Vituallas etéreas
Dioses en la oscuridad
por:
Nicolás Soto
Todos los conglomerados
humanos han generado religiones. La necesidad de esclarecer de dónde surgimos y
por qué estamos aquí, la angustia de no saber qué hay más allá de la muerte, el
desasosiego de lidiar con el sufrimiento y el dolor, la impotencia ante las
calamidades que nos rebasan y que pueden costarnos la vida, tanto en conjunto
como por separado, han empujado al homo
sapiens a la ribera metafísica. Además, aseguran reputados investigadores,
“la religión es un producto secundario de nuestra disposición cognitiva” que
abre un espacio en nuestra psique para allanar patrones interpretativos de la
realidad que nos circunda y del destino que nos aguarda.
Si es válido el anterior
razonamiento, cabe preguntarse entonces, cuál versión del cristal religioso emana
de la esfera donde nos desenvolvemos nosotros, latinoamericanos de la “raza
cósmica” de la que hablaba José de Vasconcelos.
El psiquiatra junguiano
Gonzalo Himiob Almándoz, en su obra Dioses
Oscuros, nos descubre el intrincado y hermético panorama de la santería.
Esa misma santería
en boga durante estos atribulados tiempos en Venezuela, señalada como ritualidad
tenebrosa de devotos con tanto poder como para mandar a desenterrar
Libertadores. ¿Dónde radica la verdad verdadera?
El doctor Himiob nos lleva de la mano para aclararnos las peculiaridades de esta devoción autóctona y sincrética, vale decir, de esta mezcla de prácticas que involucran al cristianismo aportado por los europeos, ciertas alegorías indígenas y, por sobre todo lo anterior, el atisbo de las africanías, pues “en Latinoamérica, dada la mezcla racial y cultural, los arquetipos necesitan crearse un nuevo camino. Las religiones sincréticas son una respuesta a esta necesidad”.
Partiendo del análisis
junguiano, el autor nos explica que los arquetipos dan sentido a la vida, que
la humillación y la persecución de las razas oprimidas dan pie a rasgos de
solidaridad y es allí, por consiguiente, donde irrumpe la santería como
mecanismo para que la psique compense tantas vicisitudes. A través de una cosmogonía
fusionada, esta religión sincrética ofrece a sus adeptos un refugio y una
explicación.
Juan Liscano, al
referirse a los arquetipos que nos definen, nos clarificaba que los mitos
hablan a todos los seres humanos en lenguaje de metáforas, parábolas y
símbolos. Para potenciar las creencias, el doctor Himiob añade que “los ritos
se desarrollan debido a la necesidad del ser humano de relacionarse con lo
desconocido”. Y de allí, nuestro autor desglosa la profusión de relatos
iniciáticos (patakíes) y el
despliegue anecdótico de los orishas, suerte
de ángeles con poderes de deidades y veleidades terrenales, que se asimilan,
gracias al sincretismo, a buena parte del santoral católico, y, extremando la
comparación, a los dioses y semidioses de la mitología griega, dándole formato
cósmico a nuestras pasiones e impulsos, como proyección de los arquetipos
dentro de la psique caribeña.
Fraternidad en entorno
inhóspito, explicación a ultranza, comunión a través del rito son
particularidades que comparte la santería junto a las otras religiones de
nuestro mundo, aun cuando este culto no presenta jerarquías institucionales ni
sistematización consciente de sus prácticas. De ahí podría provenir su
dinamismo en la captación creciente de adeptos, a pesar del rechazo de factores
religiosos más formales que condenan algunos de sus procedimientos, como el
sacrificio ritual de animales, atavismo que suponemos se origina en los
distantes orígenes africanos.
Se trata este libro, en
suma, de la lupa rigurosa que ausculta con asepsia aunada a “la pasión del
entomólogo” (más cierta dosis de admiración), la circunstancia de esta fe que
posee tantos seguidores como detractores.
@nicolayiyo
Dioses Oscuros
Gonzalo
Himiob Almándoz
Caracas,
2015
1 comentario:
Saludos
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