lunes, 23 de agosto de 2010

El triunfo de la libertad sobre el despotismo


Juan Germán Roscio
San Francisco de Tiznados (27 mayo 1763)
Villa del Rosario de Cúcuta (10 marzo 1821)


Las medusas insurgentes
Roscio: libertad, despotismo e Historia


por: Nicolás Soto
                            
Lejos de mí el competir con los historiadores serios al bosquejar estas disquisiciones. Carezco del método, formación y disciplina para ello. Me anima tan sólo la fascinación al haber disfrutado, por fin,  de un texto medular en los anales del pensamiento político hispanoamericano: El triunfo de la libertad sobre el despotismo, de Juan Germán Roscio.

A veces encajamos severos impactos metamorfoseando radicalmente nuestra visión de las cosas. En mi caso personal, crecí imbuido de la versión epopéyica, ditirámbica y apolínea de la Historia patria, donde héroes homéricos se batían, con denuedo de espartanos en Las Termópilas, contra un imperio godo, fementido y falaz. Y aun cuando en el bachillerato de los años sesenta de la pasada centuria los textos de J.M. Siso Martínez, Humberto Bártoli, Dionisio López Orihuela y otros más porfiaban en su intento de barnizarnos con una gnosis crítica, la cháchara épica no dejaba lugar para el análisis ponderado. Quizá influía allí la inmadurez propia de aquellos álgidos días, más la urgencia de aprobar un sinnúmero de materias, en una educación media atiborrada de eclecticismo, pero con mucha mayor calidad (creo, honestamente) que la observable hoy.


Mas, heme aquí a finales de esa década sesentera devorando un mohoso volumen del Cesarismo democrático, de Laureano Vallenilla Lanz. En medio de la defensa de su tesis del “gendarme necesario” como basamento de una sacristía ideológica para la dictadura de Juan Vicente Gómez, este representante de la corriente positivista venezolana deslizaba pertinazmente una idea para mí pasmosa: nuestra guerra de independencia fue, por antonomasia, una guerra civil. Se me desdibujaron en seguida las trompetas olímpicas y los centauros recamados en bronce.


Para complementar este porrazo psicohistórico, la publicación, a principios de los setenta, de Boves, el urogallo, del connotado shrinkcaraqueño Francisco Herrera Luque me confirmó esa apreciación. Se me borró del discernimiento, de una vez por todas, el cruel cabecilla asturiano como engendro y epígono de Fernando VII, legatario del “Españoles y canarios, contad con la muerte…” del Decreto de Guerra a ídem. José Tomás Boves nos irrumpió urogallamente, cual un Atila pelirrojo a la cabeza de nuestros llaneros,  de mis paisanos guariqueños de Cazorla y Guayabal, desbocados en una orgía impía de lanzazos, desguazando tripas, decapitando blanquitos, buscando —sin concientizarlo— redimir siglos de ignominia bajo un sistema de castas y segregación. Serían los mismos llaneritos seducidos luego por el catire Páez para la causa libertaria. Posteriormente, a mediados de los ochenta, le esgrimí al autor de Los amos del valle, en una conversa semiprivada,  una conjetura sin sustento documental alguno pero rebosante de la lógica impenitente de las luchas por el poder: si a Boves no lo liquidan en Urica, a finales de 1814, seguramente se hubiera proclamado jefe absoluto de Venezuela, quizás rey, quizás emperador, Taita supremo con toda seguridad. Es decir, habría sido el gestor de una emancipación alucinante. Bolívar habría quedado tejiendo gorro. Una pelusa2.


Vino toda esta disgresión al pelo para puntualizar la omisión histórica, al menos en cuanto se refiere al conocimiento manejado por el común de los venezolanos, de personajes de la índole de Juan Germán Roscio. La óptica perdonavidas enumerada arriba, más el paladar militarista y endiosador resurgente entre nosotros cada tanto en tanto (como ahora), relegan a los próceres civiles al desván. Sincerémonos, sin embargo, pues éstos no descollaron por su ingente número. Las degollinas boveras y el torbellino de la Guerra a Muerte se cebaron en demasía con estas figuras —hablamos de Miguel José Sanz, Francisco Javier Ustáriz, Coto Paúl, entre otros— y su ausencia colocó el fiel de la balanza histórica del lado de los personeros militares.


El mérito de Juan Germán Roscio estriba en su esfuerzo por darle consistencia filosófica —hoy utilizaríamos el adjetivo epistemológico— a un movimiento insurgente esmaltado en violencia, odios y vejaciones inenarrables. No lo olvidemos: nuestra guerra de emancipación resultó la más cruel, prolongada y sanguinaria de todo el hemisferio. Roscio sobrevivió al período más virulento y concentró sus energías en dar a la luz un denso manuscrito, sorprendente por la profundidad y contundencia de sus argumentos en pro de la causa independentista.


