domingo, 4 de febrero de 2018

G.S. y la no violencia


Gene Sharp y la guerrilla jipi

Ha muerto Gene Sharp. Dedicó su vida al estudio de la no violencia como método para derrocar dictaduras. El fenecido autócrata verrugón nuestro desgarraba escupitajos y maldiciones cuando escuchaba pronunciar su nombre. Si tal era su fortaleza ética al provocar en los tiranos tal reacción, ¿por qué entonces no hemos podido valernos de sus enseñanzas para deslastrarnos de esta tragedia que nos consume desde hace veinte años?
       Sus estrategias versan sobre todo en descubrir las debilidades específicas del régimen al cual se enfrenta, en canalizar las energías organizativas de la gente y en ofrecer un cúmulo de ideas genéricas donde abrevar para aguzar el ingenio a la hora de trazar dinámicas de acción.
       En Venezuela, lamentablemente, hemos deseado involucrar a ciertos estamentos políticos que se rehúsan a aceptar tales premisas. Esgrimen ellos el electoralismo a ultranza como valla de contención ante la marejada de la indignación ciudadana.
       A pesar del hambre, la carestía, la hiperinflación, la escasez y de los repetidos fraudes electorales, siempre existirá un margen de maniobra para reavivar la llama de la libertad y la dignidad. Ahí es donde se pone a valer el apostolado de Gene Sharp.
       En honor a los caídos y a los emigrados, juntémonos todos para concretizar este llamado. Veinte años no es nada, cantaba Gardel. Pero no, veinte años de desastre y sinvergüenzura deben servirnos para replantear y relanzar la lucha en términos de no violencia y de creatividad en la resistencia.
       Es el mejor homenaje que le podemos rendir a Gene Sharp y a la democracia en esta hora menguada.