No eran
verídicos los parajes
en cuyas
fatigas tu Santo Grial aventuró
fotografías
de profetas sin historias
y de
rehenes congelados.
Yo te espío
desde este oboe apartado
mientras
los poemas se arraigan
tercamente
con otro
temple sangrado
en el
templo de tus velos.
Rezo. Por
ti.
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