Publicado en 1817 en Filadelfia, Pennsylvania, EEUU, El triunfo de la libertad sobre el despotismo es un alegato lúcido, blindado y coherente hasta en los más nimios detalles. En lugar de afincarse en los argumentos de la razón —tal como la entendían los enciclopedistas franceses, a su vez influidos por filósofos liberales ingleses como John Locke y David Hume— Roscio, doctor en derecho canónico y doctor en derecho civil por la universidad de Caracas, se sumerge en las sagradas escrituras del cristianismo para rebatir el derecho divino de los reyes y para substanciar el anhelo irreductible de libertad en los seres humanos.


Citemos a la antropóloga Nydia Ruiz3: “Roscio trata de conjugar orgánicamente la fe y la razón, constituyéndose este planteamiento en una visión particular por cuanto emplea una estructura epistemológica y axiológica hasta ese instante desconocida para los intelectuales de la Colonia y los actores de los movimientos pre-independentistas”. En contraposición a cierto clero voceador de consignas contra el proceso liberador salmodiando supuestos atributos heréticos, blasfemos y anticristianos al oponerse los insurrectos venezolanos al origen divino de la autoridad monárquica, Roscio despliega una erudición bíblica superlativa para demostrar precisamente lo contrario.


Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, atribuyéndole el sentido inalienable de su libertad. Esta condición no puede jamás supeditarse a la sumisión, a la genuflexión y a la humillación ante otra personalidad por más monarca, emperador, caudillo o amado líder que pretenda ser.


Citando un sinfín de textos sacros pertinentes, el redactor de nuestra Acta de Independencia sacude las conciencias religiosas de su tiempo, despercudiéndolas de tres centurias de pensamiento colonial conformista supuestamente justificado en el verbo divino, interpretado a discreción por los defensores del absolutismo. Dios, afirma Juan Germán Roscio, diseñó el libre albedrío de las personas quienes, al juntar sus acciones y pensamientos en función del orden social, plasman la soberanía del pueblo. Por consiguiente, el Creador abomina de la tiranía y el despotismo. No ha sido sino la interpretación capciosa de la sagrada escritura, por parte de personajes adictos al poder,  el cincel que talló el edificio de la tiranía. La lectura directa de los Testamentos aboga por la libertad y la dignidad de los humanos. El padre Luis Ugalde4 resume con estas palabras la interpretación seminal de Roscio en El triunfo de la libertad sobre el despotismo: “Dios no justifica a los tiranos, sino que todo gobernante sólo es legítimo si es servidor del bien común”.


Mencionemos, para finalizar, la defensa hecha por Roscio al derecho a la propiedad y al derecho a resistir. En el capítulo cuarenta y nueve, narra el asesinato ordenado por Jezabel, mujer del rey Acab, en la persona de Nabob. El profeta Elías abjura de tan siniestros personajes por tamaño crimen y despojo. Los reyes o gobernantes no pueden, por consiguiente, abrogarse la potestad de quitar la vida y desvalijar a cada cual de lo que es legítimamente suyo, así esgriman la excusa de su autoridad e inmunidad. Si contravienen tan sagrado principio, los ofendidos y esclavizados por tales desafueros tienen el permiso de Dios para desobedecer y, eventualmente, librarse de estos desenfrenados mandamases.


Bolívar siempre reconoció la inmensa valía de Juan Germán Roscio como escritor, jurista y hombre de luces. Un verdadero prócer civil. Un héroe del pensamiento.




___________________________________
1 Shrink: anglicismo por loquero, psiquiatra. Proviene de shrink heads, encoge cabezas, como ciertas míticas tribus de la cuenca amazónica.
Estoy tentado de aventurar  un ejercicio narrativo desgranando esa posibilidad: Boves, the Liberator. Seríamos hoy, consecuentemente, la república boviana (¿o bovina?). Lo haré, ojo, si logro desprenderme de la abulia, la pereza, la modorra, el postín y la pecueca. ¡Albricias!
3 Las Confesiones de un Pecador Arrepentido: Juan Germán Roscio y los Orígenes del Discurso Liberal Venezolano, Fondo Editorial Tropykos, FACES de la Universidad Central de Venezuela Caracas, Venezuela. 1996. Pág. 25.
El Nacional, jueves 5  julio  2007.

El bachiche de tu amor - Cap. 05 (II)



The Power Chimbing es el podiiiir. Suena, bachiche (y no fumes más ese machiche).




El liqui liqui sicodélico de Róbinson Baldomero está más surtido que la correa de Batman. ¡Nojile! 







