domingo, 3 de agosto de 2008

Sin mordientes ni horquetillas

Tracaleandito y otros conatos

por: Nicolás Soto

1

Tracalito Cesito se sobó la prominente panza que amenazaba con hacer saltar los botones de su guayabera Dolce & Gouebonna. La triple papada porcina le resplandecía con el atracón que se acababa de disparar: caviar y vol au vent revuelto con paticas de cochino y cazabe de Cúpira. El costo del sarao había sido pantagruélico, pero había valido la pena. Por fin se había graduado con honores como boliburgués de tronío. Se regodeaba con la caravana de jerarcas y burócratas que vinieron, amén de la compañía del ex-bienamado Wrrupertis, de los tocayos banqueros Víctor, del banquero escotero y demás magnates de la boliburguesía. Lástima que Carlos y Franklin estuvieran pasando las de Caín en Miami, pero eso significaba que se debía ser más cuidadoso aún y, quizá, mudar los churupos a otro sitio (el Wrrupertis le había aconsejado Mónaco que, al parecer, no tiene tratado de extradición ni con USA ni con la república bananeriana). La presencia de todos ellos garantizaba la continuación de los jugosos negociados. Tracalito había comenzado su meteórico ascenso en tiempos de la “cuarta”. A lo mejor por ello no pudo asegurar la asistencia del capo di tutti capi. De algún modo tenía que lavar esa mancha del expediente. ¿Y qué mejor que prodigarse con senda fiestota que, seguramente, se inscribiría en los anales de la gozadera patria? Pero, elemento previsivo al fin, Tracalito les pasó tarjeta a algunos miembros del antiguo orden “puntofijista”, no fuera que sobreviniese un cambio de timón, una voltereta histórica, y le fuese necesario reconectarse con la manguangua resultante (“Como cuando agasajé a Carmona. Menos mal que nadie lo recuerda”). Por ello había dispuesto de varios sobres repletos de cash, como dicen los gringos, que les caerían a esos “oposicionistas” como pedrada en ojo de boticario para la campaña.

Tracalito encendió un Cohiba. Observó a lo lejos a una gente en harapos hurgando en unos pipotes de basura. Sus semblantes lucían famélicos y verdaderamente escuálidos. “Si no hay pan que coman tortas”, pensó, tratando de recordar dónde había escuchado esa frase tan gastronómica. “¡Caracho, ni el Sha de Irán cuando hizo aquella fiesta que duró más de tres días! ¡Na guará!” Tracalito se rascó las mochilas, se chupó los dientes sonoramente (“¡Ah malhaya una concha de caraota!”) y retornó al rumbón melón (“¡Ah malhaya los melones que me voy a embolsillar!”).

2

La dirección de la radio donde produzco un espacio de música y amenidades me solicita que entreviste a un prócer del chavecismo. Pongo cara de repulsa, no me gusta arrejuntarme con delincuentes, pero la periodista de la estación no puede cumplir a la hora en que el susodicho va a hacer acto de presencia. Hago de tripas corazón y acepto echarme el muerto, mas advierto que si el chavetón me suelta alguna frescura me va a resultar difícil quedarme callado.

El tipo llega tarde a la cita. “La puntualidad es la cortesía de los reyes”, le hago notar antes de que me salude y solicito el pase al aire. Arranco preguntándole alguna que otra generalidad. El prócer a medida que habla se va envaneciendo, se retroalimenta con su propia absurdidad y coge mínima, insultando a diestra y siniestra, comenzando por los aliados del “proceso” de los cuales ahora reniega. Menciono el presunto ventajismo interno dentro del denominado PUS y el egregio, cual Júpiter tonante, me acusa de falta de ética. Quien me endilga tal imputación es el mismo a quien hemos visto en el “canal de todos los venezolanos” tildando a quienes adversan la sinvergüenzura actual de “lacayos del imperio, apátridas, pitiyanquis” y otras lindezas. ¿Qué culpa tengo yo si la gente llama al PUS, PUS? Al pan, pan, y al PUS, PUS. ¿Por qué no emular a los de la tolda blanca y asumir su barranco?, como dicen los cartelúos. Rebobinemos: se acusaba, a principios de los cuarenta, a los acciondemocratistas de comunistas y por eso se les llamaba, despectivamente, “A.D.-comunistas”. La cosa devino en apócope y de allí surgió el vocablo adeco. Otra más: el cognomento gocho se originó como una forma de zaherir a los andinos que llegaron a Caracas en 1899 tras el “cabito” Cipriano Castro y su compadre Juan Vicente Gómez. Hoy en día, vemos con orgullo, por ejemplo, a Johan Santana quien, antes de encaramarse en la lomita, nos recuerda risueñamente su gentilicio gocho dentro de la más sabrosa venezolanidad. No hay PUS que valga. No hay llaga que no se cure. No hay ética, pelética, peluda y pelezancuda que aguante tantas remezones de estas vírgenes vestales de la corruptocracia. Gajes del oficio cuando a uno le toca lidiar con esta gente que se creen dueños de la verdad absoluta, como buenos fascistas de izquierda que son.

3

Comparto plenamente el criterio de un sinnúmero de personas: las “elecciones” del denominado PUS son la prueba palpable del fraude evolutivo, creciente, sistemático, integral y selectivo con que nos ha contaminado la dictadura. Sólo que ahora las víctimas han sido algunos de quienes coadyuvaron a instituirlo. Tigre no come tigre, y si lo come lo eruta.

Dos anécdotas ilustrativas. La primera: luego del referendo del 15ag04, un amigo mío, alcalde de un municipio llanero, me porfiaba con una panoplia de argumentos que no había habido fraude. En las “elecciones” de alcaldes y gobernadores subsiguientes, le jugaron camunina de la manera más flagrante. “Me tracalearon”, me comentó todo compungido. “Tarde piaste, pajarito”, le hubiera replicado el finado Luis Herrera. La otra: me consigo en la calle a dos viejitos a quienes siempre les arrimo la canoa, el domingo de los “comicios” pusistas. Les noto el meñique manchado de tinta y les mamo gallo: “¿Qué fue? ¿Cómo que se machacaron el dedo con una puerta?” “No, mijo”, me responde el más avispado de ambos. “Esta mañana fuimos al ancianato a desayunar y nos dijeron que hasta que no votáramos, naiboa con la comida. Nos embarcaron en un bus a votar en lo del PUS, nos llevaron a una escuela, nos pusieron un tipo al lado para que puyara la máquina y de regreso fue que nos bregaron con arepa y ñema”.

Dame paciencia, Cristo de los milagros.

nnss1954@hotmail.com

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