Y me dijiste con firme y cimentada voz
que deseabas erigir este vacío
entre nuestros cuerpos y mentes.
Y respeté tus deseos, sagrados y martirizantes
deseos,
pero mis anhelos, caprichos y desazones
te alcanzan a través del viento y la madera
y la carestía y el calor
y la madrugada.
Y sé que estás escuchando
y también sé que este es el más amplio arco
elíptico
tuyo y mío de este lado de la penumbra.
Te toco.
Suspiras.
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