El Bachiche de tu Amor

Cap. V



NARRADOR: La bella y dulce heroína de esta radio-culebra, Yuleidys Ramona (a-a-aaaah) está atada de pies y manos al potro de los tormentos... Una sombra tenebrosa se aproxima, con pasos que retumban como una procesión de horribles espectros, como un desfile de tétricos pasajeros abordando un autobús en un atestado Nuevo Circo de los infiernos... Yuleidys Ramona (a-a-aaahh), presa del terror, grita, grita y grita en La Grita, Estado Táchira, implorando misericordia...
YULEIDYS (fuera de sí): ¡Dios mío, me muero de terror! ¡Y lo peor es que de mi vientre emana un olor, que, si mi amado por aquí estuviera, de espaldas caería con una tibiera, noqueado sin duda por el escozor, que a su nariz recordaría un plato de frijol! ¡Menos mal que no se encuentra aquí esa fiera! ¡Me muero de frío como en una nevera! ¡Y esa sombra atorrante se sigue acercando! ¡Siento que mis esfínteres se están aflojando! ¡Y el terror de mi ánimo se está apoderando! ¡Aléjate, sombra severa, no me ataques porque sino me ablando y a lo mejor terminamos los dos navegando, en un mar de chuchú sacado de contrabando!.
         ( fondo: los pasos se vienen acercando, cada vez más fuertes y lóbregos)
NARRADOR: Nuestra heroína está a punto de sucumbir al pánico... Sus ojos se abren desmesuradamente queriéndose brotar de las órbitas... Un sudor frío y pegajoso resbala por su frente... La lúgubre sombra se acerca más, y más, cubriendo con su oscuridad terrífica todo el recinto... De pronto, se escucha una fatídica risa...
(acordes del monje loco)
SOMBRA: Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja  (con eco)
YULEIDYS (aterrorizada): Presiento que llegó mi fin, a manos de esta sombra loca, que sin darse mucho postín, me va a torcer la potoca... Ojalá sonara un ring, cual campana pistolera, y me ahorrara este trajín, por andar de frasquitera...
(los acordes suben)
NARRADOR: La sombra tenebrosa está colocada al lado de la bella Yuleidys Ramona... Una mano peluda surge de ella... Nuestra heroína tiembla desde la primera horquetilla de sus cabellos hasta un juanete que le atormenta su pie izquierdo... La mano se va aproximando, lenta pero inexorablemente a la garganta de nuestra doncella... Es una mano siniestra, negra y está cubierta de un guante infame y criminal... De pronto, se escucha un grito que hiela la hemoglobina...
(grito espeluznante y agudo)
NARRADOR: ¡Y la luz se enciende  dejando ver...! (bajando el tono) (fondo acordes chaborros anti-clímax)... Dejando ver, repito, la sonrisa desdentada y colmilluda de Yoyo, el secuestrador...
YOYO: Pero bueno, jeba, ¿Me estás poniendo a prueba? ¿Qué chillido es ese que me lanzas para que no me atreva? Yo lo que vengo es a traerte un perro, no a preparar tu entierro, pues por órdenes de me jefa te mantengo en este encierro, pero sin negarte el alimento... Jesús, qué olorcito es el que siento... ¿A quién se le habrá escapado un viento?
YULEIDYS (aliviada): ¿Un Hot Dog me has traído? ¿Con papitas, mayonesa y queso derretido? Pásame el picante, no seas cohibido, y aquel sabroso suero fabricado en Tucupido... Vamos ya y desátame las manos, no quiero que se manche el vestido ...

