Cork), si dejaran de hablar sobre los últimos videos de las estrellas de la farándula haciendo maromas en la cama sin tenerle miedo a una escoliosis por las contorsiones que hacen que ni los maromeros del Cirque du Soleil, si le prohibieran ─ en fin ─ a las gentes que dejaran de interesarse en las aventuras y desventuras de los miembros de la realeza entonces, mi querida licenciada, quebrarían sopotocientas empresas dedicadas única y exclusivamente a averiguarle las menudencias y las andanzas a toda esta gente tan chinvengüenchona. Como dice el tío Simón, ¡caracha, negro!
Ja: Definitivamente, profe Lengüeto, el chismorreo es parte inseparable de la naturaleza humana. Donde haya hombres y mujeres, allí estará también el chisme, ¿cierto?
Le: Tan es así que no puedo finalizar esta conversa tan amena sin un chisme bien picante que acaban de captar mis camataguas. ¿Y sabe de quién se trata el chisme, licenciada Jarelys?
Ja: No sé, dígame, profe Lengüeto.
Le: Es un chisme sobre usted, licenciada. Y como yo no me guardo nada, como que me llamo Lengüeto Comadreja, de Lengua Suelta, estado Cojedes, ya se lo voy a contar a los oyentes suyos, para que gocen una ola y parte de la otra.
Ja: Como lo que es igual no es trampa, yo me vine prevenida con información de última hora sobre su vida y milagros, profe Lengüeto, que, por cierto, usted se las echa de que nunca ha roto un platico, pero me he enterado que tiene usted un prontuario más largo y prolijo que el de Al Capone. Voy a comenzar diciendo de usted que…
Le: Ejem ejem ejem, vamos a dejarlo de este tamaño, licenciada. Mire que tigre no come tigre, y si lo come lo eruta…
Ja: Gracias, entonces, al profe Lengüeto Comadreja, y cuidándonos mucho la lengua lo dejamos de este tamaño por la tarde de hoy, porque, como dijo el profeta Zacarías: “Con la vara que midas serás medido”. Vamos al corte comercial mientras el profe y yo nos caemos a chismes. ¡Jesús, manita!
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