viernes, 20 de marzo de 2009

Hablando de inconsistencias numéricas

Estas computadoras del consejo electoral chavetón nos revuelven peor que una lavadora chaca-chaca del año de la pera loca. Por cierto, ¿por dónde andará el 69?

Grace Kelly: Cary, ¿cómo hacemos para atrapar al ladrón?

Cary Grant: Difícil por ahora, catira. Estos boliburgueses están burda de apoyaos. Y los del CNE son más tracaleros todavía.

Amigos todos:

Les envío adjunto documento .pdf contentivo de un análisis muy interesante referente a las inconsistencias numéricas del órgano electoral de la dictadura en el pasado "referendo". Tal como lo demuestran Juan Isaac y su equipo, con tan sólo unas cuantas operaciones aritméticas de relativa sencillez, se evidencia un descuadre entre las cifras de votos válidos, nulos, abstención e inscritos. Los resultados deberían comportarse como un balance contable, vale decir, ajustarse y coincidir por doquiera que se les observe. Tal no es el caso, nuevamente, en otro proceso eleccionario teñido de dolo.

Es llover sobre mojado el afirmar que el REP está contaminado y que todas las elecciones de la dictadura han sido fraudulentas. Esto no lo decimos para que la gente se desanime sino, más bien, para concurrir a cualesquiera comicios si y sólo si se actúa con el ánimo de desenmascarar las escalonadas trampas de que todos hemos sido víctimas. Usualmente no ha sido sino a la caída final de las autocracias cuando se ha logrado acopiar las pruebas fehacientes (the smoking gun, al decir de los anglosajones) de las tramposerías perpetradas, pero los análisis aritméticos permiten ir percibiendo por dónde han venido los tiros. Sobre el particular, existe la investigación efectuada por el equipo encabezado por el ex rector de la Universidad "Simón Bolívar", Freddy Malpica, contenida en el informe de Tulio Álvarez, de la flagrante estafa cometida en agosto de 2004 durante el denominado "referendo revocatorio". Para decirlo en venezolano: Maraña siempre sale.
A quienes nos manifiestan no creer en fraudes, dada su presencia en la auditoría post votación, alegando que el resultado arrojado por la máquina se corresponde con el número de papeletas físicas contadas, les recordamos que nadie, pero absolutamente nadie, fuera del oficialismo, verifica la imparcialidad operativa ni del software ni de los mecanismos de transmisión de la data, y, muchísimo menos, la sumatoria de los resultados en la famosa "sala de totalización". Durante la democracia civil, con todos sus errores y verrugas, cada uno de los actores involucrados tenía acceso a cualquier fase del proceso, desde la cedulación hasta la obtención de los resultados. Si acaso hubo detalles de marrullería en las tristemente célebres "acta mata votos" por la no presencia de algún testigo o por la compra de conciencias específicas. Pero, óigase bien, los fraudes sistematizados, orgánicos y evolutivos, como los actuales, son inherentes a la naturaleza de los regímenes autocráticos.

Asimismo, nos parece un lamentable error apresurarnos a "reconocer" los resultados como si estuviéramos todavía en democracia, como si se tratara de John McCain frente a Barack Obama, o de Ségolène Royal frente a Nicolas Sarkozy, o de Chachopo Pérez cuando perdió la presidencia del club de boche clavao de San Perico de Los Palotes. Tal "reconocimiento" trae consigo la frustración, el desánimo y la depresión de la mayoría ─make no mistake, siempre lo hemos sido, desde 1999 para acá─ que constituimos los demócratas de este país. Tal frustración resultó más que palpable en la semana subsiguiente al "referendo". Lo conveniente sería imitar la conducta de Alejandro Toledo el año 2000 frente a Fujimori: no reconocer y desconocer, paso previo a la resistencia pacífica y, eventualmente, a la desobediencia civil.

Para finalizar, resulta risible la irrupción de los "encuesteros" (ay, ratanálisis), saltando de plácemes porque los resultados previstos por ellos se revelan ajustados a más no poder a lo arrojado por los "transparentes y confiables" computadores del consejo electoral de la dictadura. El inmortal Guillermito Menea La Lanza (William Shakespeare) escribió en Hamlet: "Hay algo podrido en Dinamarca". Fos.

Corolario: ni para cuadrar una suma sirven estos piratones. ¿Trampitas a mí? Basié.

Para obtener el mencionado informe, accedan, por favor, a la dirección:

http://www.easy-share.com/1904112533/MODIFICACION%20BOLETINES%20RESULTADOS%2015F.pdf


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