YOYO: Eso va en contra de la orden que me dio mi patrona, pero porque me lo pides sonriendo como si estuvieras trona, te voy a complacer, simpática Yuleidys Ramona.
NARRADOR: Yoyo, el pazguato malandrín, afloja las ligaduras que, hasta ese instante, inmovilizaban a nuestra heroína, quien, jubilosa de verse sin ataduras, celebra su libertad hincándole las muelas a un poderoso perro rebosante de repollo, cebolla y toda clase de burrundangas... Pero, mientras tanto, en el club de  Pe-Leones...
(acordes expectantes)
NARRADOR: El muy resiete zángano de Chicuaco Margarito apunta con su poderosa china láser a Róbinson Baldomero, quien intenta resistir las sensuales embestidas de la despiadada Tara-Antula (fuí-fuió)...
CHICUACO (lleno de ira): El muy bellaco de Róbinson Baldomero, tan orondo y maromero, pretende quitarme a mi chica, y con su labia fabrica, un cacho de Pica-Pica, que pretende endilgarme a mí, con su carita de yo no fui, para dejarme haciendo cuí-cuí... Pero su maniobra tan ladina, venceré con esta china, que es de láser patentada, y más eficaz que una mentada, será el pepazo rolitranco con el que lo voy a dejar manco... Afina el pulso, Chicuaco insulso, para que hagas diana en este tiro al blanco... ¡¡Qué barranco!!
NARRADOR: El malévolo Chicuaco Margarito ajusta la mira telescópica infrarroja de su china láser, apuntando al cogote de Róbinson Baldomero... La despampanante Tara-Antula soba su cuerpo de tórrida sirena contra la humanidad de nuestro impávido héroe...
(acordes sexis)
TARA (insinuante): ¿Pero qué es ese antojo, que me hace temer, que te pegarás como piojo, de esa bendita mujer? Ya no la necesitas, es fácil de ver, porque The Pówer Chímbing es el podeeeeeeer...
ROBINSON (apesadumbrado): Sí, es cierto, The Pówer Chímbing es el poder, pero sin mi Yuleidys vivir no voy a poder...
TARA (insistente): Déjala, déjala, galán buenmozazo, porque esa tragona, fisgona, mirona, burlona y mingona que mientan Yuleidys Ramona, al primer cabezazo se ha escapado con otro “musaso”...
ROBINSON: Al paso camino al paso, pero sin ella parezco un soldado raso...
TARA: Ven conmigo y amémonos de un trazo, y te moveré el piso como sí fuera el caracazo...
ROBINSON: Es difícil resistir ese tarrayazo... Me pones a dudar y me pregunto si acaso, podría sucumbir a tu zarpazo...
TARA: Me gustó ese escardillazo... Pero huyamos ya, toma mi brazo, dame un abrazo y vamos a disfrutar de un talcazo.
ROBINSON: Resistir no podré a tu embrujo, y eso que pujo y pujo, para no sucumbir a tu influjo; por tanto mi cerebro estrujo, sin saber que tu tentación a nada lo redujo... Pero, ¿qué ven mis globos oculares? ¡Son unas huellas espectaculares! Es el rastro del auto donde se llevaron a mi amada, y –por tanto te digo en una sentada- chao, Tarita, no te quedes escamada, pues se acabó del gallo la mamada...
(acordes dinámicos)
NARRADOR: A la vista del rastro del vehículo secuestrador, Robinson Baldomero extrae del bolsillo de su Liqui-Liqui psicodélico, una poderosa lupa... Cual James Bond 007 sabanero, el muchacho de la partida comienza a seguir las huellas que lo llevarán al escondite donde tienen secuestrada a Yuleidys Ramona (a-a-aaah)... La súper-sexi e hipócrita Tara-Antula (fui-fui-ó) se le guinda del pescuezo, queriéndole cortarle su nota de sabueso...
TARA (imperiosa): No me dejes aquí, Robinson Baldomero, como camión del aseo rumbo al basurero... No te me vayas, mi rey minitequero...
NARRADOR: Este ha sido el vaso que derramó la gota... Enloquecido por los celos, el muy sinvergüenza de Chicuaco Margarito prepara la china láser, apunta y dispara... Es un proyectil de corazón de guásimo calibre punto cincuenta, recubierto con una aleación de acapro, titanio reforzado, alma de acero y (partido) ¡un toque de caramelo de fresa!
(acordes burda de dramáticos)

-            ¿Acertará el proyectil en el cogote de Róbinson Baldomero?
-            ¿Caerá nuestro noble héroe como vulgar cochino al que le ha llegado su sábado sabatino?
-            ¿Impedirá  el cornudo Chicuaco Margarito que le brote una caramera parecida a un guindadero de barbería?
-            ¿En qué se parece Tara Antula a una gallina?
-            ¿Será capaz Yuleidys Ramona de engullirse, de seguidas, un cuarto de libra, dos guapos, tres enchiladas, cuatro quesadillas y siete bolsas de cotufas?
-            ¿Y Yoyo? ¿Qué pito toca? ¿O será más bien que se lo fuma?

Conozca las respuestas en el próximo capítulo de la Radio-Culebra que tiene en vilo a todas las almas sensibles de la República Bolivariana de Puerto Píritu y puntos circunvecinos...

                            EL BACHICHE DE TU AMOR

            Una presentación de Motolitorola, el único teléfono celular que le arrulla la oreja como si fuera una Rockola...

El bachiche de tu amor - Cap. 05 (I)


Esa china láser de Chicuaco Margarito es más peligrosa que comerse una hallaca piche comprada en Pudreval. ¡Fuchis!



Yuleidys Ramona come más que una roncha en el ortu.

