martes, 22 de mayo de 2012

Pran de machete


No, vale, yo no creo. Tú eres muy talibán, vol. 538ƃ544å521-Ź



Esta imagen nos muestra a un interno verdadero de La Planta, navegando con su laptop a través de las prolíficas páginas del Facebook. ¿Saben para qué? Pues para identificar potenciales víctimas. ¡Viva el secuestro express!

Hace algún tiempo, señalábamos las vinculaciones de la dictadura con el narcotráfico y la narcoguerrilla. Alguno que otro nos señaló de "exaltado, comecandela, talibán oposicionista". Quienes se las daban de más moderados coronaban el comentario aduciendo el consabido "No, vale, yo no creo. No seas tan radicaloide".

Conociendo lo que hoy conocemos (gracias, entre otros a doble-Aponte y a Velásquez Alvaray), vamos a lanzarles otra retahíla de hechos que aun la mayoría no domina... pero intuye, sabiendo que el terror imperante no los deja asumir con cabal crudeza.

Este fenómeno de las cárceles no es gratuito. Tampoco lo es la delincuencia desbordada. Ambas aristas están avaladas, auspiciadas, patrocinadas y cabroneadas por los jerarcas de la dictadura (bajo la connivencia del enfermo "amado líder"), con todo lo que ello implica. ¿Por qué?

La repartición de armamento no se limita a los grupos violentos del oficialismo (círculos bolivarianos, milicias chavetonas, "frente" Francisco de Miranda). Simultáneamente a la alianza con factores narcos y terroristas foráneos, la dictadura ha forjado un pacto de defensa de intereses mutuos con la delincuencia autóctona en cualquiera de sus vertientes y niveles: mafias grandeligas, pandillas de mediana calaña, choros de cuello rojo y así sucesivamente, hasta llegar a los malandrines de barrio. Todo ese bichaje le rinde cuentas y le paga peaje a la "revolución". Quienes se salen del libreto aparecen por ahí como "víctimas de ajustes de cuentas". Take your tomato, darlingcito!

¿Contradicción en los términos? Históricamente las tiranías han domesticado a los facinerosos. ¿Quién no ha escuchado, por ejemplo, a los mayores de antes referir que cuando Pérez Jiménez se podía dormir con las puertas abiertas? ¿Por qué, entonces, la presente autocracia se empierna con el malandraje?

Una de las razones estriba en la necesidad de presentarse afuera como un régimen no represor. A diferencia de las dictaduras del Cono Sur en los años 1970, aquí no hay (de manera abierta) escuadrones de la muerte cometiendo atrocidades. Esa tarea sucia la cargan en sus espaldas el bandidaje desatado y sus cómplices chapeados tomboleles. Diecinueve mil muertos por año de manera violenta así lo atestiguan.

La otra razón se vincula con la carta bajo la manga que siempre esgrimen los prohombres del oficialismo en sus negociaciones subrepticias con sectores del liderazgo oposicionista. "De llegar al poder ustedes y de nosotros entregarlo, si se ponen popys y amenazan con perseguirnos, daremos rienda suelta a los cabezacalientes del "frente" Francisco de Miranda (unos chamos con el cerebro lavado al estilo de las S.S. hitlerianas), a las milicias y a los círculos para que salgan a masacrarlos. Y, además, le daremos puerta franca al hamponato para que no quede piedra sobre piedra. Así que déjense de misticismos moralistas y de pajudeces justicieras, que nosotros queremos disfrutar nuestros dólares chavetoneros, josevicenteros, diosdaderos, vielmamoreros aquí en Venezuela, porque en el primer mundo nos van a coger y a zampar condenas de ochenta y cien años por la jeta. A negociar, entonces, oposicionistas y oposicionistos".

Nada de esto es caído del cielo. Los "pranes" y demás cabecillas de las cárceles se entienden y comparten ganancias con jerarcas y jerarcos de la satrapía. Pagan la boloña los dichosos caciques carcelarios para disfrutar de jugosas prebendas: armas de todo calibre, caña, drogas, comida fina, sexo tarifado, rumbas amenizadas con vallenato llorón y reguetón a volumen ensordecedor. Desde el interior de los penales realizan mejores negociados que estando afuera, con la complicidad, complacencia y tírame-lo-mío del "alto gobierno".

¿Es la solución achicopalarnos aun más de lo que estamos? Nones. Hay que perder el miedo y llamar las cosas por su nombre. Aprovechar los resquicios de libertad todavía en vigor para denunciarlas. Participar en el juego electoral con todos los hierros, pero sin descartar la desobediencia civil, el desconocimiento a las instituciones podridas y la resistencia pacífica como armas legítimas.

"No, vale, yo no creo. Tú eres muy talibán y muy radical". ¡Yo te aviso, chirulí de Aragua!

Aquí les van unas foticos, como abreboca.






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