Fragmentaria…
(…de un pergamino redactado a la luz de la luna
en lengua racardia arcaica y traducido al pentecostés por el plausible filólogo-arqueólogo
Nnnnssss): “… enrumbamos proa hacia Salore, surcando denodadamente las siderales
marejadas, afrontando granizadas de catálogos, huracanes morados y ventiscas
carentes de significado. Ya en la orilla, todos perecimos. La gatúbela
Jerusalén Coromotico sobrevivió. Miau…”
Un diccionario de crímenes azoró nuestra chalupa.
Un tsunami geométrico de terror se apoderó de nuestras crismas. ¿Quién nos
estaba asesinando? ¿Por qué?
Decidí dilucidar tal embrollo enarbolando
argucias filosóficas. Los demás me atisbaron empavorecidos.
Los interpelé blandiendo epistemologías y
sofismas: ‘Ofréceme tu azorada coartada. Dispénsame tus escrúpulos y
contradicciones’.
Así los borré sin atenuantes. Soy un breve
lápiz. La borrasca nos ingiere…”
PD: Cuento ganador del
certamen La verija de oro, San
Brecheche de Indias, Edo. Maosetún (1947 AC), con una bolsa equivalente a
setecientos trillardos de bolívares soberanos. Con esos reales me compré una
caja clap llena de cagajón de burro.
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