El Bachiche de tu Amor

Cap. V


NARRADOR: La bella y dulce heroína de esta radio-culebra, Yuleidys Ramona (a-a-aaaah) está atada de pies y manos al potro de los tormentos... Una sombra tenebrosa se aproxima, con pasos que retumban como una procesión de horribles espectros, como un desfile de tétricos pasajeros abordando un autobús en un atestado Nuevo Circo de los infiernos... Yuleidys Ramona (a-a-aaahh), presa del terror, grita, grita y grita en La Grita, Estado Táchira, implorando misericordia...
YULEIDYS (fuera de sí): ¡Dios mío, me muero de terror! ¡Y lo peor es que de mi vientre emana un olor, que, si mi amado por aquí estuviera, de espaldas caería con una tibiera, noqueado sin duda por el escozor, que a su nariz recordaría un plato de frijol! ¡Menos mal que no se encuentra aquí esa fiera! ¡Me muero de frío como en una nevera! ¡Y esa sombra atorrante se sigue acercando! ¡Siento que mis esfínteres se están aflojando! ¡Y el terror de mi ánimo se está apoderando! ¡Aléjate, sombra severa, no me ataques porque sino me ablando y a lo mejor terminamos los dos navegando, en un mar de chuchú sacado de contrabando!.
         ( fondo: los pasos se vienen acercando, cada vez más fuertes y lóbregos)
NARRADOR: Nuestra heroína está a punto de sucumbir al pánico... Sus ojos se abren desmesuradamente queriéndose brotar de las órbitas... Un sudor frío y pegajoso resbala por su frente... La lúgubre sombra se acerca más, y más, cubriendo con su oscuridad terrífica todo el recinto... De pronto, se escucha una fatídica risa...
(acordes del monje loco)
SOMBRA: Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja Ja  (con eco)
YULEIDYS (aterrorizada): Presiento que llegó mi fin, a manos de esta sombra loca, que sin darse mucho postín, me va a torcer la potoca... Ojalá sonara un ring, cual campana pistolera, y me ahorrara este trajín, por andar de frasquitera...
(los acordes suben)
NARRADOR: La sombra tenebrosa está colocada al lado de la bella Yuleidys Ramona... Una mano peluda surge de ella... Nuestra heroína tiembla desde la primera horquetilla de sus cabellos hasta un juanete que le atormenta su pie izquierdo... La mano se va aproximando, lenta pero inexorablemente a la garganta de nuestra doncella... Es una mano siniestra, negra y está cubierta de un guante infame y criminal... De pronto, se escucha un grito que hiela la hemoglobina...
(grito espeluznante y agudo)
NARRADOR: ¡Y la luz se enciende  dejando ver...! (bajando el tono) (fondo acordes chaborros anti-clímax)... Dejando ver, repito, la sonrisa desdentada y colmilluda de Yoyo, el secuestrador...
YOYO: Pero bueno, jeba, ¿Me estás poniendo a prueba? ¿Qué chillido es ese que me lanzas para que no me atreva? Yo lo que vengo es a traerte un perro, no a preparar tu entierro, pues por órdenes de me jefa te mantengo en este encierro, pero sin negarte el alimento... Jesús, qué olorcito es el que siento... ¿A quién se le habrá escapado un viento?
YULEIDYS (aliviada): ¿Un Hot Dog me has traído? ¿Con papitas, mayonesa y queso derretido? Pásame el picante, no seas cohibido, y aquel sabroso suero fabricado en Tucupido... Vamos ya y desátame las manos, no quiero que se manche el vestido ...

