domingo, 10 de agosto de 2008

King del botiking

Al ras del benceno

King del botiking

por: Nicolás Soto

a Degnis Romero

Las estrellas se cuajan en el calor apremiante de esta noche del año de gracia de mil novecientos sesenta y dele. Un hormigueante punzón se esclarece en la resequedad de mi garganta, con un sobresalto poseedor de nombre propio: Yumizerlys Cogollita (el ansia de tus besos mercenarios).

Mis pies asumen una autonomía codiciosa y conducen, sin recurso de casación, mi precario carapacho cincuentón hasta la Koré, de la esquina Puerto Arturo. La atmósfera es de botiquín, nuestro bien amado botiquín, madriguera de las ánimas beodas en pena. Saludo a Manolo, siempre con su ceceo gallego salpicado de cordialidad, y me estrujo el primer cacicazo de la noche. El cacumen clama por melodías que prodiguen un bálsamo ansiolítico a mi espíritu. Me lanzo hasta la rockola, la sempiterna rockola de todos nuestros botiquines, le zampo una peseta de dos bolívares y selecciono las diez canciones que me corresponden por ley bohemia. Al desnudar las cornetas la virginal, qué digo, vaginal voz de Lila Morillo con su “Tronco seco”, mi pensamiento vuela hacia ti, Yumizerlys Cogollita (el deseo de tus caricias tarifadas), y me sueño en rol de marido de Lila Morillo, como el copetudo José Luis Morillo, musitándote románticas tonadillas en las orejillas para que desfallezcas de amor entre mis apergaminados bíceps cincuentones.

Más puede el hormiguillo errabundo y me arrojo al bochorno de agosto. Atravieso el atrio de la iglesia, paso por frente del aroma carnívoro de la parrilla de Generoso y aterrizo en El Deportista. Ya ha salido la última función del cine Manapire y hay gente en el bebedero. Saludo a los hermanos Mancini, a Javier Guridi, a Coleguita, a Jehová y a Justo. Pido mi Anisado “Garlín” como solamente lo saben preparar aquí y tomo posesión de la sinfonola. Julio Jaramillo y su “De cigarro en cigarro” me magnetizan la ilusión de poseer de nuevo a mi Yumizerlys Cogollita (los celos de desconocer tus andanzas).

Soy presa de una taquicardia telegrafiada y me abandono al impulso de coger la trilla, desconociendo las invitaciones que me dispensan los convives. Tuerzo hacia el oeste en la esquina del Royal y el cañatropismo positivo me enfila hasta El Paradero, en la esquina del mismo nombre. Le pido una maraquita a don Juan Bolívar, marco en la sinfonola a Olimpo Cárdenas con “Una tercera persona” y escucho al doctor Ñema asegurar, con énfasis peregrino, que nadie le va a quitar el clásico este domingo a Adone Bellardi montando a Socopó. Pero yo lo que quiero es únicamente ensoñarme con Yumizerlys Cogollita (la sed de tu boca arisca).

Amaral me acoge en Camaleones cruce con Bolívar, con un lamparazo del Muco, sabiendo de antemano que K7 corresponde a Bienvenido Granda con “Angustia”. El billar de los Paraco no me deja disfrutar de Carmen Delia Dipiní con “Besos de fuego”. En la Cruz Verde, don Pastor intenta hacerme interesar en no sé qué cosa, pero “La copa rota” de José Feliciano me desangra degustando un trancazo del Carmen. El chivúo Lamoglia me ofrece una bandeja de carne salpresa aliñada con Píritu, a la par que me disparo un guamazo de pecho cuadrao oyéndole el gañote a Yaco Monti con “Qué tienen tus ojos, que yo no te olvido”. Como el judío errante, recalo en el Bar Caracas, en el Venezuela, el Mastranto, el Firenze, el Vesubio, Las Flores, La Mina, el Costa Apure, el Tamarindo, Mi Rancho, el Zamuro, el Vuelvan Caras, el Charro Negro, y en todos, absolutamente en todos, Yumizerlys Cogollita (casquivano desvelo mío), sus mostradores de madera, sus silletas de cuero, sus percos de fauces frígidas (como tu pasión por mí), sus rojos bombillos, sus escuálidas ficheras, todo eso, vida mía, me acrecienta el deseo de ti. Por ti seré capaz de perderme, de arrastrarme cual vil alimaña, de cualquier villanía e insensatez, si ello me sirve para ganarme el ardor de tu sexo. “En mi calvario, llevando mi cruz a duras penas”, canta a lo lejos Tabaco con el Sexteto Juventud.

Ya clarea. Voy dando tumbos, perdido el rumbo. Caigo sobre la acera. Un hilillo de baba se desprende como una araña tejedora desde la comisura de mis labios. Mi voz sólo sabe pronunciar tu nombre, Yumizerlys Cogollita (me desdeñas por no poseer la plata que me conceda el acceso a tu cuerpo de chiva tierna). Por entre la exigua neblina, atisbo una campanilla de velocípedo. Un destello de lucidez me trepana la chirimoya. Si caigo en manos del popular Unsio seguro que me va a encaramar en su bicicleta de reparto, me va a llevar a las afueras del pueblo como hace con todos los borrachitos peripatéticos y, una vez allá, adiós a mi doncellez por el lado contranatural. Escucho su agudo gritico de guerra. Paticas pa’qué las quiero, repiquetean las alarmas de la honra todavía incólume. Me yergo con levedad felina a pesar de los hectolitros de caña engullida y, en un santiamén, ya estoy en mi casa, tendiéndome al lado de la robusta Robustiana, mi mujer desde el año mil novecientos gómez, que ronca como los leones del circo Razzore.

Mañana te buscaré por los botiquines, Yumizerlys Cogollita (te cantaré el bolero de Oswaldo Morales “Cinco centavitos de felicidad”), si es que la Sal de Fruta “Eno” logra extirparme estas toneladas de acidez y el “Cafenol” me deslastra de este ratón moral.

http://nnss1954.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Conchale Nico, (Para no u tilizar malas palabras) pero que tronco de escrito hiciste con el del King del Botiking....Te diré que me encantó. Es auténtico. Refleja a plenitud la realidad de un hombre de andanzas mundanas.... y te digo sinceramente que me gustó mucho....Me darás tus comentarios en mi correo....o en Facebook...Saludos, amigo....

Mirian Bencomo