La india María Laya cabalgó un danto como La
Lionza.
El catire José Antonio vadeó un tapete de
caribes.
Emilio Arévalo Cedeño le pintó cotufas al
Benemérito
y los novillos y los tautacos se ahogaron en
sus cabañuelas.
El llano también llora por sus ecologías
desbarajustadas
en el abandono de lo que alguna vez fue
Venezuela.
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