YOYO: Eso va en contra de la orden que me dio mi patrona, pero porque me lo pides sonriendo como si estuvieras trona, te voy a complacer, simpática Yuleidys Ramona.
NARRADOR: Yoyo, el pazguato malandrín, afloja las ligaduras que, hasta ese instante, inmovilizaban a nuestra heroína, quien, jubilosa de verse sin ataduras, celebra su libertad hincándole las muelas a un poderoso perro rebosante de repollo, cebolla y toda clase de burrundangas... Pero, mientras tanto, en el club de  Pe-Leones...
(acordes expectantes)
NARRADOR: El muy resiete zángano de Chicuaco Margarito apunta con su poderosa china láser a Róbinson Baldomero, quien intenta resistir las sensuales embestidas de la despiadada Tara-Antula (fuí-fuió)...
CHICUACO (lleno de ira): El muy bellaco de Róbinson Baldomero, tan orondo y maromero, pretende quitarme a mi chica, y con su labia fabrica, un cacho de Pica-Pica, que pretende endilgarme a mí, con su carita de yo no fui, para dejarme haciendo cuí-cuí... Pero su maniobra tan ladina, venceré con esta china, que es de láser patentada, y más eficaz que una mentada, será el pepazo rolitranco con el que lo voy a dejar manco... Afina el pulso, Chicuaco insulso, para que hagas diana en este tiro al blanco... ¡¡Qué barranco!!
NARRADOR: El malévolo Chicuaco Margarito ajusta la mira telescópica infrarroja de su china láser, apuntando al cogote de Róbinson Baldomero... La despampanante Tara-Antula soba su cuerpo de tórrida sirena contra la humanidad de nuestro impávido héroe...
(acordes sexis)
TARA (insinuante): ¿Pero qué es ese antojo, que me hace temer, que te pegarás como piojo, de esa bendita mujer? Ya no la necesitas, es fácil de ver, porque The Pówer Chímbing es el podeeeeeeer...
ROBINSON (apesadumbrado): Sí, es cierto, The Pówer Chímbing es el poder, pero sin mi Yuleidys vivir no voy a poder...
TARA (insistente): Déjala, déjala, galán buenmozazo, porque esa tragona, fisgona, mirona, burlona y mingona que mientan Yuleidys Ramona, al primer cabezazo se ha escapado con otro “musaso”...
ROBINSON: Al paso camino al paso, pero sin ella parezco un soldado raso...
TARA: Ven conmigo y amémonos de un trazo, y te moveré el piso como sí fuera el caracazo...
ROBINSON: Es difícil resistir ese tarrayazo... Me pones a dudar y me pregunto si acaso, podría sucumbir a tu zarpazo...
TARA: Me gustó ese escardillazo... Pero huyamos ya, toma mi brazo, dame un abrazo y vamos a disfrutar de un talcazo.
ROBINSON: Resistir no podré a tu embrujo, y eso que pujo y pujo, para no sucumbir a tu influjo; por tanto mi cerebro estrujo, sin saber que tu tentación a nada lo redujo... Pero, ¿qué ven mis globos oculares? ¡Son unas huellas espectaculares! Es el rastro del auto donde se llevaron a mi amada, y –por tanto te digo en una sentada- chao, Tarita, no te quedes escamada, pues se acabó del gallo la mamada...
(acordes dinámicos)
NARRADOR: A la vista del rastro del vehículo secuestrador, Robinson Baldomero extrae del bolsillo de su Liqui-Liqui psicodélico, una poderosa lupa... Cual James Bond 007 sabanero, el muchacho de la partida comienza a seguir las huellas que lo llevarán al escondite donde tienen secuestrada a Yuleidys Ramona (a-a-aaah)... La súper-sexi e hipócrita Tara-Antula (fui-fui-ó) se le guinda del pescuezo, queriéndole cortarle su nota de sabueso...
TARA (imperiosa): No me dejes aquí, Robinson Baldomero, como camión del aseo rumbo al basurero... No te me vayas, mi rey minitequero...
NARRADOR: Este ha sido el vaso que derramó la gota... Enloquecido por los celos, el muy sinvergüenza de Chicuaco Margarito prepara la china láser, apunta y dispara... Es un proyectil de corazón de guásimo calibre punto cincuenta, recubierto con una aleación de acapro, titanio reforzado, alma de acero y (partido) ¡un toque de caramelo de fresa!
(acordes burda de dramáticos)

-            ¿Acertará el proyectil en el cogote de Róbinson Baldomero?
-            ¿Caerá nuestro noble héroe como vulgar cochino al que le ha llegado su sábado sabatino?
-            ¿Impedirá  el cornudo Chicuaco Margarito que le brote una caramera parecida a un guindadero de barbería?
-            ¿En qué se parece Tara Antula a una gallina?
-            ¿Será capaz Yuleidys Ramona de engullirse, de seguidas, un cuarto de libra, dos guapos, tres enchiladas, cuatro quesadillas y siete bolsas de cotufas?
-            ¿Y Yoyo? ¿Qué pito toca? ¿O será más bien que se lo fuma?

Conozca las respuestas en el próximo capítulo de la Radio-Culebra que tiene en vilo a todas las almas sensibles de la República Bolivariana de Puerto Píritu y puntos circunvecinos...

                            EL BACHICHE DE TU AMOR

            Una presentación de Motolitorola, el único teléfono celular que le arrulla la oreja como si fuera una Rockola...


domingo, 1 de agosto de 2010

El bachiche de tu amor - Cap. 04 (II)



La doncellez de Yuleidys Ramona en peligro de matarile. ¡Aprieten esas longas!


Los málvados de este culebrón chupan más sangre que un vámpiro.

Puye aquí abajo y oído al tambor.




El Bachiche de tu amor

CAP  IV
(acordes tensos)

NARRADOR: El falso perrocalentero Yoyo ha secuestrado a la dulce y virginal Yuleidys Ramona ... La malvada y sensual Tara-Ántula (silbidos) espera a su compinche con el carro encendido, dispuesta a arrancar de una vez con su preciosa carga ... El muchacho de la partida, el galán y buenmozo Róbinson Baldomero ha presenciado el incidente y corre presuroso el rescate de su amada ...
(fondo: pasos de trote)

RÓBINSON (acezando): Cristo Redentor, debo correr como si me agobiara un hedor,, antes que esos pícaros enciendan el motor, y me dejen a la cañona, sin la dueña de mi amor, la dulce Yuleidys Ramona ...
(fondo: trotes + obertura Guillermo Tell de Rossini)

NARRADOR: Róbinson Baldomero le pone la sobremarcha ... Sus alpargatas con plataforma parecen no tocar el piso ... Yoyo se percibe de la situación y apura el paso, llevando a cuestas a la desmayada Yuleidys Ramona.
(fondo: trotes +  obertura)

YOYO (acezando): ¡¡Paticas pa´qué te tengo!! Allá viene como una tromba, el novio de ésta, ¡zambomba! Mejor y yo me detengo, la arrojo como una bomba, huyo y más nunca vengo, apuro el paso parejo, y salvo yo mi pellejo...¡¡Qué mollejo!!

NARRADOR: La pérfida y despampanante Tara Ántula (silbidos) se percata de la situación y, ni corta ni perezosa, arranca el vehículo picando cauchos y levantando más polvo que un arreo de burros persiguiendo una pollina por la sabana ...
(fondo: auto arrancando y picando cauchos)

NARRADOR: Maniobrando el vehículo con pericia de Cecotto echando piques y desplazándose con velocidad de taxista bregando una carrerita, la maléfica de nuestra historia le frena en la patica al atolondrado Yoyo...
(fondo: frenazo brusco y portazo)

TARA (apremiante): Apresúrate, cabeza de Chirimoyo, suelta a esa desmayada ahí, y arranca rápido de aquí, que yo soluciono este rollo, espérame en el convenido escondite, procura hacerme bien el quite y no vayas a meter la pata, bemba de Mapurite ...

YOYO: Tus deseos son órdenes mi coronela... Parto raudo y veloz, luego de este secuestro atroz, antes que me descargues con tu muela, tarántula de Venezuela...

TARA:  Mientras tú la escondes bien segura, a esta Yuleidys que se las da de pura, yo voy a sonsacar con mi prestancia, al galán que ah se aproxima con elegancia... Menos mal que hoy no hubo riego, y Róbinson Baldomero se ha quedado ciego, por causa de la polvadera descomunal, que ha levantado este berenjenal... Arranca ya, compinche banal.
(fondo: acordes tensos +  arrancada)

NARRADOR: Es cierto... Todo el tierrero de la arrancada del vehículo le ha caído al muchacho de esta radio-culebra en la carátula dejándolo momentáneamente con los ojos llenos de polvo... Róbinson Baldomero se detiene, desorientado e impotente...

RÓBINSON: (escupiendo): Dios mío, no puede ser...No veo ni a un danto ... ¿Qué voy a hacer mientras tanto?... Tengo tanta tierra en los ojales que creo que me voy a desatar en llanto... Y ese infame ha raptado a mi amada y yo aquí, todo taranto, con un poco de cerote que me cubre como un manto.
( acordes de expectativa)

NARRADOR: La sexi-satánica Tara Ántula (silbidos) se aproxima, sigilosa cual mapanare bizca, al atontado Róbinson Baldomero...

TARA: Ahí está el enamorado de la glotona Yuleidys Ramona... Mmmm, pero viéndolo bien, el tipo es todo un mango... Lo voy a convidar a bailar el tango, porque tango el presentimiento que, sin mucho miramiento, lograré sonsacarlo y así le daré a Chicuaco un escarmiento, para qué sepa que no es el único que ocupa mi pensamiento. Además, lo declaro sin mucho empacho, no le vendrá mal un cacho... Lo digo yo, que me doy el vuelto y me despacho...
(acordes sexy)

NARRADOR: La mala de esta historia ya se encuentra al lado del enceguecido Róbinson Baldomero. Con aviesa y provocativa intención, desliza sus manos suavemente por el body de lycra que cubre sus provocativas formas... Humedece sus labios y entorna las pestañas. Es una víbora presta al ataque... Mientras Róbinson Baldomero procura limpiar sus ojos, Tara ya está muy, pero muy cerca de él, incitante, provocativa voluptuosa, apetecible cual fruta prohibida...

RÓBINSON (insinuante): ¿Qué te sucede, Róbinson Baldomero? ¿Acaso la Guerra de las Minitecas te dejó en el esterero? ¿O será, más bien, que tu enamorada cogió la trilla y te echó en la cara un tierrero?

RÓBINSON (confuso): No ha sido la Guerra de Minitecas la causa de mi desazón, pues nuevamente en buena lid he quedado campeón... Es que mi chica desapareció, víctima de un aparecido, que mientras yo socorría al Chicuaco herido, ha secuestrado a yuleidys a quien yo amo.

TARA (viperina): ¿Seguro que fue un secuestro? No hay que ser un maestro, para darse cuenta de un gesto, que ese muchacha ha tirado el cesto, tu amor que le supo a macarrón al pesto, y es bien probable que ahora un rival ocupe su puesto, hace diez minutos, por supuesto... Te lo aseguro yo, diciéndote como en el dominó: Paso, gano y me acuesto y si me sale la cochina, a la mesa la zumbo y ahí queda esto...

RÓBINSON: Ni que tuvieras un negocio de vender puro repuesto, me niego a creer que mi amada haya huido con otro muchacho...

TARA.    No eres el primero a quien le han puesto cacho.
RÓBINSON: Pero no mi Yuleidys, caracho...

TARA: No discutamos más, boquita de gazpacho...Ven conmigo a mi cabaña y allí te limpiaré, con mucho esmero, ese pocotón de lagañas, comiéndonos una lasaña, y vacilándonos en el VHS una película de hazañas, mi fortachón del estero, viril Róbinson Baldomero...

RÓBINSON: No, no... Debo localizar a mi amada...

TARA: Desde allí podrás hacer una llamada... Además, creo saber adónde se dirige en este momento...

RÓBINSON: Dímelo ya... ¿no ves que no saberlo es un tormento?... El que la secuestró, ¿quién es ese elemento?

TARA (sigilina): Todo a su debido momento... Pronto tendrás conocimiento de este cocimiento que lleva papa, cilantro y pimiento... Ven conmigo, ingenuo ceniciento, y te aseguro que disfrutarás más que un muchacho con un billete de 500.
(acordes tensos)

NARRADOR: Desaprensivo y confuso, Róbinson Baldomero se deja conducir por la artera y súper-sensual  Tara-Ántula (silbidos) quien, a no dudar, lo lleva a una trampa mortal, a una mortífera telaraña donde jugará con él a placer, para luego devorárselo en un dos por tres, como si fuera un bistec de lomito con papas fritas y ensalada... A todas estas, Chicuaco Margarito todavía atolondrado por el porrazo recibido, ha observado a su traicionera  enamorada, marcharse con Róbinson tomados de la mano... Resintiendo los cuernos, el pérfido Chicuaco Margarito, exclama:

CHICUACO: ¡¡Ah malhaya una carabina!! Ahí va mi novia fina con ese simplicio a quien ojalá se lo trague un precipicio... Pero esto no se queda así... Voy a seguirlos, montado en este velocípedo, muy apropiado para un chicuaco palmípedo, y cuando se dispongan al sabor, yo –sin mucho sopor- les dispararé con esta china asesina que trabaja con rayos láser... Así me los tiro a los dos, en un toma y dame, mansitos y en caldo´e ñame... Para que respeten al rey de la miniteca y de todas ellas papaíto, el poderoso Chicuaco Margarito... Ja, ja, ja.

NARRADOR: Ávido de venganza, el reptil de Chicuaco Margarito sigue con disimulo a su novia y a Róbinson Baldomero, aguardando el momento propicio para tenderles una emboscada... Mientras, tanto Yoyo ha llegado al escondite y ha amarrado a la inocente Yuleidys Ramona al potro de los tormentos. Nuestra heroína comienza a recobrar el conocimiento...

YULEIDYS: Oh cielos, ¿dónde estoy? ¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo moverme? ¿Quién es usted, señor? ¿Por qué me mira de esa forma, como perro rabo´e cabuya viendo un salchichón? No se me acerque más... No me toque... No me toque, no, no, no, no, noooooo... ¿Qué me va hacer? No,no,no...(grito agudo)

NARRADOR: ¿Quién ataca a Yuleidys Ramona? ¿Será acaso algún pérfido violador? ¿Será un buhonero gozón? ¿Quién es ese sádico que piensa robarle la doncellez a nuestra heroína? ¿Y Róbinson Baldomero? ¿Cederá a la tentación de la sexi-diabólica Tara-Ántula? ¿O caerá víctima de un pepazo con la china láser del malévolo Chicuaco Margarito? ¿Qué será bueno para un chinazo en la mera torre? ¿Por qué los malos de esta radio-culebra son tan malucos?

    Éstas y otras preguntas serán respondidas en el próximo capítulo de este drama que tiene a toda Venezuela comiéndose las uñas hasta las cutículas y que ya está provocando trancas de tránsito y trancas de dominó  de sesenta puntos (de sutura)...
   
EL BACHICHE DE TU AMOR

    Presentado a ustedes por Raygón, el insecticida que ha puesto a todo el mundo a echar flit (y nosotros nos vamos todos a echar flit porque qué-va-ó).